Se impuso la voz comunitaria ante enviados federales
A raíz de una inconformidad en Chocholá, el proyecto del Tren Maya tendrá una pequeña modificación para no afectar a esa comunidad del sur de Yucatán, que estaba bajo la amenaza de ser dividida físicamente en dos.
El proyecto original consideraba el paso de las vías dentro de la población, pero tres puentes —uno vehicular y dos peatonales— obligaban a “partir” la cabecera, en una moderna versión —guardadas las proporciones— del Muro de Berlín que dividió a Alemania después de la Segunda Guerra Mundial.
“El tren pasará ahora más al poniente de la población”, informa el alcalde de Chocholá, Pedro Pech Aragón.
El primer regidor explica que el plan original no solo dividía a la población al desaparecer por completo una calle —la 28— sino que afectaba a cien familias cuyas casas o terrenos serían blanco de la “rasuradora” porque quedaban dentro de la ruta y el derecho de vía.
Después de una oposición del Ayuntamiento, que incluso reclamó que se iniciaran las obras sin permisos municipales, y de reuniones con los responsables de los trabajos, finalmente se aceptó mover las líneas de la trayectoria del ferrocarril.
De acuerdo con el relato del doctor Pech Aragón, quien fue entrevistado en el Palacio Municipal de Chocholá, los incidentes en torno al proyecto se resumen de la siguiente manera:
—El año pasado responsables del Tren Maya y del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) se reunieron con alcaldes de los municipios yucatecos incluidos en el derrotero del ferrocarril. Básicamente les informaron de los detalles más relevantes.
—Hace cuatro semanas, vecinos de Chocholá reportaron a su presidente municipal que en el cruce de las calles 27 y 28, cerca de la antigua línea férrea, había maquinaria pesada haciendo excavaciones profundas.
—Extrañado, porque no recibió aviso previo, el concejal se trasladó al sitio y constató que se estaba perforando un gran agujero donde se colocaría la cimentación de uno de los puentes.
¿Quién los autorizó?
—Pedro Pech preguntó quién autorizó los trabajos y recibió como respuesta que no se requería tal permiso, porque se trata de una obra federal.
—Más aún, el ingeniero a cargo del trabajo le dijo que estaban laborando sobre el derecho de vía, de 20 metros en cada costado de los rieles, es decir, 40 metros en total.
“Yo soy el presidente”
—El primer edil contestó que puede ser cualquier obra federal, pero se requiere permiso del municipio, “y yo soy el presidente municipal”. Preguntó también si se tenían estudios de impacto ambiental y otros relacionados, para que se los exhibieran.
—En esos momentos se reveló que la obra perjudicaría a cien familias, porque se “mocharían” sus propiedades al hacer valer 40 metros de derecho de vía y desaparecería prácticamente la calle 28.
—Los tres puentes proyectados originalmente dividirían a la población. Los peatonales estaban considerados para las calles 15 y 27, y el vehicular para la 21. De Oriente a Poniente o viceversa se afectaba el tránsito y movimiento de diez cuadras con un cerco que obligaba a los habitantes a hacer un gran rodeo para llegar de uno a otro punto.
—Además, para el puente vehicular se necesitaban cien metros adicionales en cada extremo del arroyo para “tomar vuelo”. Por tanto, el impacto sería mayor.
—Otro factor negativo es que con ese bloqueo los camiones pesados —principalmente de granjas de cerdo— que son desviados actualmente por la calle 13 pasarían en el centro del poblado, con los consiguientes perjuicios. Se echaría también por la borda el proyecto de habilitar la calle 9 para que esos vehículos se alejen aún más al pasar por la población.
Reunión de conciliación
—Ante esa situación, el coordinador del proyecto del Tren Maya y enlace del Fonatur, Aarón Rosado Castillo, y el ingeniero supervisor de los trabajos, Pedro Núñez, se reunieron con el alcalde. El primero insistió en que la obra ya está proyectada.
—Como el problema ya era del conocimiento de los habitantes de Chocholá, que plantearon sus exigencias en encuentros previos con el presidente municipal, éste hizo valer la posición de la comunidad y propuso cambios al proyecto.
—“No nos oponemos al Tren Maya, pero estoy del lado de los ciudadanos”, expuso el primer regidor a los representantes federales. También planteó todos los perjuicios que causarían las obras como estaban proyectadas y pidió que se hicieran ajustes considerando el sentir popular. “Si lo alejan un poquito sería excelente”, manifestó.
—Pech Aragón pidió a los visitantes que lo acompañaran en un recorrido, para que constataran los problemas por sí mismos.
—Después de tal recorrido, Rosado Castillo, hijo del exalcalde de Celestún Leonel Rosado Mena, otorgó la razón a la primera autoridad del municipio y ofreció explorar la posibilidad de un cambio.
—Días después, el responsable del proyecto del Tren Maya le habló para darle buenas noticias: el ferrocarril pasará más al Poniente y ya no perjudicará a los habitantes de Chocholá.
—Con esa modificación, que luego fue ratificada por Fonatur, el alcalde propone aprovechar el espacio de las vías actuales para hacer un paseo verde. Esto no es visto con malos ojos por la representación federal.
—Hasta ahora todos los cambios son de palabra. Nada hay escrito, pero el municipio de Chocholá ya los da como un hecho ante el compromiso de la parte federal.— ÁNGEL NOH ESTRADA
Tren Maya Más datos
Chocholá es uno de los municipios yucatecos incluidos en el derrotero del Tren Maya.
Pueblo dividido
En el proyecto original, el paso del ferrocarril implicaba construir tres puentes —uno vehicular y dos peatonales— que obligaban a “partir” en dos la cabecera municipal y a “rasurar” predios.
Lo mueven un poco
Ante la inconformidad de la población, planteada por su alcalde, se aceptaron cambios al plan. Ahora la vía férrea estará más al poniente de la población.
