Marcelino Champagnat Chirat

Herminio José Piña Valladares (*)

Los adolescentes y jóvenes algunas veces buscan encontrar a una persona a quien imitar, que puede ser un deportista, artista o cantante, pero muchas veces se dejan llevar por la moda o el atractivo físico sin analizar su vida, sus valores como persona, cualidades y defectos.

Una persona que dedicó su vida a la educación y su entrega a favor de los niños, jóvenes y especialmente los más necesitados fue Marcelino Champagnat Chirat.

En este mes que inicia el año vocacional Marista, en el que se promueve formar parte de la familia Marista y descubrir el llamado que Dios hace a los jóvenes para convertirse en hermano Marista, es muy importante conocer la vida y obra de San Marcelino Champagnat.

Ingresó en noviembre de 1805 al Seminario menor de Verríeres, posteriormente al seminario mayor de Lyon, Francia, y los años antes de su ordenación sacerdotal le sirven para llevar al cabo tres tareas: su maduración humana, espiritual y la adquisición de un nivel satisfactorio en sus estudios.

El 22 de julio de 1816 es ordenado sacerdote; posteriormente el 2 de enero de 1817, con Juan María Granjon y Juan Bautista Audras, comienza su apostolado en la Valla, parroquia conformada por unas setenta aldeas, y el 2 de enero de 1817 se recuerda como la fecha de la fundación del Instituto de los Hermanos Maristas.

Posteriormente nuevos jóvenes se suman al proyecto, entre ellos Gabriel Rivat, conocido como hermano Francisco. Después de preparar adecuadamente a los hermanos, funda en la población de Marlhes la primera escuela Marista. Detrás de unas técnicas educativas se alimenta todo un estilo pedagógico proporcionado por Marcelino: Compartir la vida de los jóvenes, amarlos y conducirlos a Jesús bajo la protección maternal de María.

La meta es inmensamente superior: Educar a los niños y jóvenes, es decir, darles a conocer sus deberes, enseñarles a cumplirlos, infundirles espíritu, sentimientos y hábitos religiosos, y hacerles adquirir las virtudes de un buen cristiano. Todo ello constituye un proyecto de educación integral desde una óptica cristiana.

El sábado 6 de junio de 1840, en la vigilia de Pentecostés, Marcelino entrega su alma a Dios a la edad de 51 años. El 29 de mayo de 1955 es beatificado bajo el pontificado de Pío XII y el 18 de abril de 1999, es canonizado por el papa San Juan Pablo II.

En la actualidad los hermanos maristas y numerosos seglares hacen presente el carisma en 75 países, con su hermoso lema: “Todo a Jesús por María; todo a María para Jesús”. La vida de San Marcelino es un ejemplo a seguir para los jóvenes, por sus principios, valores humanos, su congruencia entre lo que profesaba, pensaba y actuaba, por lo que muy importante recordarlo al inicio del año vocacional Marista.

Abogado y asesor jurídico. hjpvdirector@hotmail.com