Diciembre es uno de los meses más hermosos del almanaque. Un mes donde las actividades se multiplican con el propósito de convivir en familia o con nuestras amistades, compañeros de trabajo o grupos sociales.
Diciembre es un mes donde el ánimo se manifiesta de diferentes formas. Se inicia con la iluminación de avenidas con adornos alusivos a la fecha. La colocación del árbol navideño en plazas, así como también figuras alusivas a la temporada dan un toque festivo a dichos espacios.
Por supuesto que no podemos dejar de mencionar las peregrinaciones en honor a la Virgen de Guadalupe que terminan el día 12 con una gran celebración en todas las iglesias, conmemorando su aparición en el cerrito del Tepeyac. Todo es parte de nuestras hermosas tradiciones que afortunadamente aún se conservan y donde la fe, la esperanza y la alegría están presentes en el sentimiento de las personas.
Sin embargo, considero que lo más bello de estas fechas es tener presente que el verdadero sentido de la Navidad es sin duda el nacimiento del Niño Jesús. Y que, sin importar el tiempo transcurrido y las circunstancias por las que atravesemos, los seres humanos continuemos siendo fieles a nuestras creencias transmitiendo las enseñanzas aprendidas en familia.
Que no olvidemos colocar en nuestro hogar, nuestro pesebre, portalito, belén o nacimiento como se le conoce a la representación del nacimiento del Niño Dios. Una costumbre que se atribuye a San Francisco de Asís haberla iniciado en Italia y que data poco más de ochocientos años. Costumbre que se extendió en Europa y posteriormente llegó a México. En principio la representación se hacía con personajes reales; con el tiempo fue cambiando para quedar como es en el presente al utilizar figuras elaboradas con algún material, por ejemplo, yeso, cerámica, barro.
Sin importar si nuestro Nacimiento es grande o pequeño, lo relevante es la importancia que debe dársele para que los pequeños en casa lo disfruten y mejor aún, que aprendan lo que ha significado para los seres humanos el nacimiento del Niño Jesús.
Porque Navidad no viene a ser el solo dar o intercambiar regalos o hacer festejos, sino es un tiempo que nos permite reflexionar de todo lo que nos ha acontecido durante un año. Es esperar y revivir con alegría el nacimiento de Jesús, ese hermoso niño que llegará una vez más a nuestro hogar, a cada hogar con el firme propósito de quedarse para siempre en nuestro corazón. Recibámoslo con mucho amor.
La época decembrina nos permite recordar tiempos idos donde compartíamos los festejos con nuestros seres queridos; algunos de ellos ya no están con nosotros. Sin embargo, son momentos de grata convivencia donde los recuerdos fluyen.
Las posaditas con nuestros amiguitos y vecinos eran todo un acontecimiento. Disfrutábamos pedir posada y cargar los peregrinos. A la hora de quebrar piñatas en forma de estrella con siete picos y llenas de colación, surgía la emoción esperando el momento en que el palo dañara el jarro que guardaba los dulces y éstos cayeran al suelo.
Y el que ganó, ganó; el que no, a esperar su bolsita —que siempre estaba muy bien surtida— porque las mamás se lucían con los festejos. Mi madrecita siempre nos hacía una piñata con globos; era un cubo o cuadro forrado con papel celofán que permitía ver su contenido. Cuando empezaban a salir los globos ya se imaginarán los gritos de todos los niños por la emoción.
Momentos felices de nuestra niñez; una etapa que muchos disfrutamos con alegría y que hoy recordamos con gratitud. Viene a la memoria con emoción, el que en cada hogar había un nacimiento. La mayoría tenía varios niveles. Mamás y abuelas se disponían a colocarlo en el espacio elegido y los pequeños de la casa ayudábamos a armarlo. Había casitas, un pozo, un puentecito, animalitos, cascada, en fin, todo lo que la imaginación o el conocimiento indicara. Era una tarea muy bonita en la que siempre aprendíamos con la explicación que nos daban en casa, además de lo que nos decían en la iglesia. Lo más bello era cuando se colocaban las figuras principales en el pesebre: la Virgen, San José, el Ángel, los Reyes Magos, los animalitos; los pastorcitos, todos ellos en espera de la llegada del Niño que estaba por nacer.
Por todos los maravillosos recuerdos familiares que conservo de mi niñez, de una época tan bella como es la Navidad, comparto la opinión y defensa de Giorgia Meloni en un video que se volvió viral en 2017 y vuelve a circular en redes.
Por su contenido en defensa del belén o nacimiento viene a reforzar la necesidad de afianzar nuestra fe católica y no dejarnos intimidar por otras culturas que llegan a un país que no es el suyo y pretenden modificar creencias y forma de vida.
Giorgia Meloni, periodista y actual primera ministra italiana, es una fiel defensora del belén como símbolo de la Navidad y de su cultura.
El Niño Jesús vino a ofrecernos valores como el respeto, la solidaridad y ante todo, el amor. Ese gran amor por la humanidad que lo llevó a dar su vida por todos nosotros.
Periodista
