(Primera Columna publicada el 20 de agosto de 2004)

Don César Pompeyo, fundador del cerverismo, salió de Catedral al mediodía, después de ofrecer la misa de once y cuarto por Víctor Cervera Pacheco.

El reportero lo encontró frente a Palacio, en la banca de costumbre, leyendo “Los secretos de Cervera” en la edición del Diario correspondiente al 27 de octubre de 2003.

“Los secretos de Cervera” es el título de la última de las siete partes de aquella entrevista famosa en la que don Víctor armó un revuelo al desvelar sus intenciones de regresar al ruedo político, ocultas hasta entonces en el silencio que guardaba desde que entregó el poder a la oposición en agosto de 2001.

Pompeyo había subrayado con crayola verde cuatro párrafos en los que el señor Cervera descubre algunos de sus secretos sobre el Más Allá en diálogo con nuestro redactor Hernán Casares Cámara. El reportero, con la venia de don César, les dio lectura en voz alta:”-¿Cómo quiere ser recordado después de muerto? -preguntó el periodista.

-No pienso en la muerte -contestó Cervera-. Allí va el mensaje para los que me quieren retirar: no me preocupa la muerte ni me quita el sueño. Ahora, ¿cómo quiero ser recordado? No sé. “Allí se murió uno que fue buena gente”.

-¿Al cielo o al infierno?

-¡Momento, yo sí creo en Dios! ¿A dónde iría? Debajo de la tierra, allá van todos, mientras no se demuestre lo contrario, si sabe usted de algún cambio, avíseme.

Concluida la lectura de los cuatro párrafos, el reportero se dirigió al señor Pompeyo:-Usted, don César, que tiene acceso a las intimidades del cerverismo, lo debe saber. ¿Estaba Cervera cerca de Dios?-Ese es uno de los secretos que Víctor se ha llevado al otro mundo. En tus notas necrológicas hablas de una batalla de tres horas en la clínica para salvarle la vida, pero no dices si alguien llamó a un sacerdote para ayudar a salvar su alma.

-No tenemos noticia de que haya recibido, en sus últimos momentos, los auxilios espirituales, pero sí publicamos que lo acompañan, en su viaje final, las oraciones del señor Arzobispo por el eterno descanso de su alma.

-Era de esperarse. No te puedo asegurar si Víctor estaba cerca de Dios, pero sí que estaba cerca del Arzobispo. Acuérdate que Monseñor Berlie elogiaba sus Informes. Tú publicaste que lo invitaste a poner la primera piedra del nuevo Seminario. En medio de la tormenta política y social que desató aquel desacato de Víctor a la Federación, don Emilo le dio el apoyo moral de invitarlo a inaugurar instalaciones religiosas en Progreso.

Y de retractarse con él.

-Estuvieron en contacto hasta poco antes de su muerte -continuó don César-. No hace mucho don Emilio intervino para buscar un acercamiento, una reconciliación entre Cervera y un periódico que primero lo elogiaba sin medida y después lo atacó sin tregua. El mismo Víctor me habló de la gestión arzobispal.

-Monseñor no fue el primero -aclaró el reportero-. Durante la campaña por la alcaldía, Nerio Torres le propuso a Cervera Pacheco: “Deja que yo intervenga. Me llevo bien con su director. Podemos arreglarlo”.

-¿Qué contestó Víctor?-“Yo no entro en ningún arreglo con nadie”.

-¿Y qué le respondió Cervera al Arzobispo, don César?

-Que no estaba interesado en una reconciliación y tampoco en un acercamiento.

Así era Víctor. Lo dijo en la entrevista con ustedes. Cuando se refiere a los enemigos, a los traidores, aclara que no les guarda rencor, pero advierte que no olvida sus nombres ni quiere nada con ellos. No entraban en sus planos, en los tres proyectos que mencionaste en tus notas necrológicas.

-Don Víctor estuvo en contacto con gente del Diario en los días anteriores a su muerte, don César. Le preocupaba su partido.

-Dos cosas le preocupaban, reportero. Quería una reforma a fondo. Estaba convencido de que el PRI había sido rebasado, porque “le ha quedado chico a la gente”.

-Nosotros sabemos, don César, cuál era su otra preocupación. Nos dijo que Dulce María estaba reagrupando sus fuerzas para tomar el mando del PRI yucateco.

-Por eso estudiaba el proyecto de fundar un nuevo partido, reportero, con él a la cabeza, claro. El no era segundo de nadie. Pero, de todas maneras, no pensaba bajar la guardia. Su tercer proyecto era la asociación civil. Agrupar a gente de distintas ideologías para vigilar a Patricio Patrón, a Manuel Fuentes, a los diputados, a los…

-¿Qué pensaba de Patrón Laviada?-Hablaba poco de él. Lo más concreto que le oí decir fue: “Un gobernador no debe tener hermanos. Y si los tiene no debe cerrar los ojos para no ver los negocios que hacen, lícitos o ilícitos”.

-¿Cuál de los tres proyectos era su favorito?-Otro secreto que se llevó con él.

-Coincido con usted, don César. Hace unos 10 días nos comentó: “No quiero aparecer ahora… hasta que no resuelva qué vamos a hacer”. Tal vez por eso no había aceptado la invitación que le hicimos para que escribiera en la página editorial del Diario en la columna de los huéspedes. “Me van a atacar -nos respondió-. Voy a tener que responder. Creo que no estoy preparado…”-Sí lo estaba, reportero. No hubiera tardado mucho en aceptar esa invitación.

Después de las derrotas, el pensamiento de Víctor se fue acercando a la doctrina del Diario. Me consta que Cervera Pacheco ha muerto convencido de que no es posible, o de verdad muy difícil, hacer un buen gobierno sin la vigilancia, sin el estímulo, sin la ayuda de una oposición eficaz.

Ese secreto no se lo llevará a la tumba. ¿No es eso precisamente lo que ustedes han predicado en sus ciento y tantos años de periodistas?

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