Mérida, Yucatán, despertó este 25 de diciembre, que se celebra Navidad, con una quietud poco habitual.
Las principales calles y avenidas, que hace apenas 48 horas eran el epicentro de las compras navideñas, lucieron vacías, ofreciendo una estampa que por momentos recordaba el aislamiento de los tiempos de contingencia sanitaria.
La zona de los mercados Lucas de Gálvez y San Benito, donde desde temprana hora es común ver ríos de gente, sorprendió por la escasa afluencia de personas. Incluso, puestos que desde las 6 de la mañana están operando, estaban cerrados.
Hace un par de días apenas, en los alrededores del mercado, así como las calles 69, 67, 65 y 63 (desde la 54 hasta la 60) caminar era prácticamente una odisea debido a la cantidad de gente que se volcó para las compras navideñas.
Así amaneció Mérida en Navidad, hoy 25 de diciembre de 2025 FOTOS
En la zona de los mercados Lucas de Gálvez y San Benito el cambio fue drástico. Donde usualmente fluyen ríos de gente desde la madrugada, sorprendió la ausencia de personas. Los locales que suelen levantar cortinas desde muy de mañana permanecieron cerrados, dejando libres las aceras de las calles 54 y 56. Atrás quedó la “odisea” de caminar entre la multitud que desbordó el centro para las compras de última hora.
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A las 7 de la mañana, en la acera del edificio Siglo XIX (enfrente del Museo de la Ciudad) tres vendedores de frutas comenzaban su jornada.
En los alrededores, la única presencia constante era la del personal de aseo urbano del Ayuntamiento, que realizaba labores de limpieza.
Acercas como la de la calle 63 entre 56 y 58, y la 56 entre 63 y 61, donde las filas de transporte público en día laboral ponen a prueba la paciencia de los usuarios, lucieron completamente despejadas.
El ambiente de soledad también se extendió a sitios emblemáticos como la Calle Ancha del Bazar y el Parque Eulogio Rosado, que amanecieron sin su habitual ajetreo; el Pasaje Emilio Seijo y el Portal de Granos, donde diariamente transitan miles de personas, ofrecieron un pasaje libre de transeúntes.
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En esas primeras horas, el tráfico fue inexistente, apenas uno que otro automóvil circulando, que fácilmente uno se podía estacionar en cualquier calle sin afectar.
Si bien el servicio de transporte público inició operaciones a las 6 de la mañana, las unidades circulaban casi vacías, con pasajeros que se podían contar con los dedos de una mano subiendo o bajando en los paraderos del centro.
En el Paseo de Montejo, una de las vías más importantes de la ciudad, el rugido de los motores fue sustituido por el paso de algunos corredores, que aprovecharon la mañana para ejercitarse. Ellos, junto con los pocos trabajadores que cruzaban la Plaza Grande, fueron los únicos testigos de la ciudad que, por unas horas, bajó el ritmo la mañana de Navidad.
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