(Primera Columna publicada el 17 de junio de 2012)
—¿Por quién vais a votar, César? —preguntó Vittorio Zerbbera en su charla habitual con el señor Pompeyo, en sombreada banca que mira a la sacristía de la iglesia de San Juan. La pregunta del mafiólogo italiano condujo a un diálogo que comenzó con una referencia a un monarca de Frigia (país de la antigua Asia Menor) que vivió unos siete siglos antes de Cristo.
—¿Recuerdas, Vittorio, al rey Midas, que convertía en oro todo lo que tocaba gracias a un deseo que le concedió el dios Baco en pago por un favor?
—Claro, César. Tenía además orejas de asno. Un castigo que le impuso el dios Dionisio por hablar mal de uno de sus protegidos.
—Pues yo me baso en una aplicación yucatanizada del poder de Midas, atribuida a Ivonne Ortega Pacheco, para decirte Vittorio, por quién no voy a votar. Yo no voto por el PRI.
Pompeyo citó una calificación al gobierno de la señora Ortega suscrita por una cibernauta y publicada en el “Diario” el 7 de mayo de 2011: “Lo que Ivonne toca lo echa a perder”.
—Pero Ivonne se va, César: ya le quedan pocos meses.
—Ivonne no es una hermanita de la Caridad, pero no podría echar a perder lo que toca si el PRI no le hubiera otorgado ese poder y dispuesto que los priístas se lo festejen y aplaudan. El PRI, Vittorio, es un partido que corrompe a quienes toca.
—Has oído alguna vez, Vittorio, que Rolando Zapata Bello, el candidato a gobernador, o Nerio Torres Arcila, a la alcaldía, hayan criticado o se hayan opuesto a una de las descomposiciones de doña Ivonne. Por el contrario, la aclaman con orgullo y se han comprometido a seguir con fidelidad sus pasos y tratar de imitar o superar su éxitos.
—Si leíste mis cinco meditaciones sobre “Orgullo y compromiso” habrás visto que el señor Zapata llama éxitos lo que el hombre de la calle y un servidor tuyo califican de fracasos, fraudes, engaños, mentiras y otras fechorías de doña Ivonne y su equipo. Lo que dice el señor Zapata es santa palabra, pues, como vocero de todos los candidatos, suele hablar por ellos.
—Entre las bases del poder corruptor del PRI está el criterio de que el partido no ejerce en público la autocrítica y no reconoce errores. No es posible entonces corregirlos, porque, para que lo hagas, primero es indispensable reconocerlos y admitirlos. Merece las orejas de Midas, porque por este camino no sólo se gobierna mal sino se olvida cómo gobernar bien. No pecan por malos sino por ignorantes.
—Enrique Peña Nieto ha escogido un sistema muy fácil de querer librarse del lastre de tantos gobernadores priístas desprestigiados: “Me deslindo de ellos. Lo que hicieron es cuestión suya”. No creo, Vittorio, que le funcione a don Enrique este recurso de fugarse de la realidad como se escapó de la Universidad Iberoamericana. Su “nuevo PRI” es una hidra de cien cabezas que en la provincia hace hoy y ahora lo contrario de lo que predica Peña Nieto. En Yucatán ni siquiera se atreven a deslindarse de Ivonne Ortega o de su socia en el delito, la alcaldesa Angélica Araujo. Están dadas las condiciones para que, si lo hicieron mal, sus sucesores lo empeoren.
—No es tanto un problema de hombres y mujeres como de partido. Sean cuales fueren los candidatos, aunque se llame Benedicto XVI, el PRI no tardará en corromperlos y frustrar los buenos propósitos y exuberantes promesas que gratuitamente, sin base en el pasado, nos expiden en racimo.
—Mi voto, Vittorio, es de conciencia. Allá, en la sacristía de San Juan, la fuerza moral de los sanjuanistas encendió el fuego de la libertad en Yucatán. No sólo la historia, la experiencia y la razón me impiden escoger al PRI: como cristiano no puedo traicionar mis convicciones votando por corruptos, mentirosos y farsantes que se han distinguido por poner a su partido y al gobierno al margen de la enseñanza moral de mi religión y por encima del bien común.
—¿Reconsiderías tu decisión, César?
—Lo meditaría si Rolando Zapata, Nerio Torres y colegas cambian su lema de “Orgullo y compromiso” y le ponen el de “Perdón y piedad”.— Mérida, Yucatán, 17 de junio de 2012.
