La mayor riqueza es la salud mental —Dalai Lama
Recuerdo dos experiencias similares que viví como responsable del servicio de Urgencias de la Cruz Roja Mexicana y la T-1 del IMSS; en ambos casos: pacientes con agitación psicomotriz, uno levantando en vilo una cama hospitalaria de las antiguas de hierro y el otro con un frasco de suero roto lanzando mandobles a quien se le acercara. Después de ser sometidos por el personal y administrarles calmantes, se les trasladó al Hospital Psiquiátrico.
Desde entonces me quedó claro que las urgencias psiquiátricas deben atenderse en unidades hospitalarias exprofeso y no en los hospitales generales del Sector Salud.
Cuando estudié Psiquiatría rotamos por el Hospital Psiquiátrico “Yucatán”. Tuve la fortuna de tener de maestro al Dr. Gaspar Baquedano López, que en ese entonces era el director. Fueron dos meses en los que la Psiquiatría francamente me hizo un guiño para dedicarme a ella.
Exceptuando algunas áreas asignadas a las urgencias, los pacientes no estaban encerrados, solo los casos muy especiales permanecían, por así decir, confinados, pero al igual que en su momento en el “Leandro Ayala” con el Dr. Eduardo Urzaiz Rodríguez, se apostaba por actividades en el mismo sitio que les permitieran reincorporarlos lo más pronto posible a la normalidad.
Han pasado más de 30 años. Me dediqué a la Ortopedia, pero siempre los temas referentes a las enfermedades mentales ahí han estado porque, en un porcentaje respetable de mis pacientes, los problemas ortopédicos cohabitan con cuadros de depresión, neurosis de ansiedad, codependencia a drogas y estrés entre otros.
Por si fuera poco, no hay médico en nuestro estado que no esté alarmado por el alto índice de suicidios. Ocupamos el primer lugar con 14.43 casos por cada 100 mil habitantes en 2022, cuando la media nacional fue de 6.1, y si bien hubo una leve reducción del 9% en 2023, hemos estado en el podio durante ya muchos años, pero, lo más relevante es que esto está ocurriendo a edades cada vez más tempranas. La depresión, adicciones a drogas y conflictos emocionales más que problemas de índole económico son los inductores más importantes.
Es por eso por lo que en medio del frenesí de las campañas electorales surgían las propuestas de salud para ser utilizadas como bandera política y, en lo referente al tema, insistimos en el argumento de evitar la centralización, lo cual ahora con el compromiso del gobernador electo de firmar IMSS Bienestar, es un hecho que muchas propuestas se vendrán abajo. Una de ellas fue el referente a la salud mental.
Hemos comentado que en los últimos años la atención al problema del suicido en nuestro estado se ha enfocado a la identificación de casos y su manejo (cuando el evento ya se gestó y manifestó) y no se ha retomado una estrategia integral con un fuerte componente en la prevención y blindaje emocional en la etapa escolar de niños y adolescentes, lo cual ya se ha hecho a escala municipal con la jornada “Vivir es lo de Hoy”.
El 14 de marzo de 2018 con una inversión de recursos federales y estatales que rondó en los 147 millones de pesos, se gestaron las Villas de Transición Hospitalaria, con el fin de sustituir al Hospital Psiquiátrico. La obra no se concluyó y así se entregó al actual gobierno estatal, siguiendo el llamado modelo Hidalgo, que incluía en un solo sitio el confinamiento de pacientes psiquiátricos y su inserción social, un modelo que pronto se convirtió en obsoleto en el sentido que la tendencia mundial es establecer servicios preventivos en Psiquiatría y derivar los casos que lo requieran a hospitales generales, por lo que se sugirió convertirlo en el Centro de Atención en Salud Mental del Sureste Mexicano, como parte de un interesante proyecto federal lanzado en abril de 2021, para lograr un impacto regional en la salud mental y sobre todo contribuir a una Estrategia Nacional de Salud Mental.
Pero como otros tantos programas en la 4-T, esto no se concluyó y quedó en el papel.
De aquí que se había sugerido invertir para rescatar el proyecto y convertirlo en el Centro Estatal de Atención en Salud Mental, lo anterior impactaría en una población de cerca de 1.120,544 personas sin régimen de Seguridad Social, un sitio que concentraría servicios de consulta externa; un semillero para la formación de recursos humanos en Psiquiatría, Psicología, Trabajo Social y técnicas en salud mental. Un lugar donde se pudiera intervenir para prevenir y dar seguimiento a pacientes con adicciones y sobre todo comportamiento suicida, incluyendo asesoría a familiares y técnicas para reinserción social y laboral, además de manejar el duelo en los familiares, porque no olvidemos que el suicidio arrebata una vida y destroza para siempre a una familia.
Además, un proyecto del Estado para el Estado, que incluso el secretario de Salud, el Dr. Mauricio Sauri Vivas, llegó a anunciar meses antes que se aprovecharía el edificio de las Villas de Transición de Salud Mental.
Ya es oficial; como se informó oportunamente por Diario de Yucatán: El gobierno de Yucatán desincorporó la clínica Villas de Transición…, que se construyó con $146.8 millones y está abandonada, sin informar en ese momento qué destino tendría este inmueble, aunque después se señaló se donaría a la Auditoría Superior del Estado de Yucatán (ASEY), la cual es un órgano técnico del Congreso estatal, para oficinas y estacionamiento. Leyó usted bien: la burocracia sobre la salud.
Así de ese tamaño es el mazazo, así de ese tamaño es el desinterés del Sr. Gobernador. Olvidémonos del dinero tirado al caño, lo que significa: la pérdida de la oportunidad de tener una unidad hospitalaria más que necesaria y no un “viejo hospital”, que ni siquiera se concluyó y entró en funciones. Esta vez el hacha se fue contra el árbol de la salud.
Damos por un hecho que el gobierno entrante no tiene, al menos, en sus planes de estrategia retomar el proyecto. Aún falta que el Congreso del Estado lo apruebe. En este sentido el gobernador ya cerró la cortina, como si fueran trastos viejos se desajena de una propuesta que salvaría vidas que, impactaría en la salud de los yucatecos, pero ¡qué caray!, con óptica empresarial, es claro que esto no reditúa ganancias.
Ojalá los órganos colegiados se manifiesten y si existe algún elemento jurídico, promover un amparo al respecto. Estoy consciente que ya es un grito ahogado, pero insistimos, “Por el bien de Yucatán: ¡No a la centralización de la salud!”— Mérida, Yucatán.
Correo: arredondo61@prodigy.net.mx
Médico y escritor
