CARLOS R. MENÉNDEZ LOSA (*)

¿Por qué creerles? ¿Acaso han dejado de mentir o de culpar a otros por sus recurrentes fracasos? ¿Por qué confiar en quienes se envuelven en la bandera de la moral solo para encubrir sus excesos, en quienes exigen aplausos como pago único por su “servicio”? ¿Por qué imaginar que esta vez el régimen morenista será distinto, si el libreto es el mismo y el elenco también?

El régimen populista que nos gobierna prometió no endeudar al país, pero lo ha endeudado como nunca. Juró combatir la corrupción, pero la ha convertido en norma. Aseguró respetar las instituciones, pero las ha ido desmantelando una a una. En su lógica torcida, lo que en manos del adversario es “traición al pueblo” se vuelve “mandato popular” en un aliado.

Su incongruencia le ha permitido presentarse, desde 2018, como defensor del pueblo y enemigo de la corrupción, mientras se alía con los mismos grupos de poder que dice combatir, reparte contratos sin licitación y promete transparencia. Por incoherente, se dice guardián de la voluntad popular, pero descalifica elecciones y consultas públicas cuando no le favorecen.

Inconsistente por naturaleza, sus decisiones suelen ser erráticas, con cambios de estrategia sin diagnóstico técnico ni evaluación alguna. Impulsa programas clientelistas que debilitan la productividad, pero asegura buscar el crecimiento y la autosuficiencia. Su constante ha sido confundir, dividir, victimizarse y justificar el autoritarismo en nombre del pueblo.

López Obrador aseguró que el Tren Maya costaría, como máximo, $150,000 millones, se construiría en cinco años y sería motor económico para una región “históricamente marginada”. Siete años después, el faraónico proyecto —aún inconcluso— ya ha consumido más de $500,000 millones, y en su primer año de operación acumula pérdidas superiores a $2,500 millones.

Ofrecieron cuidar el medio ambiente, pero arrasaron con más de dos millones de árboles y dañaron cenotes de alto valor ecológico. Prometieron austeridad y eficiencia, pero el ferrocarril se ha convertido en uno de los proyectos más costosos de la historia, con subsidios desproporcionados por pasajero y sin rentabilidad operativa. Todo por el capricho del tlatoani.

Nos lo vendieron como una obra de “justicia social” para el Sureste, un proyecto “del pueblo para el pueblo”. En los hechos, ha estado marcado por el autoritarismo, la opacidad y la corrupción. Hoy es un emblema del populismo obradorista: grandilocuente en el discurso, caótico en la ejecución, autoritario en la imposición y devastador para la economía nacional.

Algo similar ocurre con la refinería de “Dos Bocas”. AMLO prometió que costaría 8,000 millones de dólares y estaría lista en “tres años, no más”, operando al 100% a principios de 2024. Siete años después sigue inconclusa, opera apenas al 32.8% de su capacidad, ya se devoró 20,000 millones de dólares y arrastra pérdidas superiores a 1,500 millones de pesos.

LAS PROMESAS

En materia de endeudamiento, prometieron gobernar con autonomía financiera, basada en la “austeridad republicana”, y mantener la deuda externa cerca del 49% del PIB al final del sexenio. La realidad es otra: por el derroche en obras faraónicas y el clientelismo, la deuda pública pasó de 10 a 17 billones de pesos, y su proporción del PIB aumentó del 43.6% a casi 52%.

¿Por qué creerles? En la semana que termina, en entrevista con el Diario, el director de la Agencia de Transporte de Yucatán calificó al sistema “Va y Ven” como “financieramente insostenible” y sin retorno social. Lo describió como “un enfermo en terapia intensiva que amerita urgente intervención quirúrgica para evitar el colapso”. Un diagnóstico catastrófico (bit.ly/47ogxXQ).

Al ex panista Jacinto Sosa, ahora “morenista de corazón”, le asombran “las ocurrencias” del gobierno anterior y la falta de planeación en el sistema, pues “nació sin el sustento de un estudio técnico actualizado”. Preocupado, desde su trono en el obradorato advierte que, si no se actúa, el alto costo fijo hará que el subsidio alcance los $2,500 millones a fines de 2025.

La oposición alerta sobre el “desmantelamiento gradual” del “Va y Ven”, atribuido a la “politización del servicio y la falta de capacidad técnica de su dirección actual”. Roger Torres, expriista y hoy vilista, denuncia desvío de recursos y falta de seguimiento al plan de recaudación, y se pregunta por qué el sistema sí funcionaría en Quintana Roo, ahora guinda, y no aquí (bit.ly/4m7vXnM).

¿EN QUIÉN CONFIAR?

¿A quién creerle? ¿A Jacinto Sosa, representante de un régimen que este año anuncia la ampliación del improductivo Tren Maya, que fortalece el clientelismo y navega en los oscuros mares del favoritismo, con concesiones especiales al “clan de los moches” y su protector, el Grupo Tabasco? ¿O a Roger Torres, pieza clave de un gobierno entregado al boato?

Le inquieta a don Jacinto que el proyecto no tenga retorno social y se haya convertido en un “gasto fijo sin sentido”, como ya lo son el Tren Maya, Dos Bocas y otras linduras del obradorismo (bit.ly/41utKKU). Para que un proyecto alcance ese retorno, se requieren diagnósticos serios, correcta planeación, transparencia, rendición de cuentas y estricto seguimiento. No hay de otra.

¿Por qué creerles? ¿A quién darle la razón? ¿Quién miente? Jacinto Sosa nos debe una explicación más creíble. ¿Qué pretende realmente el gobierno de Huacho Díaz, novel admirador del obradorato, para rescatar ese sistema “altamente deficitario”? ¿Por qué no se defienden Mauricio Vila y Rafael Hernández Kotasek, flamante director del transporte en Quintana Roo (bit.ly/3HseLdE)?

Frente a la incongruencia, la incoherencia y la inconsistencia de nuestros gobernantes, y ante la duda, no nos quedemos callados. Creer sin cuestionar puede significar renunciar a pensar. Y cuando una sociedad deja de pensar, se vuelve presa fácil del engaño. No es odio ni fanatismo. Hablamos de escepticismo informado, de simple defensa propia.— Mérida, Yucatán

direcciongeneral@grupomegamedia.mx / Apartado especial en el sitio web del Diario: yucatan.com.mx (https://bit.ly/4diiiFP)
(*) Director general de Grupo Megamedia

¿Qué mensaje deja el escrito?

El mensaje central del texto es una invitación urgente a la ciudadanía a no aceptar sin cuestionar las promesas y discursos del régimen gobernante, que se caracteriza por la incongruencia, el autoritarismo, la opacidad y el incumplimiento sistemático de sus compromisos. A través de ejemplos concretos como el Tren Maya, la refinería Dos Bocas y el sistema de transporte “Va y Ven”, se denuncia la mala administración, el derroche, la corrupción y la falta de transparencia, que afectan gravemente la economía y el bienestar social.

El texto alerta sobre la manipulación política y el uso del discurso populista para justificar decisiones erráticas y clientelistas que erosionan las instituciones y desvían recursos públicos. Señala la importancia de adoptar un escepticismo informado como herramienta de defensa ante el autoritarismo, evitando el fanatismo y el conformismo, y fomentando el pensamiento crítico y la exigencia de rendición de cuentas.

En síntesis, el mensaje es un llamado a la ciudadanía para que se mantenga vigilante, cuestionadora y activa, rechazando el engaño y la manipulación, y defendiendo así la democracia y la transparencia como pilares fundamentales para un país justo y funcional.

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