Casi no creció la ocupación en la cumbre mundial
Pese a que el gobierno del Estado gastó entre 25 y 30 millones de pesos en la organización de la Cumbre Mundial de los Premios Nobel de la Paz, como parte de una estrategia para aumentar el número de visitantes a la entidad, éste no creció.
Como se recordará, el evento se realizó en septiembre de 2019 en Mérida.
En la Cuenta Pública de ese año, el gobierno reconoce que el promedio de días de estancia de los turistas en Yucatán “se mantuvo en 1.3, dato similar al del año anterior”.
El porcentaje de la ocupación hotelera en 2019 fue de 55.5%, dice el mismo documento, “lo que significó un crecimiento de 0.5 puntos porcentuales respecto a 2018”.
En enero de 2020, este porcentaje cayó hasta 50.8%; es decir, un decremento de 4.5 puntos porcentuales respecto al mismo período de 2019, según cifras de Datatur.
Lo mismo ocurrió en las zonas arqueológicas, cuyos visitantes se redujeron 9.7% el año pasado respecto al número registrado en 2018, al pasar de 3.009,993 a 2.718,998 turistas.
Estas cifras muestran que la política del gobierno para atraer visitantes es errática, desorganizada y costosa.
En las dos entregas anteriores de este informe publicamos que un ejemplo de esto es la Cumbre de los Premios Nobel, un evento organizado como parte de la promoción internacional del estado, que costó seis veces más que lo admitido por el gobierno y no se tradujo en resultados tangibles.
Otro ejemplo del aparente desorden es el subejercicio del presupuesto para la promoción turística.
Por ejemplo, en 2019, el Congreso del Estado aprobó un presupuesto para el Fideicomiso Público para el Desarrollo del Turismo de Reuniones en Yucatán de $81.935,817, proveniente de las siguientes fuentes: $13.266,018, subsidio del gobierno estatal; $26.949,349, correspondiente al 50% del Impuesto al Hospedaje (IH) y $41.720,450 por venta de bienes y servicios.
El gobierno le concedió luego una ampliación presupuestal por $22.727,358, para llegar a un total de $104.663,175.
Empero, al final, el Fideicomiso solo devengó $89.469,59 y dejó de gastar $15.193,215.
Este Fideicomiso es una entidad paraestatal, con personalidad jurídica y patrimonio propios, creado el 22 de noviembre de 2017, aunque entró en operación en abril de 2018.
Tiene por objeto la conducción y promoción de la política pública en materia de turismo de reuniones en el estado, así como la administración, operación y comercialización de los recintos, y de sus servicios conexos. Sustituyó a la Oficina de Congresos y Convenciones.
El Fideicomiso Fondo para la Promoción Turística del Estado de Yucatán (Fiprotuy), por su parte, es un fideicomiso sin estructura, creado el 5 de octubre de 2004, con el propósito de administrar e invertir para fines de promoción turística del estado una parte de los recursos que se recaudan por concepto del IH.
En 2019 el Congreso le autorizó un presupuesto de $53.898,698, pero en el transcurso del año el gobierno se lo redujo a $28.927,478 debido a varios motivos, entre ellos a la falta de proyectos concretos y viables de promoción turística y a la suspensión del Festival Internacional de la Trova a última hora.
Al final del año este fideicomiso solo ejerció un presupuesto de $13.770,756, la mayoría en gastos de prensa y comunicación social. Es decir, dejó de gastar $40.127,942 de lo presupuestado originalmente.
En el caso del Fideicomiso para el Desarrollo del Turismo de Reuniones, un análisis de sus finanzas permite apreciar no solo un preocupante subejercicio, sino también y por el contrario, un gasto excesivo en el rubro de servicios personales.
Este rubro ascendió en 2019 a $16.855,224, una cantidad mucho mayor a los $9.333,419 erogados en el mismo rubro el año pasado en ese organismo, y también una suma desmesurada si se considera el número de plazas en el Fideicomiso: 35, todas de confianza.— HERNÁN CASARES CÁMARA
