Juan Antonio Palma Solís, especialista del clima, enseña a unas mujeres mayas el funcionamiento del equipo de la nueva estación meteorológica de Tzucacab, instalada en la Casa Cultural “Alicia Díaz Barbosa”
Juan Antonio Palma Solís, especialista del clima, enseña a unas mujeres mayas el funcionamiento del equipo de la nueva estación meteorológica de Tzucacab, instalada en la Casa Cultural “Alicia Díaz Barbosa”

Curiosas de la ciencia, un grupo de mujeres mayas observa cómo se levanta una pequeña torre metálica con sensores, cables y una veleta que gira con el viento.

No es una antena ni una máquina misteriosa. Se trata de la nueva estación meteorológica de Tzucacab, instalada en la Casa Cultural “Alicia Díaz Barbosa”.

Es una plataforma para difundir el arte y la cultura, promover el turismo comunitario y con identidad cultural, por lo que su llegada marca el inicio de una nueva etapa para la comunidad.

El proyecto forma parte de la red de monitoreo atmosférico comunitario impulsada por PPD México, la Junta Intermunicipal Biocultural del Puuc (Jibiopuuc) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Su objetivo es sencillo, pero muy poderoso, que la propia gente mida, interprete y use los datos del clima a favor de su comunidad.

Al frente de la instalación estuvo el meteorólogo Juan Antonio Palma Solís, conocido por su labor de divulgación en redes y medios. Viajó al sur del estado para capacitar a las encargadas de operar el equipo, pero lo que encontró ahí lo alegró aún más.

“Pensé que iba a instalar el equipo en una cooperativa donde hay ingenieros o técnicos. Pero cuando llegué me encontré con un grupo de señoras mayas que hacen miel, hamacas, cremas y collares… y que decidieron aprender sobre meteorología. Me pareció increíble y sumamente valioso”, relató el especialista.

La estación se encuentra en la casa cultural que por seis años ha sido un centro de aprendizaje.

Bajo un techo de huano, las mujeres escucharon a Palma Solís explicar cómo leer los datos de lluvia, temperatura y viento.

Algunas grababan con su celular los pasos para interpretar la información; otras hacían preguntas sobre cómo usarla para mejorar la producción de miel o prever cuándo lloverá.

“Querían entenderlo todo, estaban fascinadas”, recordó el meteorólogo.

“Fue muy satisfactorio verlas tan interesadas”, comentó. “Mujeres mayas haciendo ciencia, juntas decidieron invertir en un equipo meteorológico. Eso dice mucho de ellas”.

Red que crece

Con esta instalación, Tzucacab se suma a la red comunitaria de estaciones meteorológicas que ya opera en varios municipios de Yucatán, Campeche, Quintana Roo y recientemente Chiapas.

Todos los equipos están conectados a una plataforma que muestra los datos en tiempo real para saber cuánto llovió, cuánta temperatura hubo o cuán fuerte sopló el viento, entre otros datos.

Estos registros no solo sirven para la ciencia: también ayudan a las comunidades a prepararse mejor ante tormentas o cambios bruscos de clima.

“Ahora, cada vez que haya frío, lluvia o viento fuerte sabremos exactamente qué pasa en Tzucacab gracias a ellas”, explicó Palma Solís.

La iniciativa tiene un valor especial: son las propias mujeres mayas quienes están liderando esta pequeña revolución científica. Ellas aprendieron a manejar los sensores, a leer gráficas y a compartir la información con otras cooperativas.

“Es el pueblo el que está haciendo ciencia. No se necesita tener tres doctorados ni vivir en la ciudad. Basta la curiosidad y las ganas de aprender”, subrayó el meteorólogo.

Ahí, donde se hablaba de flores y abejas, ahora se conversa también de presión atmosférica y radiación solar. La ciencia llegó para quedarse, y lo hizo de la mano de mujeres que miran el clima con los pies firmes en su tierra.

Tzucacab ya forma parte de una red que crece y une a comunidades de toda la península. Una red donde el conocimiento se comparte, el clima se entiende y el cielo, por primera vez, se mide desde casa.