(Primera Columna publicada el 20 de mayo de 2005)

Al llegar a la Plaza Grande, el reportero encontró a don César Pompeyo agarrado a la banca de costumbre.

-¿No se siente bien, don César? ¿Mareado? ¿Ha estado trabajando como negro?-No es recomendable trabajar como negro, reportero. Después tienes que ir al consulado a pedir perdón. Ya que pides perdón tienes que invitar a Michael Jackson a cenar. Pero sí: me siento mal. ¿Cómo quieres que me sienta bien después de leer tu columna? ¿Como no voy a estar mareado con los borregos, lobos, chivos, constructores, destructores, transparentes, opacos, campesinos transados, políticos trenzados, precandidatos, ministros supremos y todos esos que están dando vuelta tras vuelta, gira que gira, alrededor de nosotros? Tú mismo aconsejas que nos agarremos…

-Voy a tener más cuidado la próxima vez, don César. No los vuelvo a juntar. Además de marearnos, juntos pueden botarnos. Pero ya que usted menciona a los sumos ministros, ¿qué le parece el sesgo que ha tomado el caso Medina Abraham?-Que Dios escribe derecho en renglones torcidos.

-¿Se refiere usted a los precandidatos?-Si hablara de los precandidatos tendríamos que quitar a Dios.

-Si saca usted a Dios de la jugada, ¿quién es el que escribe torcido?-Eso pregúntaselo al PAN.

-Dale con el PAN. ¿Por qué se mete usted tanto con el PAN?-Por lo mismo que tú: por afecto. El PAN está enfermo: hay que curarlo. Está torcido: tenemos que enderezarlo.

-¿Y los otros? ¿Por qué no trata usted de curar a los otros?-Ya están muertos. Sólo nos falta enterrarlos.

-En el caso Medina Abraham, don César, ¿quién sale torcido y quién enderezado?-Esa no es la manera de preguntar. En el caso Medina Abraham, como todo está torcido, todo se puede enderezar.

-Le preguntaré de otra manera. ¿Quién sale ganando con la decisión que tomaron los supremos de que no regresen a Yucatán para que ellos lo estudien en México?-Ganan todos, periodista. Gana Patricio. Ya no podrán decir que soltó a Armando porque es su cuate. Se les fue. Gana Medina, porque al fin alguien va a leer lo que él escribe. Aquí ni a rayos lo leen: prefiere copiar a la jueza. Además, ya todo el mundo sabe que el homicidio es un cuento chino. Gana la mafia: tiene más tiempo para agarrar a los ministros.

-¿Cómo los va a agarrar? ¿Por dónde?-Eso pregúntaselo al diputado Hadad, a Silvia, a los precandidatos. Deja de interrumpirme con preguntas capciosas. ¿Sabes quién sale ganando también? Zorro.

-¿Qué va a ganar don Vicente? ¿Que la mafia brinque al otro lado y agarre a los chocolates?-Fox también gana tiempo. Tiempo para asesorar a los ministros en sus estudios, contándoles las trampas que los generales y los procuradores le hicieron a Medina Millet. Otra oportunidad para redimir de esa fama que ya tiene de que está bien agarrado.

-Si todos ganan, don César, ¿quién pierde en el caso Medina Abraham?-Tú, yo, tu vecino, el mío. Esta gente que está en la Plaza. Todos vamos a perder si los supremos se dejamos agarrar. La mafia nos va a hacer lo mismo que a Armando, cada vez que le dé la gana. O algo peor, pues se va a sentir estimulada y protegida por la Corte. ¡Figúrate si hay que reformar la Constitución para medir el párrafo de que, en los procesos judiciales, las maldades no cuentan. Si le meten ese gol a la ley, ¿qué no nos van a meter a nosotros?-No nos suicidamos de antemano, don César. Es cierto que la mafia puede decir en México que la Corte no ha querido absolver a Armando. Pero también es cierto que Medina puede decir que la Corte no ha querido confirmar la condena. Está en veremos. La moneda está en el aire.

-Si es cuestión de moneda, reportero, entonces sí estamos perdidos. Ni Nuestro Señor pudo con los treinta denarios.

-Vamos, don César, no deje que el pesimismo lo atornille. Que el testimonio que nos rinde la historia le levante el ánimo. Acuérdese de Hamlet. No todo está podrido en Dinamarca.

-¿Y qué le pasó a Hamlet? No me defiendes: me puedo morir yo solo.

-Pues acuérdese del campesino alemán que le dijo al rey que le quería quitar sus tierras: “No puede usted, don Federico. ¡Aún hay jueces en Berlín!”.

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