Los manglares de Celestún y Sisal, puertos de Yucatán, resistieron al poderoso huracán Milton, pero presentan tres daños que impactan en las especies que habitan en estos humedales, informa Dr. Jorge Herrera Silveira, responsable del Laboratorio de Producción Primaria del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav)-Mérida.
Los potentes vientos de Milton derribaron árboles, las torrenciales lluvias aumentaron el nivel de inundación y las marejadas ciclónicas entraron a tierra y modificaron la salinidad de los manglares de Sisal y Celestún, afirma el especialista al informar sobre los daños que se observan en estos ecosistemas a causa Milton.
Los manglares protegen de los huracanes a los asentamientos humanos cercanos a las costas, disipan la energía de las olas y desaceleran la entrada de las marejadas ciclónicas, lo que puede disminuir los daños por inundación y minimizar la erosión, destacan el Dr. Herrera y otros investigadores en “Daños a los manglares causados por huracanes. Técnicas y costos de reparación tras una tormenta” (2022).
Aunque no tocó tierra en Yucatán, Milton bordeó la costa yucateca del Poniente a Orientedel lunes 7 al martes 8 de octubre de 2024: Celestún, Sisal (municipio de Hunucmá), Progreso, Telchac, San Crisanto (Sinanché), Chabihau (Yobaín), Santa Clara (Dzidzantún), Dzilam de Bravo, San Felipe, Río Lagartos y El Cuyo (Tizimín). Y luego giró hacia Florida, EE.UU.
Según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos, Milton es el quinto huracán más intenso, por su poder destructivo, en el Atlántico en 89 años y el segundo más potente, por la fuerza de sus vientos, desde 2005. Con cinco récords, entró a la historia de los grandes huracanes de esta cuenca.
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Para evaluar los impactos de Milton en los manglares de Sisal y Celestún, el Laboratorio de Producción Primaria y la Escuela Nacional de Estudios Superiores de la UNAM en Mérida realizaron una verificación rápida mediante vuelos de dron, cuantificación “in situ” de daños a la vegetación y mediciones hidrológicas.
Esta evaluación es parte del monitoreo que ambas instituciones realizan en la Reserva de El Palmar (Sisal) y en la Reserva de la Biosfera Ría de Celestún.
La información recabada se sigue procesando, y el monitoreo continuará para evaluar la resiliencia (adaptación) –ante un huracán– del paisaje, la cobertura del mangar e hidrología, así como de la biodiversidad (especies) de ser posible, afirma el Dr. Herrera.
El impacto de Milton en los manglares de Sisal y Celestún
El investigador precisa que el 7 de octubre, Milton pasó a 115 kilómetros (km) al norte de Celestún con vientos máximos sostenidos de 285 km/h y rachas de 350 km/h, y causó los siguientes cambios en los manglares:
- Árboles derribados y sin hojas.
- Bajó la salinidad del agua superficial (de 20 gramos de sal por kilogramo de agua a 13 g/kg).
- Aumentó el nivel de inundación (de 4 a 32 cm), por las fuertes lluvias.
La entrada del mar a los manglares afecta la salinidad, lo que a su vez modifica la flora y fauna porque los organismos tienen distintas tolerancias y respuestas a la salinidad del agua.
Los manglares son los últimos bosques cuando se va tierra adentro al mar, toleran altas salinidades e inundaciones prolongadas porque, aunque éstas reducen el oxígeno, los humedales lo toman de la atmósfera a través de esnórqueles y lo llevan a las raíces, pero estos tubos respiradores fallan si la inundación es muy prolongada y entonces ocurre mortalidad masiva de mangles, detalla a su vez el Instituto de Ecología.
Además de los daños en el ecosistema, el Cinvestav documentó con fotos que los manglares de Celestún fueron refugio de lanchas, pero los vientos de Milton tiraron árboles cerca de las embarcaciones e, incluso, destruyeron la palapa de una cooperativa que da paseos a turistas en la ría.
Milton y los manglares de Sisal
En cuanto el impacto de Milton en Sisal, el Dr. Herrera indica que el huracán pasó a 105 km al noroeste de ese puerto con vientos máximos sostenidos de 270 km/h y rachas de 351 km/h.
Las primeras observaciones revelan daños al manglar, pero en menor proporción que en Celestún, destaca el investigador, quien enlista los siguientes:
- Aumentó la salinidad intersticial (de 30 a 46 g/kg)
- Se incrementó el nivel de inundación (de 12 a 65 cm).
- Una zona de avistamiento de garceta nivea (Egretta thula) se vio afectada al presentar arboles muy altos que fueron derribados por el viento.
Yucatán, con manglares resistentes a alta salinidad
La salinidad intersticial es la sal del agua en los sedimentos, y cuando es superior a 70% provoca la disminución del desarrollo del manglar, llegando a causar su muerte, dice al respecto la maestra Sandra Cárdenas del Ángel en una investigación sobre la restauración de humedales en Veracruz.
Asimismo, señala que una salinidad intersticial de entre 20 y 30% es óptima para el crecimiento de los mangles, aunque algunas especies resisten salinidades altas: el mangle negro (Avicennia germinans) es el más tolerante y le siguen el rojo (Rhizophora mangle) y el blanco (Laguncularia racemosa).
En Celestún y Dzilam de Bravo predomina el mangle Rhizophora; en Sisal, el Avicennia germinans, que resiste salinidades mayores a 40 g/kg, y en Dzemul, el Laguncularia racemosa, que tolera salinidad menor de 35 g/kg, de acuerdo con el Dr. Herrera.
Los manglares de la Península de Yucatán, dicen los autores del estudio de 2022, son resilientes a los ciclones siempre y cuando estén saludables antes del evento; en ese caso, se recuperan naturalmente en un promedio de 7-13 años, pero si el manglar está degradado le tomaría más de 20 años restaurarse y, en el peor de los casos, es posible que nunca se regenere a menos que el hombre actúe para rescatarlo.