La Asociación de Cronistas de Yucatán entregará al Congreso estatal una iniciativa de ley para que la figura del cronista de una ciudad sea reconocida, jurídicamente, en los ayuntamientos de los 106 municipios del estado, informa el cronista de la ciudad de Izamal, Miguel Florencio Vera Lima, entrevistado con motivo de un reciente reconocimiento.

El doctor Vera Lima nació el 28 de septiembre de 1954 en Izamal, se graduó de médico cirujano por la Universidad Autónoma de Yucatán en 1980 Mérida y desde 1977 es cronista de Izamal.

Es el tercer hijo de los hoy extintos esposos Juan Vera Massa y Juanita Lima Miranda. Sus hermanos son José Eucario, Pedro Juan, Eduardo Manuel, Julia Adela, el hoy finado Sergio Gilberto y Magaly Concepción.

¿Cuál fue el proceso en el que se le eligió o nombró cronista de Izamal?

Ya tenía un tiempo investigando aspectos históricos de Izamal, acudí al Palacio por registros antiguos, ya había conocimiento de mi trabajo y, además, en 1976 empecé a escribir en el Diario de Yucatán, el 29 de abril de 1976 se publicó mi primer artículo periodístico en la página Editorial, y sigo colaborando hasta ahora.

Esta dedicación por los temas de Izamal hizo que el Ayuntamiento me llamara para ofrecerme el cargo de cronista de la ciudad. En ese tiempo había llegado a la Comuna un oficio de Mérida que solicitaba al cronista de la ciudad, en caso de haber, para fundar la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas, fundada por don Renán Irigoyen (Rosado) en Mérida los días 28, 29 y 30 abril de 1977.

Entonces, ya con mi título de cronista (de Izamal) me presento y fui el único fundador yucateco, junto con don Renán, de la mencionada asociación.

Para la fundación se celebró una sesión solemne de Cabildo, que encabezó el entonces alcalde de Mérida, Federico Granja Ricalde.

Oficialmente, ¿qué hace un cronista de una ciudad, como Izamal?

Escribir lo que sucede en la ciudad tal como lo percibe un cronista. Lo bueno, como la fundación de una escuela, una asociación o un parque, y también lo malo.

Es material para que en el futuro un historiador pueda hacer la historia de la ciudad. El cronista solo apunta lo que ve.

¿Este material está en el Ayuntamiento o es de usted? ¿Cómo la gente puede consultarlo?

Son libros grandes. El primero está escrito a mano. Después de hacer dos, me di cuenta que era muy difícil hallar el material, pues había que revisar si no me acordaba bien cuándo sucedió un hecho. Ahora trabajo por medio de fichas. Tengo un fichero cronológico de sucesos y otro de temas.

Todo este material yo lo tengo en mi archivo; además de recortes de periódicos desde 1979, de hechos y temas variados. Todo está abierto a la comunidad.

A los ayuntamientos he solicitado la fundación de un Archivo (Municipal) y no se ha podido hacer esto.

¿Qué dificultades afronta un cronista de una ciudad?

No siempre hay el apoyo oficial. Nos invitan a conferencias, pláticas, pero cuando uno solicita apoyo siempre dicen que no hay dinero. El Ayuntamiento de Izamal nunca me ha patrocinado ningún libro.

Tengo ocho libros escritos. Uno me patrocinó el Ayuntamiento de Mérida en 1990, dos, la Uady, otros en otras instituciones y los demás yo los financié.

También tengo tres escritos en colaboración con compañeros escritores y con diferente financiamiento.

Biografía, leyendas, poemas…

El Ayuntamiento de Mérida editó una biografía del vate don(izamaleño) Ricardo López Méndez.

La Uady, “Leyendas de Izamal”, hizo dos ediciones porque rápido se agotó la primera, y una biografía de don Renán Irigoyen, como yo lo conocí, la escribí cuando él murió (en 1994) y la universidad la editó.

Los otros se editaron con la ayuda de unos amigos, el ingeniero (izamaleño Tuffy) Gáber (Arjona), quien era diputado federal, me ayudó en la edición de una colección de poemas a Izamal.

En mis primeros años de cronista, algún Ayuntamiento me ayudaba con el pago de pasajes para ir al Congreso Nacional de Cronista, que cada año se hace.

Ya después, sobre todo porque soy profesionista, yo me costeo solo.

¿Cuánto le pagan como sueldo o simbólicamente como cronista de Izamal?

Hasta ahora ni un centavo. Desde un principio (1977) no hablamos de un sueldo con el alcalde (Nicolás Muñoz Váldez) y hasta ahora no está en la reglamentación de los municipios, y creo a nivel estatal, el pago al cronista.

Ahora estamos en la Asociación de Cronistas de Yucatán y en el proceso de solicitar al Congreso, primero, que la figura (jurídica) del cronista esté en un reglamento municipal.
Ya después podríamos hablar de sueldos. Pero ahora no pretendemos solicitarlo.

Cada cronista vive de lo que hace uno en su trabajo y de la caridad pública.

¿Qué ventajas o beneficios conlleva ser cronista de una ciudad, de Izamal?

En ocasiones, la gente accede a dar información cuando se le solicita.

Las instituciones, como el Registro Civil, el Catastro, me dan facilidades cuando voy a buscar información histórica que ellos tienen.

Cuando conocen lo que escribo les gusta porque la gente aprende de historia, ya que mi trabajo es hablar de lo que sucede hoy, pero es necesario investigar sobre el pasado.

Entonces, dar aspectos relacionados con la historia de la ciudad le gusta a la población.
Una desventaja es que a la autoridad no siempre le gusta que se mencionen desaciertos, y eso hace que haya cierto desapego.

¿Qué reconocimientos tiene el cronista de Izamal?

En cada reunión (nacional) de cronistas se nos declara huéspedes distinguidos de la ciudad a donde vamos cada año.

La misma Asociación Nacional de Cronistas me ha declarado su presidente honorario vitalicio, pues de 1977 a ahora prácticamente soy el único de los fundadores que vive; los demás han fallecido.

El primer presidente honorario de la asociación fue don Renán Irigoyen, el fundador; al morir él en 1994 nombran presidente honorario al cronista de la ciudad de Monterrey Israel Cavazos Garza; al fallecer él, en 2016, en el congreso (de la asociación) de 2017 se sometió a votación la propuesta de nombrarme y, pues no había otro con más antigüedad y quedé como presidente vitalicio.

En la Asociación de Cronistas de Yucatán también soy el presidente honorario, pues yo tengo el título más antiguo de cronista, de 1977. Somos 30 personas en total; como la mitad somos cronistas y los demás son historiadores comunitarios y algunos son maestros universitarios.

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A la muerte de don Renán Irigoyen (en 1994), meses después el alcalde Luis Correa Mena nombró cronistas de Mérida a Jorge Álvarez Rendón y Gonzalo Navarrete Muñoz.

Antes el cronista de Mérida era el padre José Florencio Camargo Sosa, quien nació en 1945 y murió en 2013 y tenía un doctorado en Historia, precisamente su tesis doctoral versa sobre don Crescencio Carrillo y Ancona (nacido en Izamal).

¿Quién le otorgó, el 3 de marzo pasado, el Premio Páay T’aan de 2024?

El premio fue un óleo, obra de un pintor de Kimbilá (Izamal). Me lo entregó el fundador de la asociación Páay T’aan, Gastón Melo Medina, quien es yucateco veracruzano. Su mamá fue izamaleña, y él desciende del llamado “Tatán Medina” (José María Medina Ayora, de Ticul), el que hacía el talco Dos Caras y fue alcalde de Mérida hace casi 100 años (en 1929).

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¿Qué significa para usted este reconocimiento a su trayectoria como cronista de Izamal?

El año pasado se lo dieron al arqueólogo don Luis Millet Cámara por su trabajo histórico y arqueológico.

Este año se sometió a un jurado que integran doña Margarita Díaz Rubio, la antropóloga Diane Ditton y el arqueólogo Luis Millet Cámara. Ellos decidieron que yo reunía los méritos como promotor de la ciudad de Izamal, por la dedicación al estudio de la historia de Izamal y la escritura de la crónica de la ciudad.

Además, tengo un reconocimiento (adicional) porque cada año colaboró con conferencias en el festival Páay T’aan (que se realiza desde 2022) y esta vez yo hablé de las leyendas de Izamal.

¿Cuál es su nuevo desafío como cronista de Izamal?

Seguir escribiendo la crónica, completar varios libros en proceso y, probablemente, este mes salga un libro que hice con dos tres compañeros sobre los últimos 30 años de la ciudad de Izamal, cómo ha cambiado desde 1992-1993 hasta hoy.

Son dos momentos históricos. Uno es cuando se forma la Fundación Cultural Yucatán, que es la que destina cierto presupuesto para trabajos arqueológicos en la ciudad y eso hace que haya un redescubrimiento de la cuestión histórica y cultural de la ciudad y coincide con la visita del papa Juan Pablo II (en 1993), que es lo que hace que la gente a nivel mundial pregunte dónde está Izamal.

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Entonces ha habido un crecimiento turístico, pues en aquel entonces había pocos restaurantes para ir a comer y ahora hay más y de distintos niveles; lo mismo pasó con el alojamiento.

Estos cambios son lo que analizamos en este libro.

Flor de Lourdes Estrella Santana es Licenciada en Educación por la Uady. Ingresó a Grupo Megamedia en el año 2000. Ha sido reportera, redactora y editora. Escribe contenidos generales, especialmente...