Con más de 30 años de servicio, el grupo juvenil Agua Viva de la rectoría de San Juan Bautista cumplirá hoy domingo su acostumbrada misión anual a la comunidad de Nuevo Xjabín, comisaría de Tixcacalcupul.
Lo que se inició como un apostolado de catequistas bajo el nombre de “Nave para los pobres” ha evolucionado en una estrategia de evangelización integral que busca dignificar la vida de las familias en zonas de alta marginación y difícil acceso en el oriente del Estado.
La jornada comienza a las 6 de la mañana, cuando el equipo de 12 jóvenes voluntarios parte del centro de Mérida para recorrer casi 300 kilómetros hasta llegar a esa zona, ubicada en las inmediaciones de Yokdzonot.
El grupo lleva consigo un cargamento de 42 despensas, juguetes, dulces y ropa, obtenidos tras un esfuerzo de gestión que se inició en octubre pasado y que incluyó la venta de antojitos regionales y la recaudación de donativos entre los feligreses de la comunidad de San Juan Bautista y sus alrededores.
Evangelización
José Cupertino Canché Canché, coordinador y fundador del grupo, explica que la elección de Nuevo Xjabín responde a un estudio previo para identificar las comisarías con mayores carencias de servicios básicos y atención espiritual.
“En estos lugares la fe es arraigada, pero la distancia dificulta que los sacerdotes lleguen cada semana; nosotros buscamos que tengan algo diferente en Navidad, manifestando el amor de Dios en sus necesidades”, señala Canché Canché, quien recuerda los inicios del grupo hace tres décadas en la ciénaga de Progreso.
El programa de actividades en la comunidad sigue una metodología adaptada a la realidad local y el respeto por la lengua maya.
Óscar Cifuentes, integrante del grupo, destaca que el objetivo central es el crecimiento espiritual mediante dinámicas segmentadas: mientras los niños participan en juegos y rompen piñatas, los jóvenes reciben formación sobre el Adviento con el fin de que ellos mismos sean protagonistas y transmitan el mensaje a los adultos de su comunidad.
La visita concluirá con una liturgia penitencial de reconciliación, el rezo del Ángelus al mediodía y una convivencia fraterna en la cual se distribuirán los apoyos recolectados.
Para los organizadores, este recorrido de cientos de kilómetros representa un llamado a la juventud actual para acercarse a la fe no como una obligación, sino como una experiencia de amistad y servicio que transforma la realidad de quienes menos tienen.— DANIEL BAUTISTA SILVA



