Nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho, máxima juarista en los discursos de la 4T

Después de consumada la independencia de México, posterior a los tratados de Córdoba entre el virrey Juan O’Donojú y el generalísimo Agustín de Iturbide —el verdadero consumador, contra lo que dice la historia oficial—, entra nuestro país a un proceso de nombrar al recién nacido.

El nombre resultaría determinante y la discusión fundamental era en torno a república o monarquía que se fue transformando en facciones republicanas, borbonistas e iturbidistas. Eliminados los que querían a un monarca de la Casa de Borbón surgió una muy fogosa lucha.

Dada la humillación que pasaban los que querían como emperador a Iturbide, éste disolvió el Congreso Constituyente. Lo reinstauró tiempo después y utilizó a gente del populacho, llamados entonces pelados o léperos, encabezados por el sargento Pío Marcha y apoyados por el coronel Epitacio Sánchez para nombrar a Agustín I Emperador del Imperio Mexicano. Toda una farsa cuando una masa enardecida toma el Congreso para obligar a los diputados republicanos que apabullaban a sus colegas iturbidistas que no podían sustentar en los debates parlamentarios la creación de un imperio.

Vino a la mente de quien escribe, cuando a la sede del Congreso local llegaron los acarreados y no dejaron hablar a los diputados de oposición con el beneplácito de los líderes del morenismo. El mismo esquema, coincidente actuación, nada nuevo bajo el Sol 202 años después del suceso antes narrado.

Luego reapareció AMLO, volvió el salvador de la patria, porque la conductora del navío principal enfrenta demasiadas tormentas sin la experiencia necesaria.

Con suspicacia recordamos a Porfirio Díaz y a Álvaro Obregón. Al primero con el Plan de Tuxtepec enarbolando la consigna: “Que ningún mexicano se perpetúe en el poder y ésta será la última revolución”.

La revuelta tuxtepecana triunfó contra la reelección de Lerdo de Tejada y a Díaz le parecieron pocos los cuatro años en los que impuso a su títere y compadre Manuel González. Después de ese periodo, en el que nunca dejó de mandar, vuelve a la carga don Porfirio y aunque hubiese que pasar por encima de su bandera de lucha y retorciendo la Constitución.

El general Obregón, el invicto de la Revolución, el más inteligente de todos, después del asesinato de Carranza, atribuido a él como autor intelectual, pero sin probarse, gana la siguiente elección. Como con don Porfirio, le parece corto el tiempo y sin importar el lema de la Revolución Social Mexicana, “Sufragio Efectivo, No Reelección”, en la que participó destacadamente, también truquea la Constitución para reelegirse; sin embargo, no asumió el mando porque José de León Toral lo asesinó. Un crimen en el que las explicaciones del oficialismo dejan dudas.

Entonces surge la figura de Calles para dar paso al Maximato, el poder tras la silla presidencial. Era el hombre fuerte de la Revolución, como AMLO lo es de la 4T. ¿Será ese el proyecto? Como que aparecen indicios.

Otra maroma. La presidenta Claudia Sheinbaum, quien al principio se resistía participar en el sorteo de los equipos para el Mundial de Fútbol, por fin acudió y se vio contenta realizando un buen papel con la sobriedad que le caracteriza. Fue el señuelo poder conversar con el presidente norteamericano y el primer ministro canadiense acerca del tratado comercial que a los tres países interesa. Lo logró.

Cuando retornó a México, anunció que no asistiría al evento mundialista de inauguración a realizarse en el icónico Estadio Azteca. Dijo que obsequiaría su boleto entre la gente del pueblo bueno y ella estaría en el zócalo viendo el partido con los que no tienen recursos para asistir a ese deporte que cada vez es más inasequible para las clases populares.

Pero la neta del planeta, como escucho decir a mis alumnos, es que Claudia tiene miedo de recibir una rechifla como sucedió con Miguel de La Madrid al inaugurar el mundial de 1986. Aquello la desenmascararía ante el mundo en cuanto a su popularidad por lo “exitoso” del proyecto de la 4T en su segundo piso.

No es tan nuevo el nuevo estilo de gobernar de Morena.— Espita, Yucatán

Escritor, docente y Cronista de Espita

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