El taller del mimbrero Arturo León Camargo está en la avenida Pedagógica Nacional entre 65 y 15-B

“Un trabajo noble”

Arturo León Camargo tenía 14 años cuando aprendió a hacer muebles de mimbre. Entonces no sospechaba que el oficio le daría tantas satisfacciones, desde un trabajo estable hasta muchos viajes por toda la República.

“Vengo de una familia muy humilde y a partir de este trabajo he conseguido tanto”. Fue precisamente por la situación económica de su familia que conoció el oficio de mimbrero.

Arturo recuerda que solía ir a un club para niños de escasos recursos y la presidenta era dueña de una mueblería por el rumbo de Santa Lucía.

Ahí enseñaban a hacer muebles de mimbre. El joven mostró interés y no tardó en convertirse en aprendiz, descubriendo poco a poco los secretos del mimbre, que hasta entonces desconocía que era una planta de origen oriental.

El entrevistado añade que el mimbre es un material muy noble y para trabajarlo tiene que estar húmedo. Explica que el proceso no es complicado y tampoco se requiere de mucha fuerza.

“Mucha gente lo toma como fastidioso más que difícil, pues uno está todo el día dale y dale y parece que no avanza, pero es cuestión de tomarle un poco de amor al arte”.

Ya mayor de edad, trabajó en mueblerías y más adelante en hoteles de Playa del Carmen. En esa etapa visitó varias ciudades del país, pues los muebles que hacía eran muy requeridos en los centros de hospedaje.

Por su trabajo, asegura, se fue a Estados Unidos, Cuba, Venezuela y Perú. Los muebles de mimbre, cuenta, también eran muy populares en las haciendas y en muchas casas de la ciudad, sobre todo porque bien cuidadas podrían durar hasta 70 años.

Son tan resistentes que una vez hecho el tejido es casi imposible deshacerlo, para ello habría que cortar todo, en otras palabras, destruirlo. Pero los costos altos del material que se trae de Shanghái e Indonesia, así como las nuevas tecnologías, han afectado la producción.

De hecho, Arturo es de los pocos en la ciudad que siguen trabajando el material. Hace 18 años instaló su taller, llamado “Irayam”, sobre la avenida Pedagógica Nacional entre 65 y 15-B del fraccionamiento Vergel. Se puso a disposición el teléfono (999) 570-8307.

Arturo dice que una sala sencilla le lleva hacerla de 20 a 25 días, pero si el diseño es más complejo puede tardar hasta mes y medio.

“Es un trabajo noble, pero todos los trabajos cuando le pones empeño te dan satisfacciones”.— Iván Canul Ek

Material

Para que la labor no sea tediosa, Arturo León juega con el material y hace sus propios diseños con mimbre, como el espejo con repisa que le dio de regalo de XV años a su hija.

Trabajos previos

“Es un diseño único, no existe otro igual”, dice contento y sonriente, tras recordar la emoción de su hija. Igual recuerda con cariño que arregló los muebles que pertenecieron a Pedro Infante de la casa que tuvo en Mérida, así como algunos trabajos para Armando Manzanero.

Decoración

Arturo dice que el precio de una sala de mimbre es de $30,000 a $35,000, lo que es una desventaja contra las que ofrecen las tiendas con meses sin intereses. “Pero los muebles actuales prácticamente son desechables porque una sala que te cuesta $8,000, a los cuatro años la tienes que tapizar y te cuesta $6,000. “En cambio, las de mimbre duran mucho”.

De larga duración

Sobre este tipo de salas, “en hostelería cada 15 años se renueva porque es de uso rudo y diario, pero en un domicilio prácticamente es eterno”.

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