TIZIMÍN.— “Gilberto” y “Beulah” han sido los huracanes más devastadores y peligrosos que han azotado al Estado y aun son recordados por los daños que dejó.
“Beulah” azotó a Yucatán en el año de 1967, mientras que “Gilberto” en 1988, ambos tocaron tierra en el mes de septiembre y como categoría 5, siendo los fenómenos más intensos que han ingresado a la península y dejaron graves daños al país.
El septuagenario Hermelindo Chan Caamal recuerda que tenía 21 años cuando el ciclón “Beulah” impactó Tizimín, durante la noche y transcurso de la madrugada de un domingo.
Dice que era alrededor de las 8 de la noche cuando estaba de fiesta en un centro recreativo donde se reunían los hombres cada fin de semana, cuando de pronto comenzaron los vientos y las lluvias.
En ese tiempo, dice, eran incrédulos ante los fenómenos, además que no había suficiente información ni televisión o internet como ahora.
Recuerda que todos salieron corriendo buscando refugio. Cuando llegó a su casa, sus padres estaban preocupados no solo por él, sino por la vivienda que era de huano y tablones, por lo que la tuvieron que fijar con horquetas y bejucos.
Afortunadamente, dice, vivían en una zona alta donde no habían inundaciones.
En el caso de ellos, tuvo daños el techo de su casita, y a muchos les cayeron árboles, las calles estaban llenas de maderas de postes de energía eléctrica regados.
Fue una catástrofe, recuerda, porque se quedaron sin energía eléctrica, hubo casas inundadas y mucha destrucción.
“Gilberto”, dice, también fue devastador, pero había más medios de comunicación con mayor información para las familias y aún así “estuvieron incomunicados y pasó casi un mes para que el municipio recuperara sus servicios”.
Después de esos huracanes no se han vuelto a registrar fenómenos de esa magnitud hasta ahora que los amenaza uno que causa temor pues han visto que viene con categoría 4, pero gracias a la información que se actualiza a cada instante pueden intuir que los daños con “Beryl” no serán tan graves como en aquel entonces.
Con lo indispensable en la alacena ante un huracán
Por su parte, Juana Alcocer Batum, quien tiene 58 años, dice que cuando impactó “Gilberto” la pasó sola cuidando de sus dos hijos y sin tantas compras de pánico como ahora, pues solo tenían en la alacena lo indispensable, galletas, café, azúcar, huevos y masa para pimes.
“Sí se tomaban medidas de prevención, pero casi horas antes del impacto de un ciclón y no como ahora que hay varios medios para informarse”.
Además, dice que la gente estaba confiada y no pensó que sería un ciclón devastador que los dejó en completa destrucción, inundados, sin calles libres, ranchos de ganaderos con grandes pérdidas y ni que decir de los puertos.
De hecho dice que si alguien puede contar la gravedad de “Gilberto” son los que viven en el puerto ya que pasaron necesidades de comida, agua, pertenencias, pues perdieron sus casas.
Además, recuerda Juana Alcocer, desaparecieron carreteras y muchos, por miedo a perder sus pertenencias no salieron y los que viven no olvidan esa tragedia.
En Colonia Yucatán hubo graves daños a las fábricas madereras; se perdieron equipos, edificios y casas pues la mayoría estaban hechos de madera y láminas de cartón.


