CIUDAD DE MÉXICO.— En el documento “Cuadernos del Patrimonio Cultural y Turismo” número 16, de 2006, del Consejo para la Cultura y las Artes (Conaculta), se explica que, cada año, la festividad del Día de Muertos muestra el sincretismo resultado de largos procesos culturales, y que más de 40 grupos indígenas del país sostienen rituales asociados con esta celebración.
Agrega que, “Para los pueblos indígenas de México localizados en la región centro-sur del país, en efecto, el complejo de prácticas y tradiciones que prevalecen en sus comunidades para celebrar a los muertos o antepasados constituye una de las costumbres más profundas y dinámicas que actualmente se realizan en dichas poblaciones, así como uno de los hechos sociales más representativos y trascendentes de su vida comunitaria”.
“Las celebraciones anuales destinadas a los muertos representan de igual manera un momento privilegiado de encuentro no sólo de los hombres con sus antepasados, sino también de los integrantes de la propia comunidad entre ellos”.

Las festividades indígenas en torno a los muertos se llevan a cabo en 41
grupos étnicos de México, entre los cuales se encuentran los amuzgos, atzincas, coras, cuicatecos, chatinos, chichimecas-jonaz, chinantecos, chocho-popolocas, choles, chontales de Oaxaca y Tabasco, huastecos o teneek, huaves, huicholes, ixcatecos, ixiles, jacaltecos, matlatzincas, mayas, lacandones, mayos, mazahuas, mazatecos, mixes, mixtecos, motozintlecos, nahuas, pames, popolucas, purépechas, tepehuas, tepehuanos, tlapanecos, tojolabales, totonacas, triques, tzeltales, tzotziles, yaquis, zapotecos y
zoques.
Las celebraciones indígenas en torno a la muerte tienen lugar en un grupo
de territorios localizados en la región centro-sur de México, donde son
compartidas con poblaciones no indígenas que habitan de manera conjunta
en estos mismos espacios.
En términos generales puede considerarse que estas manifestaciones
culturales son asumidas por cerca de cinco millones 872 mil indígenas que
habitan en los territorios señalados, los cuales representan más del 90%, del total de la población indígena del país.
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Situación geográfica
Los pueblos indígenas que reproducen la tradición cultural de celebraciones
a los muertos se encuentran localizados en áreas específicas de 20 de los 31
estados que integran la República Mexicana, además del Distrito Federal:
Campeche, Chiapas, Durango, Estado de México, Guanajuato, Guerrero,
Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Quintana
Roo, San Luis Potosí, Tabasco, Tlaxcala, Veracruz, Yucatán y Zacatecas.
Período de la celebración

Generalmente las celebraciones indígenas en torno a los muertos se llevan
a cabo los últimos días del mes de octubre (del 25 al 30) y los primeros de
noviembre (del 1 al 3). Sin embargo, existen poblaciones indígenas en las
que dichas festividades llegan a extenderse a lo largo de todo el mes de
noviembre, como en el caso de los chontales de Tabasco, o se constriñen a
periodos muy reducidos de dos días al inicio del penúltimo mes del año.
A pesar de las diferencias culturales, que se revelan en una gran variedad de
lenguas y costumbres, los pueblos indígenas de México comparten la historia
de dos tradiciones que confluyeron en el siglo XVI, cuando la expansión
española hizo posible el encuentro intercultural. En ambos extremos del
Atlántico, los efectos de ese encuentro inicial han sido hasta hoy múltiples y
profundos.
Sus orígenes
En su portal web, el Gobierno del Estado de México publicó que, “los orígenes de la celebración del Día de Muertos en México, pueden ser trazados desde la época de los indígenas de Mesoamérica. En la época prehispánica se compartía la creencia de que existe una entidad anímica e inmortal que da conciencia al ser humano y que, después de la muerte, continuaba su camino en el mundo de los muertos”.
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En el calendario mexica, destacaban los festejos dedicados a los muertos, el más importante era la fiesta de los descarnados, celebrada en el noveno mes, cercano a agosto, y presidido por la diosa Mictlacíhuatl, señora de los muertos y reina de Mictlán, y por Mictlantecuhtli, señor del lugar de los muertos y dios de las sombras.
En el Mictlán no existían las connotaciones del infierno ni del paraíso, sin embargo, para llegar a él los muertos debían pasar diferentes niveles del inframundo, para finalmente llegar al punto de su eterno reposo, liberarse de su alma y ser compensados por la presencia de Tonatiuh, el dios del Sol, al caer la tarde.
No fue hasta la llegada de los españoles, cuando la divulgación del cristianismo introdujo a nuestra cultura el terror a la muerte y al infierno; sin embargo, los evangelizadores tuvieron que ceder ante las fuertes creencias de los nativos, dando lugar a un sincretismo entre las costumbres españolas y las indígenas, que dio origen a lo que hoy conocemos como la celebración de Día de Muertos.
En el portal de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural agrega que, “La tradición de estas fiestas tiene un origen prehispánico, pues los mexicas celebraban a sus muertos después de la temporada de cosecha, entre los meses de septiembre a noviembre. Esta tradición se sincretizó con las creencias de los españoles, con ciertas modificaciones, pero con la misma esencia”.
“El Día de Muertos en la visión indígena implica el retorno transitorio de las ánimas de los difuntos, quienes regresan a casa, al mundo de los vivos, para convivir con los familiares y para nutrirse de la esencia del alimento que se les ofrece en los altares puestos en su honor”, publica en su portal web el Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal.
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