Hombre que cuenta con un lugar privilegiado en el panorama cultural de Yucatán y más allá de sus fronteras, su nombre resuena con la fuerza de una vida dedicada a la creación poética.
A los 84 años de edad, el compositor, investigador, dramaturgo y poeta Luis Pérez Sabido asegura que “yo sigo siendo el mismo platicador dicharachero”.
Y dice que se siente muy honrado y comprometido con las generaciones que de ahora en más cantarán el Himno de Yucatán —cuya nueva letra es de su autoría—, ya que, como todo abuelo, se siente dichoso de dejar algo bueno “a sus nietos”.
Como publicamos, Pérez Sabido recibió el domingo pasado un reconocimiento a la trayectoria, otorgado por la Secretaría de la Cultura y las Artes (Sedeculta), en el Palacio de la Música, donde además se presentaron composiciones suyas con colaboradores musicales.
Al poeta, más que sus títulos, lo destaca su humildad y el ahínco con el que procura a su tierra, a su gente.
Desde sus primeros años fue educado en las artes por su padre, quien fue un hombre de cultura y le inculcó el amor por el teatro, la poesía y la música.
Esa pasión fue alimentada con cada puesta en escena, cada zarzuela, cada tarde en el teatro, y hoy, décadas después, esas semillas sembradas son un roble que ha vivido de todo.
Para Pérez Sabido la educación es fundamental. “Dios te da una facilidad, pero hay que documentarse”, dice.
Su formación literaria y teatral, que abarca estudios en la Escuela del Instituto Nacional de Bellas Artes, ha sido el cimiento sobre el cual ha construido una carrera aún vigente, sorprendiendo con cada nueva creación.
La disciplina de escribir y leer todos los días lo ha llevado a una “difícil facilidad”, le llamó, para innovar en cada tema sin repetirse nunca. Confiesa que escribe a diario y que a veces no sale como quisiera, pero se va puliendo con el tiempo.
Desde su poesía convertida en música por artistas como Armando Manzanero late el alma yucateca en cada verso, en cada nota. “Somos distintos”, afirma con orgullo, refiriéndose a la sensibilidad artística que define a su tierra natal.
Desde Cuba hasta Venezuela, pasando por Colombia, sus creaciones han traspasado fronteras, siendo reinterpretadas por orquestas sinfónicas y grupos corales que encuentran en sus composiciones la resonancia de una voz universal, no se diga en México. Desde luego que él sí es profeta en su tierra, porque Yucatán le ama y él ama a Yucatán.
A pesar de los laureles, el maestro Pérez Sabido no pierde la perspectiva de lo esencial. Vive feliz, agradecido, sin cicatrices en el alma. Con una actitud que lo ha hecho amigo de “tirios y troyanos”, su vida transcurre sin amarguras ni conflictos. “¿Para qué intoxicarme con algo que está fuera de mi alcance resolver?”, pregunta retóricamente, recordando que su enfoque es la creación, el amor a su familia y tierra, y cantarle a la mujer.
La vida ha sido generosa, no solo con él, sino con todos los que han compartido su obra. “He recibido mucho más de lo que doy”, declara sin falsa modestia, y reconoce que su trabajo ha tocado incontables vidas, que lo admiran por su contribución al patrimonio cultural de Yucatán y del mundo.
Se mantiene en contacto con el mundo a través de las redes sociales, en las que publica poemas y anécdotas; ellas representan una oportunidad de compartir.
Hoy, la trayectoria de Pérez Sabido se resume desde “Injusta lejanía”, pasando por “Yo sé que volverás”, hasta el Himno de Yucatán.— DARINKA RUIZ MORIMOTO
