“Por su muerte nos libera del pecado

Herminio José Piña Valladares(*)

La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe y vivida por la primera comunidad cristiana como verdad central, transmitida por la tradición, establecida en los documentos del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del misterio Pascual: Cristo ha resucitado y ha vencido a la muerte.

El misterio de la resurrección de Cristo es un acontecimiento real que tuvo manifestaciones históricamente comprobadas como lo atestigua el Nuevo Testamento. El Catecismo de la Iglesia Católica menciona que la Resurrección de Cristo es objeto de fe en cuanto es una intervención trascendente de Dios mismo en la creación y en la Historia. En ella, las tres personas divinas actúan juntas. Se realiza por el poder del Padre que ha resucitado a Cristo su Hijo, y de este modo ha introducido de manera perfecta su humanidad con su cuerpo en la Trinidad. Jesús se revela definitivamente Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos.

En cuanto al Hijo, él realiza su propia resurrección en virtud de su poder divino. Jesús anuncia que el Hijo del hombre deberá sufrir mucho, morir y luego resucitar. Afirma explícitamente: “Doy mi vida, para recobrarla de nuevo…. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo”.

Los padres de la Iglesia contemplan la resurrección a partir de la persona divina de Cristo que permaneció unida a su alma y a su cuerpo separado entre sí por la muerte: Por la unidad de la naturaleza divina que permanece presente en cada una de las dos partes del hombre, las que antes estaban separadas y segregadas, éstas se unen de nuevo. Así la muerte se produce por la separación del compuesto humano y la resurrección por la unión de las dos partes separadas.

Hay un doble aspecto en el misterio pascual: por su muerte nos libera del pecado, por su resurrección abre el acceso a la nueva vida. Ésta es en primer lugar la justificación que nos devuelve a la gracia de Dios a fin de que al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos así también nosotros vivamos una nueva vida. Consiste en la victoria sobre la muerte y el pecado y en la nueva participación en la gracia. Realiza la adopción filial porque los hombres se convierten en hermanos de Cristo, como Jesús mismo llama a sus discípulos después de su Resurrección.

Revivir en Cristo

El propio Cristo resucitado es principio y fuente de nuestra resurrección futura: Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que durmieron. Así también todos revivirán en Cristo.

En la espera de que esto se realice, Cristo resucitado vive en el corazón de sus fieles. En Él los cristianos perciben los prodigios del mundo futuro y su vida es arrastrada por Cristo al seno de la vida divina para que ya no vivan para sí los que viven sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

Abogado y asesor jurídico hjpvdirector@hotmail.com Herminio José Piña Valladares

 

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