La entrega del reconocimiento Médico del Año que el Congreso del Estado dio ayer en forma póstuma al doctor Rudy Humberto Coronado Bastarrachea destaca el legado humano y de servicio que labró el galeno en 40 años de ejercicio profesional.
En sesión solemne el presidente de la mesa directiva, Alejandro Cuevas Mena, entregó la placa alusiva del reconocimiento “Médico del Año del Estado de Yucatán” a la esposa e hijo del homenajeado: Ana Desideria Góngora Puga y Rudy Omar Coronado Góngora.
Como testigos de este reconocimiento estatal estuvieron el secretario general de Gobierno, Omar Pérez Avilés; el diputado de Morena, Wilmer Monforte Marfil, presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política; y el magistrado del Tribunal Superior de Justicia, Hernán Vega Burgos, quien por primera vez representa públicamente al Poder Judicial del Estado.
“Tu legado no se borra con el tiempo ni con la distancia. Viviste como pensabas y eso en estos tiempos es una forma de heroísmo”, enfatizó el hijo del galardonado en su discurso.
“Nos enseñaste que la bondad no necesita ruido, que el deber cumplido no requiere aplausos y que servir a los demás es la forma más bella de trascender. Nos enseñaste que la ciencia y la humanidad pueden ir de la mano y que la medicina cuando se ejerce con amor se convierte en una forma de eternidad”, apuntó.
“Hoy Yucatán te honra y nosotros tu familia te celebramos con lágrimas de orgullo y con la certeza de que cumpliste tu misión en la tierra”, señaló.
“Tu nombre, Rudy Humberto Coronado Bastarrachea, quedará grabado para siempre entre los grandes médicos de nuestro Estado. Pero más allá de los títulos y los reconocimientos, quedará en nosotros el recuerdo del hombre bueno que fuiste”.
Doctor y docente
Rudy Omar destacó que su padre dedicó más de cuatro décadas de su vida a servir, enseñar y cuidar la salud de los yucatecos porque su consultorio no se limitó a un espacio, sino que llevó su ciencia a todos los rincones de Yucatán.
“Mi padre no fue un hombre de muchas palabras, pero sí de muchos hechos. Desde que era muy joven tuvo clara una convicción que repitió a lo largo de su vida: El médico no se pertenece a sí mismo. Su tiempo, su conocimiento y su corazón le pertenecen a la comunidad”, subrayó.
“Bajo esa premisa, vivió durante más de 40 años, trabajó incansablemente en diferentes ámbitos de la salud pública, en hospitales, centros de salud rurales, programas de prevención, docencia universitaria y gestión institucional”.
“Su vocación no se limitó a un solo consultorio, su consultorio era Yucatán entero”, reiteró. “Desde las calles de Mérida hasta las comunidades más apartadas del oriente y del sur del estado mi padre llevó siempre el mensaje: La salud es un derecho, no un privilegio. Y el deber de quien la promueve es hacerlo con respeto, con empatía y con amor por la gente”.
Asimismo, recordó que el doctor Rudy Humberto dirigió varias instituciones del sistema estatal, pues fue director de centros de salud como los de Ticul y Tekax, además de jefe estatal de vectores, director de planeación, director del Hospital General de Valladolid, jefe de la Jurisdicción sanitaria número dos por más de 14 años, y subdirector de calidad y enseñanza en salud, que fue su último cargo.
“Participó activamente en diferentes campañas en pro de la salud, programas de control a enfermedades endémicas y proyectos de educación para la salud en comunidades rurales”, recordó el orador.
“Siempre insistía en que la prevención era la medicina más poderosa y por ello trabajó con maestros, con líderes comunitarios y jóvenes para promover hábitos saludables. Siempre decía que un pueblo sano es un pueblo fuerte y que el verdadero éxito de un médico no se mide en consultas, sino se mide en la cantidad de vidas transformadas”.
“Su contacto con la gente y su humanismo hizo que las comunidades no lo recibieran como simple funcionario, sino como un amigo. Escuchaba, tomaba notas, preguntaba, comprendía y actuaba. Sabía que la salud pública solo funciona cuando se construye con la gente, no desde la distancia”.
“Como docente entendió que la enseñanza no termina en el aula y que el verdadero legado de un maestro se mide por lo que inspira, no por lo que impone. Más allá de su formación científica, también fue una persona humanista, convencido de que la medicina debía practicarse con ética y con compasión.
“Nunca permitió que la falta de recursos de un paciente fuera un obstáculo para recibir atención. En su maletín médico siempre había algo más que instrumentos, había fe, esperanza y compromiso y en sus palabras siempre hubo respeto.
“Él veía en cada paciente no solamente un número o un expediente, sino una historia, una vida, una familia y esa visión tan profundamente humana lo acompañó hasta el último día de su vida.
“Su preocupación por las personas de escasos recursos siempre fue una constante. Decía que la pobreza no debía ser sinónimo de olvido y que el médico tiene la obligación moral de tender la mano a quien más lo necesita. Esa fue su filosofía, su credo y su causa.
Además de sus virtudes médicas y humanas, describió que el doctor Rudy Coronado fue un esposo cariñoso, padre atento, abuelo amoroso, hombre con convicciones firmes, trato sencillo, de profunda fe, pero de mente abierta; de pocas palabras, pero de muchas acciones.
También dijo que su escritorio de su casa sigue lleno de libros y cuadernos con anotaciones. Sus lentes descansan sobre los informes que le gustaba revisar y su bata cuelga en el mismo lugar donde la dejó por última vez. Incluso, sus pertenencias dan la impresión de que en cualquier momento entrará por la puerta con su voz pausada y su sonrisa tranquila.
Su ausencia física no significa olvido porque su legado está vivo. Vive en sus pacientes, en sus colegas, en sus estudiantes, en su familia y en su pueblo.
“Gracias papá por tu vida, por tu ejemplo y por tu amor. Descansa en paz sabiendo que tu obra continúa y que este reconocimiento no es un adiós, sino un gracias que resonará por siempre en el corazón de quienes te conocimos y te amamos”, culminó su aplaudida intervención en tribuna.
El diputado de Morena Daniel Quintal González, presidente de la Comisión de Postulación del reconocimiento, leyó la semblanza del homenajeado en la que resaltó su entrega, ética y compromiso con su profesión y la justicia social.
“El doctor Coronado entendía que la salud no se mide en cifras, sino en bienestar, en vidas salvadas y en comunidades atendidas”, destacó el legislador.
“El reconocimiento honra a un médico cuya entrega fue mucho más que una profesión, fue un compromiso con la vida, la comunidad y la dignidad de cada persona”, apuntó.
Tras el reconocimiento, diputados, funcionarios, entre ellos la secretaria de Salud, Judith Ortega Canto, felicitaron a la familia y se tomaron fotografías
