MÉXICO (EFE).— Daniela Tarazona inventó una máquina del tiempo hecha de 119 hojas de papel, titulada “El corazón habitante”. Con esta reciente obra se embarca en un “viaje diacrónico” hacia el pasado de las cavernas, la medicina del siglo XVII y el futuro digital, un espacio donde “la imagen de una guerra pesa lo mismo que un anuncio publicitario”.
La ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz en 2022 observa con “alucinación” la velocidad tecnológica con la que sus manos pasaron de las teclas de la máquina de escribir a las de la computadora y afirma que le preocupa que esta “constante adaptación” de la especie humana a lo digital convierta la guerra y el arte en simples “escenografías”.
“Ahí, la guerra es una escenografía. Me preocupa que todo sucede en un mismo ‘timeline’, de manera homogénea y con atributos semejantes”, dice sobre el mundo “del internet y las redes sociales”, cuyos habitantes lo alimentan “con contenido de su propia vida”.
Además, le parece “terrorífico” que la IA “tome elementos de la realidad actual y los trastoque para dar un mensaje específico”. Y pone como ejemplo los vídeos publicados por el presidente estadounidense Donald Trump en los que se autoproclama rey, como respuesta a las multitudinarias manifestaciones de octubre bajo el lema “No Kings (No queremos reyes)” en contra del mandatario.
Tarazona admite sentirse como los fósiles dibujados por Alejandro Tarrab en las páginas de “El corazón habitante”, pues muchas veces se siente como una “mujer en la prehistoria” que no entiende hacia dónde vamos o “por qué estamos aquí”.
Para responder a esa pregunta, la autora de “Isla partida” crea tres únicos personajes en su más reciente novela: una mujer de la prehistoria, con la que se identifica; el médico William Harvey (1578-1657), a partir de su tratado “Motu Cordis”, de 1628, y un astronauta que, desde la soledad del espacio, revalora las equivocaciones de la especie humana.
Entre las curiosidades del texto está la construcción de este último personaje, que surgió luego de que el médico aeroespacial mexicano Emmanuel Urquieta le explicara que sin “gravedad terrestre” el corazón humano pasa de cónico a esférico.
La imagen de un corazón circular navegando entre las estrellas impactó de tal manera a la escritora que convirtió a este órgano en el protagonista de sus tres relatos, publicados por Almadía, en los que esa parte del cuerpo representa lo que, más allá del tiempo, “nos une a todos como especie”.
“El corazón es un animal antiguo dentro de otro animal, es una potencia casi autónoma”, sentencia Tarazona, Premio Narrativas a Escena en 2024.
A inicios de este siglo, Tarazona comenzó su camino como escritora, cuando en México publicar “aunque fuera un suplemento en una revista”, siendo mujer, era una tarea “sumamente compleja, nada que ver con lo que ocurre ahora”.
“Tenías que insistir mucho más, escribir 20 veces mejor y hacer muchas más propuestas de las que hacían algunos hombres que publicaban por ‘palmadita’ (amiguismo) y no por su capacidad”, subraya.
En ese sentido, lamenta que figuras masculinas como el director del Fondo de Cultura Económica (FCE), Paco Ignacio Taibo II, nieguen “el valor literario de la escritura de las mujeres” en Latinoamérica. “Es de una pobreza intelectual no ver ese valor y, encima, decirlo en la segunda feria más importante del mundo”, señaló en alusión a la negativa de Taibo, en la pasada Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), a incluir más mujeres en la iniciativa de promoción de lectura del FCE ‘25 para el Veinticinco”, en el que de 27 libros latinoamericanos solo siete están escritos por mujeres.
De un vistazo
Cambio
A inicios de este siglo, Daniela Tarazona comenzó su camino como escritora, cuando en México publicar “aunque fuera un suplemento en una revista”, siendo mujer, era una tarea “sumamente compleja, nada que ver con lo que ocurre ahora”.
Diferencia
“Tenías que insistir mucho más, escribir 20 veces mejor y hacer muchas más propuestas de las que hacían algunos hombres”.
