La muerte súbita de una persona mientras realiza ejercicio es, en la mayoría de los casos, debido a un paro cardiaco; algo que puede ocurrir en cualquier otra circunstancia, incluso en la sala de urgencias de un hospital.
Así lo manifiesta la especialista en cardiología con posgrado en ecocardiografía Hilda Peralta Rosado al abordar el caso de una mujer que hace unos días perdió la vida en Mérida durante una clase de zumba.
“Es un problema de salud pública a nivel mundial. En México no se conoce la incidencia y la prevalencia de la muerte súbita, pero se puede hacer un cálculo aproximado de las víctimas”, expresa la doctora.
En 2020 se reportaron 218,703 fallecimientos por cardiopatía isquémica y es probable que al menos el 30% de estos fuera de forma súbita, lo que representa 65,610 casos al año.
¿Qué causa la muerte súbita?
La doctora Hilda Peralta detalla que la muerte súbita ocurre en cualquier lugar: la casa, la calle, el servicio de urgencias de un hospital, la unidad de cuidados intensivos y el quirófano, entre otros.
Se debe habitualmente a una arritmia cardiaca maligna llamada fibrilación ventricular, la cual produce una actividad eléctrica cardiaca caótica que no es capaz de generar un latido efectivo, lo que hace que el corazón pierda su capacidad de contraerse de forma organizada, la presión arterial cae a cero y se anula el riego sanguíneo del cerebro y el resto del cuerpo deja de bombear la sangre, se detiene la circulación, el oxígeno y los nutrientes dejan de llegar a los órganos que rápidamente empiezan a sufrir, y el corazón deja de latir.
“Se considera que entre el 30% y 40% de los casos son portadores de algún otro tipo de cardiopatía, como miocardiopatía dilatada, miocardiopatía hipertrófica (adquirida o congénita), miocardiopatía infiltrativa, valvular o insuficiencia cardiaca.
Víctimas de paros cardiacos menores de 35 años
En las víctimas menores de 35 años las principales causas reportadas son miocardiopatía hipertrófica, anomalías congénitas de las arterias coronarias, displasia arritmogénica del ventrículo derecho o enfermedades arrítmicas primarias como los síndromes de QT largo, QT corto, Brugada, repolarización precoz, la taquicardia ventricular y la fibrilación ventricular.
Puntualiza que en las víctimas mayores de 35 años, la enfermedad coronaria, con o sin infarto del miocardio, es la causa de la mayoría de los casos según diversos estudios.
En la población de 35 a 45 años se detecta una mayor incidencia de miocardiopatía dilatada secundaria a obesidad, así como al uso de drogas.
“Las víctimas de muerte súbita pierden en primer lugar el pulso y en pocos segundos presentan pérdida completa del conocimiento y la capacidad de respirar, y no responden a ningún tipo de estímulo. Pueden tener los ojos abiertos o cerrados, y enseguida dejan de respirar. Sin atención, el color de la piel cambia del tono rosado habitual al azul violáceo. La consecuencia es el fallecimiento al cabo de pocos minutos”, explica.
¿Se puede prevenir la muerte súbita?
La doctora destaca que el ejercicio no causa la muerte, sino un disparador de muerte súbita en quienes tienen una condición cardiovascular que los predispone; de esto surge la recomendación de realizar una adecuada revisión médica que incluya electrocardiograma y ecocardiograma a personas que desean realizar ejercicio de alto rendimiento.
Antes de realizar la prescripción de ejercicio físico en el paciente obeso, es preciso realizar la anamnesis detallada del paciente, además de una encuesta dietética.
En cuanto a las personas hipertensas con cifras por encima de 160/105, deben disminuirla mediante fármacos antes de realizar un programa de ejercicio físico.




Antes de comenzar un programa de ejercicio, los individuos con diabetes mellitus deben ser evaluados en busca de complicaciones macrovasculares o microvasculares para diseñar un programa individualizado lo más seguro para su estado de salud y acorde con las limitaciones y discapacidades encontradas.
Los pacientes que tengan glucemias que excedan de 250 mg/dl y cetonuria o glucemias superiores a 300 mg/dl sin cetonuria deberían retrasar el ejercicio. Aquellos que tengan glucemias inferiores a 100 mg/dl necesitarán una ración extra de hidratos de carbono antes del ejercicio, independientemente del tipo de actividad planificada.
Ejercicio y edad
Respecto a si la rutina de ejercicio debe cambiar con la edad, la especialista apunta que, en poblaciones de edad avanzada, el objetivo de la práctica deportiva va encaminado principalmente a evitar el retroceso de las cualidades físicas.
El trabajo cardiovascular de tipo aeróbico será uno de los principales aspectos a tener en cuenta en la prescripción del ejercicio para la tercera edad. El tipo de actividad recomendada para realizar trabajo aeróbico en tercera edad consiste en ejercicios sencillos y dinámicos, donde haya movilización de los grandes grupos musculares y que su correcta ejecución no suponga un estrés añadido.




“Actividades como la marcha, la natación o el baile serían un ejemplo de intervención adecuada para desarrollar la resistencia aeróbica en personas de edad avanzada. El período de calentamiento antes de realizar cualquiera de esas actividades debe ser largo y progresivo en intensidad para permitir una correcta activación de las vías metabólicas que se van a utilizar y para prevenir posibles lesiones musculoesqueléticas. El control de otros factores de tipo medioambiental como pudiera ser la temperatura y la humedad de la zona son de gran importancia”.
Ejercicio tras padecer Covid-19
Explica que las personas que han tenido Covid-19, en particular aquellas con condiciones preexistentes (diabetes, hipertensión, antecedentes de cardiopatía isquémica) deben visitar a un médico antes de volver al ejercicio para confirmar la resolución de sus síntomas y evaluar su salud pulmonar y cardiovascular, ya que múltiples investigación demuestran que el virus produce un proceso inflamatorio generalizado y puede afectar muchos órganos principalmente corazón y pulmón.
Se sugiere que todas las personas recuperadas se hagan al menos un electrocardiograma. Para los casos más graves o para deportistas profesionales y personas que hacen deportes competitivos, el chequeo posterior al Covid-19 debe ser más completo e incluir un ecocardiograma, prueba de esfuerzo y monitoreo Holter. Por lo general, el paciente necesita entre tres y seis meses de descanso y hacer algunas reevaluaciones para ver cómo evoluciona.
