Cuatro personas sufren un accidente y son llevadas al hospital. Después de una breve inspección, se determina que requieren atención inmediata, de lo contrario ninguno sobreviviría.

Al mismo tiempo llega otro paciente a urgencias. De manera similar se determina que también requiere atención inmediata para sobrevivir; sin embargo, este quinto paciente requiere un tratamiento más prolongado.

Es decir, el doctor tiene que elegir entre salvar a los primeros cuatro, dejando a su suerte al quinto, o atender al quinto, dejando a su suerte a los otros cuatro.

Estimado lector, ¿si tú fueras el doctor, qué harías? La mayoría de las personas nos inclinamos por salvar a los cuatro en vez del quinto.

Aunque cada uno lo expresa de manera diferente, instintivamente pensamos que estamos logrando el mayor bien y que la mayoría se beneficia de esa decisión.

Otro escenario

Michael Sandel (“Justice: What’s the right thing to do?”, Harvard) complementa este caso hipotético con un segundo escenario.

Supongamos ahora que eres un doctor especialista en trasplantes de órganos. Recibes a cuatro pacientes que requieren, para poder vivir, el primero un corazón, el segundo un hígado, el tercero un páncreas y el cuarto un riñón.

Al mismo tiempo, un quinto paciente llega al hospital para hacerse un chequeo general. Después de atenderlo, te das cuenta que este quinto paciente está en perfecto estado de salud, cuenta con un buen corazón, un hígado, un páncreas y sus riñones funcionando…

¿Le extirparías al paciente sano esos órganos para salvar a los otros cuatro? La mayoría de las personas no estamos dispuestos a sacrificar al paciente sano para salvarle la vida a los otros cuatro. Existe algo en nuestra conciencia que nos dice que no es correcto hacerlo, a pesar de no estar obteniendo el bien mayor del caso anterior y en particular que la mayoría no se beneficia del resultado.

Este dilema se complica aún más cuando como sociedad queremos legislar sobre lo que es correcto o deseable y lo que no. Tratemos por un momento de idear un artículo de ley que pueda prever ambos casos y que su interpretación deje tranquila a nuestra conciencia.

Límites de los Poderes

Se antoja algo complicado. Sin embargo, hay personas que ya lo pensaron y propusieron una solución.

Hoy día lo conocemos como la “Separación de Poderes”. En un lenguaje muy coloquial, el hospital es nuestro país. El Poder Legislativo es el que, en representación de nosotros, los ciudadanos, discute y acuerda las reglas del juego (leyes), que deben responder siempre a los intereses y deseos de la mayoría, como en el primer caso.

El Poder Ejecutivo es el doctor que debe hacer lo que hemos decidido (cumplir y hacer cumplir la ley).

Pero eso tiene un límite y para eso existe el Poder Judicial, que es el que vela por las garantías individuales y los derechos humanos de todos los ciudadanos. Cuida que los otros dos Poderes, en el ejercicio de su deber, no pasen por encima de los ciudadanos.

Para concluir, regresemos al segundo caso. En esta ocasión pongámonos en los zapatos del paciente sano; el doctor decide extirparnos los órganos para salvar a las otras cuatro personas. Recurrimos al Poder Judicial y presentamos nuestro caso.

Estamos en mayo y en unas semanas es la votación pública que determinará si el juez que nos asignaron continuará siendo juez o no, y le faltan cuatro votos para lograrlo…

O tal vez es hermano de quien requiere el trasplante de corazón, pero no lo sabremos porque puede actuar como “Juez sin Rostro”…

Entendemos los motivadores de la reforma al Poder Judicial; sin embargo, sería bueno darnos más tiempo para analizar sus consecuencias.— Mérida, Yucatán.

*Presidente del Consejo Coordinador Empresarial de Yucatán y de Canacintra Yucatán

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