CARLOS R. MENÉNDEZ LOSA (*)


La combinación es riesgosa: el incremento de la deuda pública, sumado a la caída de los ingresos formales por una baja recaudación fiscal, lleva a un círculo vicioso que fortalece el clientelismo en lugar del desarrollo sostenible. Los programas sociales dejan de ser instrumentos de inclusión y movilidad social para convertirse en mecanismos de control político.

Ante el avance de la informalidad —muchas veces por falta de voluntad política—, se recurre al endeudamiento para sostener subsidios y clientelas electorales, sacrificando la inversión en infraestructura productiva y la generación de empleo formal. Una mayor proporción del gasto público se destina a transferencias directas que compran lealtades y generan sometimiento.

La deuda crece sin rumbo. Se usa para financiar programas sociales improductivos, evitando incrementar los impuestos, siempre impopulares. El asistencialismo persiste por conveniencia política, no por eficacia social. En lugar de promover desarrollo y autonomía ciudadana, el gobierno adopta una lógica perversa de dependencia: “te ayudo si me apoyas”.

Al concluir el sexenio de Calderón, la deuda pública de México ascendía a 6 billones de pesos. Seis años después, López Obrador recibió un endeudamiento de 10 billones, que alcanzó 18 billones en el año electoral de 2024. La pesada carga heredada obliga ahora al gobierno de Claudia Sheinbaum a endeudarse aún más, con una proyección de 20 billones para 2026 (bit.ly/3JuiLvd).

Según la Ley de Ingresos aprobada este mes, el gobierno federal podrá incrementar la deuda el próximo año en 1.78 billones. Urgen recursos para seguir financiando las ineficiencias en Pemex y cubrir los compromisos adquiridos con proyectos faraónicos como el Tren Maya y los improductivos programas del Bienestar. Se seguirá sacrificando el desarrollo sostenible.

Este año, México se ha convertido en el mayor prestatario entre los países en desarrollo. Ha emitido bonos soberanos por más de 41,000 millones de dólares, la mayoría para cubrir el déficit operativo de Pemex, el costo de su deuda —que supera los 100,000 millones de dólares— y para sostener una producción petrolera en su nivel más bajo de los últimos 40 años (bit.ly/47niKRJ).

Además, en los primeros ocho meses se ha profundizado una peligrosa contracción económica. Con 20 meses de caídas consecutivas y la mayor baja desde julio de 2020 —en plena pandemia—, la actividad industrial cayó 1.8% respecto del mismo periodo de 2024 y el personal ocupado en la industria manufacturera disminuyó 4.04%. Las señales de alarma son evidentes.

Al régimen obradorista le urgen recursos para sostener su estrategia de control y mantener los subsidios. Podría combatir la informalidad, pero no le conviene. Podría aumentar la recaudación, pero no se atreve. Millones de mexicanos en la informalidad son un activo político. Prefiere las transferencias directas, que sí alivian la pobreza, pero solo de manera pasajera.

PRODUCTIVIDAD

Nos dicen que la prioridad es reducir la pobreza, pero sus decisiones apuntan en otro sentido. Los países que han logrado reducirla de manera sostenida no lo hicieron con clientelismo y subsidios, sino con productividad e instituciones sólidas. En México, sin un esfuerzo mayor contra la informalidad, el combate a la pobreza seguirá siendo asistencial, no estructural.

Para erradicar realmente ese estigma se requiere aumentar la producción, promover la formalización laboral e incrementar, en consecuencia, la recaudación, todo en un entorno de justicia y respeto a la ley. Urge combatir la corrupción y el clientelismo, y exigir transparencia y rendición de cuentas en el uso de los recursos públicos, bajo una fuerte vigilancia ciudadana.

El gobierno apenas recauda el 16.5% del PIB, mientras que la recaudación mínima recomendada por organismos como la OCDE oscila entre el 25 y el 30%. Para aumentarla, tendría que ampliar la base fiscal, incorporando a más trabajadores y empresas informales al sistema tributario. De no hacerlo, la tendencia será la misma: administrar la pobreza, no erradicarla.

En su análisis del primer año de la administración del gobernador Huacho Díaz, el analista Gabriel Rodríguez Cedillo advirtió esta semana que Yucatán enfrenta un futuro económico incierto si no redefine su rumbo productivo (bit.ly/4qtXxOS). “Sin medidas estructurales que amplíen la capacidad productiva interna”, señaló, el estado “seguirá anclado en una economía pasiva y dependiente”.

Rodríguez Cedillo recuerda que el supuesto crecimiento de la economía estatal en los últimos años estuvo fuertemente influido por inversiones federales, como el improductivo Tren Maya, que sí generaron derrama —de manera temporal—, pero también nuevos compromisos. Sin ese “dinamismo”, advierte, Yucatán regresará a su “dinámica normal”, de lento desarrollo.

POBREZA EXTREMA

El Inegi informó esta misma semana que 25 municipios yucatecos viven en pobreza extrema, con ingresos promedio por debajo del salario mínimo, mientras que muchos otros enfrentan grandes carencias, incluidas las periferias de Mérida, en la mira del morenismo. También se informó que el gobierno continúa apostando por la ampliación del Tren Maya como su gran proyecto de “desarrollo”, junto con el indefinido puerto de altura de Progreso.

El faraónico proyecto ferroviario, que ya consumió 500,000 millones de pesos —cifra cercana al presupuesto anual de educación o salud—, ha sido una inversión de muy bajo retorno. Concebida con criterios políticos, sí generó empleos temporales, pero privó de recursos a otros proyectos de infraestructura capaces de ampliar realmente la capacidad productiva.

¿Cómo romper ese círculo vicioso que fortalece el clientelismo y frena el desarrollo sostenible? ¿Qué hacer para evitar que el asistencialismo perpetúe la pobreza estructural, como sucede en el obradorato? Vigilemos y exijamos cuentas a quienes gobiernan. No se trata de eliminar los programas sociales, sino de convertirlos en instrumentos de autonomía.

Cuando un gobierno incrementa la deuda para mantener subsidios clientelares en lugar de invertir en verdaderos proyectos de desarrollo, hipoteca el futuro. El crecimiento sin productividad es un simple espejismo. La inversión pública solo combate la pobreza en el largo plazo cuando crea capacidades —no dependencias—. Estemos muy alertas.— Mérida, Yucatán

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“100 joyas”. En el marco de las celebraciones por el centenario de Diario de Yucatán, buque insignia de Grupo Megamedia, presentamos hoy domingo “100 joyas del arte sacro de la península de Yucatán”, un proyecto multiplataforma que reúne, por primera vez en un solo documento, cien obras de arte sacro de gran valor en Yucatán, Campeche y Quintana Roo (bit.ly/4npbivk).

Seleccionadas por un grupo de expertos en la materia, estas “cien joyas”, valiosas por su religiosidad, devoción, maestría artesanal e identidad cultural, se presentan en formatos de texto, audio y video, en una recopilación multimedia que invita al lector a redescubrir, en sus distintos apartados, la historia y el valor artístico y espiritual de este invaluable patrimonio regional.

En el suplemento especial que acompaña esta edición, ofrecemos información detallada sobre el proyecto, su génesis y desarrollo, sus autores y el trabajo de investigación realizado a lo largo de los últimos cinco años para hacerlo realidad.

Un esfuerzo colaborativo que busca preservar, difundir y contribuir al progreso de la región. Te invitamos a conocerlo.

direcciongeneral@grupomegamedia.mx / Apartado especial en el sitio web del Diario: yucatan.com.mx (https://bit.ly/4diiiFP)
(*) Director general de Grupo Megamedia

¿Cuál es el mensaje del texto?

El mensaje central del escrito es una advertencia sobre el uso político y dependiente del gasto público en México.

En esencia, el texto sostiene que el gobierno ha optado por endeudarse para mantener subsidios clientelares en lugar de impulsar proyectos productivos que generen empleo, crecimiento y autonomía ciudadana. Ese modelo —basado en el asistencialismo y no en la productividad— crea una ilusión de bienestar, un “espejismo” sostenido artificialmente con deuda, mientras el desarrollo real se estanca.

El artículo plantea que sin reformas estructurales que amplíen la base fiscal, combatan la informalidad y orienten la inversión hacia infraestructura productiva, México continuará atrapado en un ciclo de pobreza administrada y dependencia política. En resumen, la deuda pública está siendo usada no para construir futuro, sino para comprar lealtades y sostener un modelo económico y político insostenible.

Puntos relevantes del escrito:

DIAGNÓSTICO GENERAL

  • 1) México enfrenta una combinación riesgosa: crecimiento de la deuda pública y caída de la recaudación fiscal.
  • 2) Este desequilibrio alimenta el clientelismo político, en lugar de promover el desarrollo sostenible.
  • 3) Los programas sociales se han convertido en instrumentos de control político, no en herramientas de inclusión o movilidad social.
  • ENDEUDAMIENTO Y POLÍTICA ASISTENCIAL
  • 4) El gobierno usa la deuda para sostener subsidios y programas del Bienestar, evitando subir impuestos o ampliar la base fiscal.
  • 5) Pemex y el Tren Maya concentran gran parte del gasto, con bajo retorno económico y alto costo fiscal.
  • 6) El endeudamiento público se incrementa sin un plan productivo que genere crecimiento o empleo formal.
  • 7) El crecimiento actual es ilusorio (“espejismo”) porque no está respaldado por productividad ni inversión estructural.

IMPACTO ECONÓMICO Y SOCIAL

  • 8) La economía mexicana muestra 20 meses de caídas industriales consecutivas y contracción del empleo manufacturero.
  • 9) México recauda solo el 16.5% del PIB, muy por debajo del promedio recomendado por la OCDE (25-30%).
  • 10) La informalidad laboral continúa siendo una base política y un obstáculo para el desarrollo.
  • 11) En Yucatán, el crecimiento reciente dependió de inversión federal temporal; sin ella, el estado enfrenta una economía pasiva y dependiente.
  • CONSECUENCIAS Y ADVERTENCIA FINAL
  • 12) Endeudarse para sostener subsidios clientelares hipoteca el futuro del país.
  • 13) La inversión pública solo reduce la pobreza si crea capacidades, no dependencias.
  • 14) El texto llama a la vigilancia ciudadana y la rendición de cuentas para transformar los programas sociales en verdaderas herramientas de autonomía.
  • 15) El mensaje final es un llamado a la acción: “Estemos muy alertas”.

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