Sacar al país de la crisis económica derivada del coronavirus necesita la participación de todos, señalan especialistas en el foro por los 95 años del Diario.— El “método”
Sin señales todavía de un camino hacia la reactivación del país, sumido en la parálisis por la crisis derivada del coronavirus, el reto de levantar la economía exige el esfuerzo responsable y solidario del gobierno, los empresarios, los trabajadores y, en general, de toda la sociedad.
Por su complejidad, es un problema que requiere ser abordado desde varios frentes y con medidas de largo alcance, según se desprende de la opinión de los tres protagonistas —Sergio Aguayo Quesada, Gustavo de Hoyos Walker y Javier Garza Ramos— del foro virtual “El valor de la prensa independiente y la importancia de la recuperación económica del país”, organizado en el marco del 95o. aniversario del Diario y cuyas dos primeras partes publicamos el domingo y el lunes.

Lo primero es saber dónde estamos parados y analizar cómo puede terminar esta historia, pero la confusa reacción del gobierno federal ante la pandemia impide vislumbrar cuál puede ser la salida, señala el investigador y académico Aguayo Quesada, quien sitúa a Yucatán como ejemplo a replicar de lo que se está haciendo bien.
Para el periodista Garza Ramos, la confrontación y la intolerancia, la pérdida de los valores que históricamente nos han permitido vivir en armonía como sociedad, son realmente los grandes lastres de México.
Salvar el empleo
De Hoyos Walker insiste en que es urgente salir al rescate de los trabajos y las empresas. “Aunque esta crisis tiene muchas manifestaciones, tal vez la más inmediata, la más sensible en términos económicos es la del desempleo”, advierte.
En 2019 se crearon alrededor de 600,000 empleos formales, pero tan sólo en los últimos tres meses —marzo, abril y mayo— se han perdido 1.3 millones, añade el presidente nacional de Coparmex. “Es una cantidad descomunal. Lo más grave es que esos puestos de trabajo no se recuperarán de un año para otro. Pasará mucho tiempo para que volvamos a los niveles de antes de la pandemia”.
De ahí que la estrategia central de política pública tendría que dirigirse al “salario solidario”, reafirma. Es indispensable la aportación concurrente del gobierno federal y empresarial, así como la flexibilidad del trabajador para que, en ciertos niveles, reciba menos de lo que tiene contratado, a fin de lograr el objetivo primordial: mantener vivas, operando, las fuentes de trabajo.
“A nadie sirve que cierren las empresas. Daña a los trabajadores, desde luego, pero también al gobierno, que dejaría de recibir los impuestos que hoy le aportan esos negocios”, dice.
La propuesta de Coparmex consiste en que, en empresas que no tienen ninguna actividad por la emergencia, una parte del “salario solidario” sea pagado por el gobierno, otra por la empresa y otra por el trabajador.
Solidaridad
Además de que sería una medida temporal, tendría cierta gradualidad: los trabajadores que ganan de uno a tres salarios mínimos recibirían el 100% de su sueldo (el gobierno pondría 50% y el patrón 50%); para aquellos que reciben de cuatro a seis salarios mínimos, 40% lo pondría el gobierno, 40% el patrono y el trabajador dejaría de recibir el 20% restante.
Y para quienes ganen de siete a nueve salarios mínimos, las aportaciones se dividirían en tres partes iguales, es decir, 33% el gobierno, 33% el patrón y el trabajador dejaría de recibir 33%. Esta estrategia, que se aplica con éxito en otros países, protegería a los 20 millones de trabajadores formales que están inscritos y asegurados, asegura Coparmex.
“Así es que el foco, la actividad esencial para salir de la crisis económica debe ser crear incentivos para la actividad empresarial”, sostiene De Hoyos. “Esto permitiría que quienes están en una circunstancia más o menos razonable puedan buscar vínculos para invertir, de tal manera que en estos difíciles momentos, cuando muchos se están retirando de la mesa, siga habiendo quienes le apuesten —y en serio— al futuro del país”, concluye el líder de la iniciativa privada mexicana.
Yucatán como ejemplo
Luego de conceder que lo pone en un brete opinar sobre la inmovilidad del país provocada por la emergencia sanitaria —argumenta que sólo es un ciudadano que ha tenido que aprender sobre la marcha lo que significa el coronavirus— Aguayo Quesada acepta, como académico, hablar del “método” que está siguiendo el gobierno para afrontar la contingencia.
“No soy médico ni epidemiólogo. Soy un académico reconvertido en columnista porque me apasiona el periodismo y porque uno de mis compromisos es difundir los conocimientos que voy adquiriendo en el ejercicio de mi trabajo”.
Y en ese sentido, continúa, el rigor en que son entrenados los investigadores está ausente de la manera como el gobierno federal está reaccionando ante la pandemia.
“No pongo en duda las credenciales del Dr. López Gatell, que se ha convertido en la cara de la ‘4a. Transformación’ en el tema del coronavirus, pero creo que cometió un error de origen al no haber sometido a una discusión más amplia, entre sus pares de la comunidad científica, el método que iba a seguir, las técnicas que iba a aplicar”.

Este descuido le costó obtener consensos y le impidió enriquecer sus planteamientos y sus metodologías, prosigue. “Y digo esto porque al día de hoy nadie sabe cómo vamos a terminar esta historia”.
“Lo que sí es cada vez más claro es que el gobierno de López Obrador —a través de López Gatell— no logra transmitir claridad intelectual, metodológica, rigurosa. Al contrario, hay mucha confusión en torno a la epidemia”.
Esos despistes han provocado que diferentes instituciones académicas estén haciendo sus propios ejercicios para resolver el problema y que buen número de gobiernos estatales estén buscando fórmulas para afrontar la pandemia.
“Y en ese sentido el caso de Yucatán es particularmente relevante. He escuchado y leído muy buenas evaluaciones y comentarios sobre esto”, señala.
“Invité al gobernador a participar en el Seminario sobre Violencia y Paz para que hablara sobre lo que han hecho bien en Yucatán, desafortunadamente por agendas no se pudo, pero me parece que esos son los contrastes que tenemos que hacer: ver dónde se ha hecho bien para de ahí tomar ejemplos para el resto del país”, concluye.
Valores de convivencia
A Garza Ramos le parece que las actitudes que mencionó como enemigas de la prensa libre —la exclusión, la intolerancia, el tribalismo, el sectarismo— son las que tienen al país paralizado.
“Por tanto, lo opuesto a esos comportamientos negativos es lo que se precisa para sacar al país de la crisis: se necesitan inclusión, tolerancia, unidad, la aceptación de diferentes puntos de vista”.
Seguir apostándole a la división nos va a mantener en la estasis en que nos encontramos actualmente, insiste. “No va ser fácil romper esa inercia y retomar los valores de convivencia y respeto porque la sociedad se está polarizando cada vez más, se está volviendo más fanática y exaltada”.
Cada día que pasa se profundiza la división y la confrontación, considera. Los mexicanos nos hemos ido recluyendo en burbujas donde estamos a gusto con las personas que piensan igual que nosotros. “La verdad, no sé qué podría darnos el valor de salir nuevamente a convivir con gente que opina diferente”.
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A su juicio, ese sectarismo está llegando a extremos muy peligrosos. Y como ejemplo narra un incidente ocurrido hace unos días en torno al video, viralizado en redes sociales, de la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde Luján, haciendo compras en el súper sin cubrebocas.
Le llovieron las críticas con justa razón, comenta, ya que la funcionaria es la encargada de perseguir a las empresas que no siguen las normas que buscan prevenir los contagios de coronavirus, así que era razonable que se le criticara si ella misma no las respetaba.
Días después, Alcalde Luján reconoció su error y pidió disculpas en Twitter. “Este gesto me llamó la atención porque ver a un funcionario público reconocer que se equivocó es muy, muy raro”, comenta Garza.
“Sí había un tono desafiante en su mensaje, pero bueno, en términos generales fue positivo su gesto y escribí un tuit diciendo precisamente lo que acabo de contar: ‘Es muy extraño que un funcionario público reconozca que se equivocó’”.
Alguien respondió que la disculpa no valía, que la funcionaria había hecho mal y que había que sancionarla. “Me pareció exagerada la reacción. No por la petición de castigo, sino por el hecho de que esa persona no fuera capaz de aceptar una disculpa”.
“En esa intolerancia, en ese tribalismo estamos rebasando las normas elementales del respeto y la decencia. Nuestros papás nos enseñaron que si alguien hace algo mal tiene que pedir disculpas y los demás tenemos que aceptarlas, porque a lo mejor un día nosotros estaremos en esa misma situación y tendremos que excusarnos con alguien”.
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Y peor aún, se extiende el periodista, a lo mejor esa persona no estaba dispuesta a disculpar a la funcionaria porque milita en un bando político distinto y pienso que si el error lo hubiera cometido un gobernador panista que se excusara después a lo mejor sí lo hubiera dispensado.
“Necesitamos desandar el absurdo camino de confrontación por el que hemos avanzado —patrasear le decimos acá en el Norte— porque nos estamos acercando a extremos muy peligrosos”, reitera Garza. “Hace 20 ó 30 años teníamos una base de valores más compartidos que debemos recuperar cuanto antes para salir juntos de la crisis”.
Los desacuerdos en materia política y económica los vamos a resolver eventualmente porque hay fuerzas mayores que harán rectificar a cualquiera, asegura. “La obstinación económica de López Obrador se va a encontrar en algún momento con fuerzas económicas que son mucho mayores que él, de la misma manera que su ‘4a. Transformación’ se topó con un virus que él no puede controlar, que no puede domar —como le encanta decir— y que dio al traste a muchos de sus proyectos”.
Hay otras fuerzas. Finalmente las vamos reconociendo y conforme a ellas vamos ajustando nuestros puntos de vista, nuestras ideologías, abunda. “Sin embargo, que estemos abandonando norma de educación y convivencia por querer imponer nuestros puntos de vista sobre los de otras personas es un camino muy peligroso, que debemos abandonar de inmediato si queremos salir de esta parálisis”, finaliza Garza Ramos.— DY
