(Primera Columna publicada el 18 de mayo de 2005)

La crisis de los borregos es una prueba de claridad para la transparencia en los asuntos públicos ofrecida y recomendada por Patricio Patrón Laviada en declaraciones que vamos a recordar, con la fecha de su publicación entre paréntisis. -A los ciudadanos les consta que practicamos la transparencia y cuando tenemos que informar lo hacemos. En dos o tres años verán la abismal diferencia entre el anterior gobierno y el actual (19 de diciembre de 2001).

-El estado avanzó en dos años y medio al sexto lugar nacional en el manejo transparente de los recursos, tras estar en los últimos lugares en las administraciones anteriores. Avanzamos más de 20 peldaños gracias a que dejamos atrás la forma oscura como se manejaban las cosas en Yucatán. Hoy ya no se apoya a los cuates ni a los lambiscones.

-En la actualidad se informa quiénes son los beneficiarios de los programas, a quiénes se les asignan las obras, cuál es el costo de éstas, cuál es el balance financiero de cada mes, etcétera, entre otras acciones en materia de transparencia administrativa (6 de febrero de 2004).

-Los consejeros del Instituto para el Acceso a la Información son gente de buena fama pública, que no tienen ningún tipo de defecto, es decir no son corruptos, ni ratas, ni traidores. La Ley de Acceso a la Información se cumplirá de la mejor manera posible (3 de septiembre de 2004).

Con el objeto de hacer efectiva esta promesa, el señor Patrón Laviada creó la Unidad de Acceso a la Información Pública del Ejecutivo, según decreto que el Diario Oficial publicó en 2004, y el 3 de diciembre le asignó como director a Hugo Wílbert Evia Bolio.

Al conferirle el nombramiento, el gobernador le señaló al abogado y notario público Evia Bolio la tarea específica de coordinarse con las oficinas de transparencia y acceso a la información de cada dependencia del Ejecutivo para que sea, en estos importantes aspectos de la administración pública, el enlace entre el gobierno del estado y la sociedad.

Cinco meses después, el domingo 8 de mayo de 2005, brota la crisis de los borregos al publicar este periódico el primer reportaje, la primera noticia, sobre la quiebra de cooperativas campesinas que recibieron 22 millones de pesos en créditos, por lo menos, para fomentar la cría de ovinos en 13 zonas marginadas de Yucatán.

El reportaje se apoya en quejas de los campesinos. Quejas textuales que identifican a la cooperativa y al denunciante. Denuncian que señalan como responsables del desastre a la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) ya su titular Xavier Abreu Sierra, acusándolos de negligencia, de falta de planeación y vigilancia, entre los cargos concretos sobre procedimientos dictatoriales y otras irregularidades que ocasionaron la mortandad de los animales, el abandono de las instalaciones y el fracaso, en olor de corrupción, de un plan iniciado hace dos años y medio en Mayapán para crear, según el señor Abreu, “la zona borreguera más”. importante del país”.

Ocho días después del primer reportaje, seguido por una serie de publicaciones que agravaron la crisis y las culpas atribuidas a la Sedesol, el señor Patrón Laviada, en una entrevista solicitada por este periódico, sale en defensa de Xavier Abreu, ausente en Europa desde hace más de tres semanas, y elogia en términos generales su actuación al frente de la Secretaría, resta importancia al fracaso y, admitiendo que estaba enterado del problema desde hace tres meses, afirma que están en marcha las medidas para resolverlo.

-No me asusta que haya fracasos en el intento de cambiar la cultura paternalista del campo yucateco -señala-. Lo que me preocupa, y eso lo investigaremos muy bien, es que pudiera haber corrupción. Eso no lo permitiremos. -Xavier Abreu -añade el Ejecutivo- dará un informe pormenorizado sobre la situación que guarda este caso.

Por estimable que sea el informe que rinda don Xavier, su palabra no es suficiente y menos definitiva, como no lo es ni lo puede ser el testimonio de un acusado. Hemos visto y oído que funcionarios denunciados pidieron licencia de su cargo para mayor seguridad sobre la imparcialidad y eficiencia de la investigación. Parece que esto no sucederá en la crisis de los borregos, pero tiene que haber un tercero en discordia que verifique la veracidad y exactitud de las explicaciones que el señor Abreu nos dé.

Uno de los censores indicables para dirigir la investigación es el señor Evia Bolio, en su calidad de jefe de la transparencia y enlace oficial con la sociedad en este aspecto prioritario del acceso a la información, pero hay varios inconvenientes. Uno es la amistad que lo liga al señor Abreu (cuates), tan antigua y estrecha, que fue director del departamento jurídico de la Comuna meridana cuando don Xavier era el alcalde.

Otro inconveniente es que Hugo Wílbert Evia Bolio, antes de pasar a la jefatura de la transparencia, fue nada menos que principal colaborador del secretario Abreu Sierra como director del departamento jurídico de la Sedesol.

Uno más: según las quejas que han dado pie a los reportajes, el abogado Evia intervino personalmente en el trato a los campesinos que denunciaban las irregularidades. Estamos ante una moneda de dos caras. Una: conoce bien el caso y puede aportar información valiosa. La otra: como parte rectora de la estructura atacada, podría estar mejor en el banquillo de los investigados que en la fiscalía de la investigación.

Otros funcionarios que han sido mencionados en las quejas, como Oswaldo Cámara Repetto, Luis Correa Mena y José Castañeda Pérez, también podrían encender luces clarificadoras.

Don Oswaldo, como director de la federación de cooperativas que, de acuerdo con los convenios relativos, es o era el puente de tránsito para el dinero que la Federación enviaba o sigue enviando -¡cuidado!- para comprar borregos. Don Luis, porque, como ex coordinador de la Oficina de Proyectos Estratégicos del gobierno del estado, conoce las entrañas de la crisis. Versiones no publicadas hasta hoy afirman que el ex alcalde meridano intervino personalmente por instrucciones del Ejecutivo.

Don José, el senador, porque se le atribuye una investigación colateral e independiente del fracaso.

La impresión generalizada es que solicitudes de investigación no han faltado, pero no han tenido éxito porque la Sedesol cierra el acceso a la transparencia con el portazo de “La ropa sucia no se lava en público”. Frase que, traducida al idioma antiguo de la política, el que nos dicen que ya no se habla hoy, quiere decir: “La lana de los ovinos no es para los campesinos”.

Hace siete u ocho meses que los señores Patrón Laviada, Abreu Sierra, Evia Bolio, Cámara Repetto, Correa Mena, Castañeda Pérez y quién sabe cuántos más conocían bien esta crisis de los borregos, pero a ninguno se le ocurrió enterar oportunamente al pueblo yucateco. ¿Qué hubiera pasado si el “Diario” no destapa la olla con sus reportajes? Invitamos al lector a que regrese al principio de esta nota y compare la transparencia ofrecida y recomendada por el gobernador con las circunstancias de la crisis de los borregos.

Alguien le está jugando chueco a Patricio Patrón sin que se dé cuenta. La transparencia está opaca.

Para que la transparencia funcione, para que la lana vaya a dónde debe ir, es aconsejable que todos los funcionarios públicos, grandes o chicos, sepan y comprueben que toda la ropa sucia del gobierno se lava en público. La ineficiencia, la irresponsabilidad y la corrupción -esa que el gobernador no está dispuesto a permitir- son la mugre y el “poder” que ensucian la ropa de los gobernantes.

La columna sabe más de lo que dice. Le dicen que los borregos podrán estar muertos, pero no están solos. Le cuentan que en peligro de crisis podrían estar también las granjas acuícolas, los centros de acopio de miel, los ensayos con maíz mejorado, las granjas de tilapia y otros proyectos que dirigen la Sedesol y su titular Xavier Abreu.

Transparentes o sucios. Transparentes o corruptos. Transparentes o ineficientes. Transparentes o irresponsables. Transparentes o ratas. Transparentes o asustados. Sin transparencia la zona ovina más importante del país degenera en la borregada del siglo.

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