Los muros del co working de la primera planta del Diario de Yucatán están tapizados por mensajes que son elementales para la motivación. Cualquiera que los lea puede salir beneficiado.
Samantha Sierra Rodríguez, patinadora de 11 años; Maximiliano Herrera Torres, futbolista de 10, y Constanza Flores, beisbolista de 14, los habrán leído varias veces ayer. A pesar de su edad, de lo que dicen los mensajes, mucho ya lo habrán puesto en práctica.
El de la entrada, reza: “Deja que tus sueños sean más grandes que tus miedos”. En realidad, miedo es lo que menos tienen.

“Yo quiero llegar a jugar profesional, ser seleccionado nacional”, dice Maxi Herrera, quien acaba de regresar de ganar un campeonato de goleo (Copa Mur), tiene varios títulos de goleo y está en los reportes de clubes de Primera, como el Monterrey. Admira a Cristiano Ronaldo “por todo lo que hace para ser gran jugador”. Al grito de “Ey… Bicho, te toca”, rápido se alista para ponerse en la posición que el fotógrafo Carlos de la Cruz y el camarógrafo Josué Sánchez le indiquen para posar.
Sus intenciones las señalaron durante una visita que hicieron ayer al Diario, para hablar de la Navidad, de sus sueños e ilusiones en el deporte y en la vida misma. Apenas arranca la de ellos, pero ya tiene bases cimentadas el principio básico: competir. Para ello hay que entrenar, disciplinarse, acatar y muchas cosas más.
“Al tiempo…”, dice su padre, José Alberto Medina Uitz. “Que se divierta jugando. Está empezando”.

Y con esa misma premisa anda Constanza Flores, en el diamante, surgiendo de una familia beisbolista de Chicxulub Pueblo. “Disfrutamos viendo que disfrute del béisbol. Su disciplina y su entrega nos motivan”, dice Alejandra Flores Pérez, su madre. Ciertamente, para poder estar en un deporte en que juega entre varones, tiene que prepararse.
“Nosotros apoyamos lo que ella quiera porque vemos la pasión que tiene para el patinaje”, comenta Samantha Rodríguez Byrne, madre de Samanta Sierra, cuyo deporte, el patinaje artístico sobre hielo, no es sólo ponerse patines e ir al hielo. “Me gusta porque es patinar, sí, pero hay que hacer ballet, ejercicios aeróbicos diversos, mentalizarse”, dice Samantha hija.
La Navidad, para ellos, es distinta a lo que podría ser para muchos que piensan en regalos típicos como juguetes artículos modernos. No es que no los quieran. Pasa que, terminando la sesión navideña, tenían entrenamientos, y, dicen sus padres que les acompañaron, lo que menos quieren es perderse una jornada de prácticas, sea en un campo de béisbol o de fútbol, o una pista de hielo.
Pero, dice Samantha Sierra, “me gustaría que todos tengan paz y salud, niños, adultos”. Coinciden Constanza y Maximiliano. Sus voces, aunque infantiles, no le piden nada a las de los adutos en ese sentido.
No dejarán sus intenciones por nada. Y es que, dicen, el mundo está lleno de soñadores. Ellos, igual que muchos otros miles a los que representan en estas dinámicas en el Diario, tienen grandes ilusiones y metas por alcanzar, sea ser profesional, colgarse una medalla o desarrollarse como personas de bien.
Que Santa les traiga más ánimos de los que rebosan. Y sí, al tiempo.— Gaspar Silveira Malaver








