VALLADOLID.— La historia de María Flora Itzá Canché es un recordatorio de que la solidaridad y el conocimiento tradicional siguen siendo pilares en muchas comunidades.
El jueves pasado esta mujer se convirtió en heroína sin buscarlo, al auxiliar a una joven que entró en labor de parto justo frente a su casa, en la colonia Oaxaqueña.
María salió de su vivienda, en la calle 45 con 22. A solo unos metros notó a una mujer que se sostenía el vientre y apenas podía mantenerse en pie.
“La vi muy mal y le pedí a mi hija que se detuviera, me acerqué a preguntarle qué tenía y me dijo que estaba con mucho dolor. La llevé hasta la puerta de mi casa, pero ya no aguantó más… ahí nació su bebé, una niña. Por suerte, logré sostenerla con mi ropa para que no cayera”, relató con serenidad.
Según contó, la joven había sido enviada a su casa desde el hospital, pero cuando regresaba las contracciones se intensificaron. El destino la cruzó con doña María, quien sin dudarlo puso en práctica lo que aprendió desde niña.
“Mis abuelos eran parteros tradicionales y de ellos heredé este don. Desde hace siete años ayudo a mujeres en labor de parto. No cobro por eso, lo hago de corazón. Solo cobro las sobadas o cuando acomodo bebés, pero traer una vida al mundo es algo que se hace con amor”, explicó.
Doña María forma parte del programa de parteras de la Secretaría de Salud del Estado, y asegura que se mantiene en constante actualización para seguir brindando ayuda segura y respetuosa.
Además, complementa su labor con la medicina tradicional a base de plantas, como se hacía antiguamente.
Su mayor satisfacción, dice, es ayudar a quienes más lo necesitan.
“Muchas veces las mujeres humildes son rechazadas o no atendidas en los hospitales. No puedo permitir que una vida corra peligro por eso”, afirma con convicción.
