El calor, los mosquitos, los iguanos y Tere Cazola son parte del libro “Amores veganos” (Lectorum), un libro para leer masticando hielitos mientras reconocemos lugares y ocurrencias a caballo entre la capital yucateca y la Ciudad de México.

En “Amores veganos” Adrián Curiel Rivera parodia sucesos cotidianos de Yucatán, sin burlarse, y hace una crítica social desde la sátira a través de nueve cuentos instados en la corriente de la literatura huach, de la que Curiel Rivera se considera una especie de fundador.

A diferencia de otros textos como “Palmeras de la brisa rápida” de Juan Villoro, que Curiel Rivera considera muy apreciable, la suya no es la literatura del que tiene familiares aquí y regresa con una visión nostálgica ni la del turista deslumbrado que confirma las maravillas del lugar con su visita, sino la visión del fuereño arraigado que ha sido testigo y participe de las transformaciones de esta ciudad en los últimos 20 años, el tiempo que el escritor lleva viviendo en Mérida.

“Esta visión que comenzó con ‘Blanco Trópico’ en 2014 y luego con ‘Paraíso en casa’ es un elemento recurrente en mi literatura, la de hablar acerca de los huaches y de otras personas de la república mexicana que hemos llegado a la península buscando una nueva oportunidad de vida o después de un evento traumático”.

“Amores veganos” y “Otro día franco”, sus dos libros de relatos, y “Blanco trópico” y “Paraíso en casa”, sus dos novelas (de una producción de trece publicaciones) siguen la ruta de Curiel Rivera de hacer de Yucatán un personaje literario y un escenario, una metrópoli que se ha vuelto cosmopolita, plural y diversa pero que conserva sus tradiciones bien arraigadas.

“No es un texto contra los veganos ni tampoco a favor, pero plantea una de las obsesiones contemporáneas que es el divorcio entre la realidad y lo que deseamos, este encuentro entre un carnívoro redomado y una vegana fundamenalista que vigila la dieta del primero parecería imposible, ambos personajes se esfuerzan por darle sentido a una historia de amor, que se desarrolla en una especie de farsa”.

Otros temas del libro son las familias como universos de contención o solidaridad, como un universo ambivalente de castraciones y opresión, y la vida cotidiana en Yucatán como materia prima de una literatura donde siempre algo nos sorprende.

“Esos son los ingredientes de este corpus de la literatura huach”, dice el autor. “El huach que vive un doble exilio porque no tiene sentido volver al lugar de origen pero nunca acabas de ser extranjero donde vives, como planteaba Sergio Pitol, ‘no tiene forma de resolverse, uno va a ser permanentemente un exiliado’. Y más en un lugar donde predomina un regionalismo recalcitrante y orgulloso, muy bien afincado en sus costumbres, pero al mismo tiempo invadido por extranjeros que le han dado otra fisonomía a la ciudad, sin despersonalizarla”.

A Curiel Rivera lo han criticado por hablar cómicamente de incidentes muy yucatecos, pero aclara que sus relatos no buscan burlarse de lo que pasa acá, “más bien es homenajearlo usando el humor desde la hipérbole como recurso narrativo”.

Su literatura, dice, acompaña el proceso de transformación de la región que aporta elementos que no están en el imaginario local, de contemplación de la vida cotidiana de Mérida, “ha sido una etapa literaria muy rica para mí, que parte de mi experiencia de radicar en la península”.

En cuanto a la crítica social, se puede ver en cuentos como “Día de patineta”, homenaje a un relato de Raymond Carver, “Parece una tontería”, que Curiel Rivera aborda desde la desigualdad entre la casta divina y los mayas, porque aquí “no todo es miel sobre hojuelas”.

Curiel Rivera le apuesta a una sistemática desidealización del paraíso tropical del discurso oficial o promoción turística, donde parece que no hay crimen o violencia, donde todos son amables, “pero no es tan así, siempre hay conflictos, cosas que no se dicen”.

En los cuentos se incluye una anécdota real acerca de Rigoberta Menchú (que quiere ver las historias que nunca escribió, en el cine), y el caso de Zacarías Justo, basado en la historia de Justine Sacco, la relacionista pública que perdió su empleo por publicar un comentario racista en Twitter: “Me voy a África. Espero no contraer sida. Es broma. ¡Soy blanca!”, puso antes de abordar un vuelo de 12 horas a Sudáfrica.

“El tuit se volvió trending topic, cuando Justine llegó a África incluso le pidieron que se fuera, que no era bienvenida, fue la persona más odiada en el planeta en ese momento”.

“Era hora de transformar la anécdota en una ficción que tuviera que ver con los linchamientos en redes sociales, que nos pueden afectar a cualquiera, donde las buenas intenciones y la tolerancia se convierten en todo lo contrario, ensañarse con alguien desde un tribunal que puede destruir una vida, hace falta un debate real y no la censura”.

“Amores veganos”, un libro para jóvenes y no tan jóvenes, se integra por nueve cuentos, entre ellos el que da nombre al libro, “Día de patineta”, “Una criatura del aire” y “De la justicia nada poética de los linchamientos (el caso de Zacarías Justo)”; se consigue en librerías como Samborn’s, Gandhi o en el portal de Lectorum.

Curiel Rivera ya presentó “Amores veganos” en la pasada Filey y lo hará de nuevo en el Museo de la Ciudad de México, este fin de semana, junto a Alberto Chimal y Raquel Castro.— Patricia Garma Montes de Oca