Lo más importante de las fiestas navideñas no es el lujo ni el materialismo, sino una conversión sincera, una actitud humilde y darle sentido a la Navidad, es decir, hacer presente a Dios, señala el presbítero Jorge Martínez Ruz, vocero de la Arquidiócesis de Yucatán.

Al ser cuestionado sobre cómo celebrar las fiestas decembrinas, considera esencial recordar lo que se está festejando: el tiempo de Navidad, que viene de la palabra natividad, la cual hace referencia a un nacimiento.

“Lo que se celebra es la presencia de Dios, al menos para los creyentes, que vino históricamente entre nosotros y sigue con nosotros”.

Por eso, continúa, debe celebrarse cerca de Dios —“quien le da sentido a la vida de cada persona”— y redescubrir el sentido de las fiestas.

“En la medida que esto se entienda se dará un mayor significado a la celebración”, asegura. “Es como cuando a una persona la invitan a una fiesta: si conocen al festejado, a quien los invitó, si la persona se siente invitada, se prepara para la fiesta y la disfruta, pero si se llega a una fiesta donde no se conoce al qué festeja ni se sabe qué festeja será difícil el disfrutarla o aprovecharla”.

Ante el panorama de la crisis económica y la inflación, al presbítero le sorprende ver los comercios abarrotados como si todo se estuviera regalando, hay un alto índice de consumo y ansiedad de consumir, “posiblemente por dos años de no llevar las dinámicas que normalmente teníamos, lo cual hace que este consumismo llegue con más fuerza”.

Por ello, al pensar en los regalos para los seres queridos recuerda las recientes palabras del papa Francisco en alusión a la figura de Juan el Bautista y a un texto que dice que “llevaba un vestido de pelos de camello”, que “su comida eran langostas y miel silvestre” (Mt 3, 4) y que invitaba a todos a la conversión: “Conviértanse, porque el reino de los cielos está cerca” (v. 2). Predicaba la cercanía del Reino.

En suma, se trataba de una persona austera y radical. ¿Por qué la Iglesia lo propone cada año como el principal compañero de viaje durante este tiempo de Adviento? ¿Cuál es el secreto de Juan el Bautista? ¿Cuál es el mensaje que la Iglesia nos da en la actualidad con Juan?

El Papa responde a las preguntas diciendo que para acoger a Dios no importa la destreza sino la humildad. “El Adviento es un tiempo de gracia para quitarnos nuestras máscaras y ponernos a la fila con los humildes; para liberarnos de la presunción de creernos autosuficientes, para ir a confesar nuestros pecados, esos escondidos, y acoger el perdón de Dios, para pedir perdón a quien hemos ofendido. Así comienza una nueva vida”.

El prelado subraya que la vía es una sola, la de la humildad: “Purificarnos del sentido de superioridad, del formalismo y de la hipocresía para ver en los demás a hermanos y hermanas, a pecadores como nosotros y ver en Jesús al Salvador que viene por nosotros. Él está cerca de nosotros en este tiempo de conversión”.

Con esas palabras, el pontífice invita a seguir el ejemplo de Juan el Bautista para llevar una vida sin consumismos y prepararse para el acontecimiento más importante: la Navidad.

Conversión sincera

El vocero de la Arquidiócesis destaca que la clave es darse cuenta que lo importante no es el lujo sino una conversión sincera, una actitud humilde, pues el sentido de la Navidad es hacer presente a Dios y si algo se puede regalar es una actitud humilde y conversión de corazón siguiendo el ejemplo de Juan el Bautista.

La familia debe celebrar aprovechando los principales valores que se comparten, como la unidad, la fraternidad, la convivencia, el perdón y el amor, los cuales no tienen un valor económico, pero sí implica una dosis de humildad de la que habla el Papa.— Iris Ceballos Alvarado

Noticias de Mérida, Yucatán, México y el Mundo, además de análisis y artículos editoriales, publicados en la edición impresa de Diario de Yucatán