MADRID (EFE).— La escritora e ilustradora Tessa Hulls, Premio Pulitzer de Biografía 2025 por el cómic “Alimentar a los fantasmas”, en el que reconstruye la vida de tres generaciones de mujeres chinas marcadas por la persecución política, está convencida de que no volverá nunca más a China porque ya le informaron que no le renovarán la visa.


Hulls (California, 1984) considera que con la decisión de no darle un nuevo permiso de entrada (el actual expira en 2026) “se repite en cierta manera la tragedia familiar que narra en el cómic”, un relato intergeneracional de su abuela Sun Yi, periodista perseguida por la revolución comunista china; su madre Rose y ella misma, con una vida marcada por la persecución política y el exilio.
Hulls dice que su novela gráfica está prohibida en China, pero acaba de salir una traducción en Taiwán, por lo que siente “bastante curiosidad” por ver la acogida y cómo reaccionan los lectores a esa versión.
Reconoce que durante los diez años que empleó en desenmarañar la historia familiar de su abuela y su madre estuvo bajo el radar del gobierno asiático porque no se sabía qué estaba haciendo. De todas formas, no tiene intención de pedir más permiso para viajar al país porque su madre era el puente que la conectaba con China y “ahora tiene demencia y es bastante probable que no pueda viajar más; la conexión se ha roto”.
La autora, que vive en Estados Unidos, reconoce que actualmente con la administración de Donald Trump “los escritores, historiadores y artistas ven al gobierno declarar la guerra a su trabajo y a las historias que quieren contar”.
No obstante, todavía se tiene la libertad de ser crítico con el gobierno y con lo que está sucediendo, aunque teme que su país, “poco a poco, entre en una dictadura”. Equipara las políticas de Mao en las décadas de 1950 y 1960 con las de Donald Trump en la actualidad.
En su opinión, lo que hacía Mao en su momento y ahora Trump es convertir “la educación en algo malo y luego negar la ciencia; son líderes que cuentan unas realidades que contradicen los hechos y fuerzan agendas instaladas en el negacionismo”.
Pese a este clima, Hulls dice sentirse “muy estadounidense”; reconoce que muchos amigos están tomando la decisión de irse de Estados Unidos pero ella quiere quedarse “y hacer que la situación mejore”.
Admite que siente “decepción y miedo” por todo lo que está pasando, “pero sigue siendo mi hogar”.
Hulls define a “Alimentar a los fantasmas” como armar un rompecabezas en el que cada pieza era un recuerdo enterrado y reconoce que le ha afectado: “Ahora soy una persona más blanda, más emocional y el cambio más radical es que soy capaz de abrazar a mi madre”.
Cree que libros como el suyo ayudan a tender puentes, pero le preocupa la poca capacidad de la gente de centrarse y buscar la empatía.
Afirma que se considera una artista multidisciplinaria y con cada proyecto desarrolla una relación en la que se plantea cuál es el formato más adecuado.
En el caso de “Alimentar a los fantasmas”, ya sabía que sería un cómic de 400 páginas, y no siente que ahora tenga otras historias que encajen en ese formato.
Seguirá trabajando en el cómic, pero no sola, porque se sintió “sumamente aislada frente a una historia que no podía cambiar”.
Su intención es hacer algo más colaborativo. En este momento trabaja en un proyecto científico con secuoyas en el que analiza su respuesta frente al cambio climático con biólogos marinos y los efectos de una ola de calor que ha matado pájaros.
