(Primera Columna publicada el 18 de noviembre de 2003)
Cuando el reportero llegó a la Plaza Grande, César Pompeyo leía el libro sobre el infame y vergonzoso comercio de indios de Yucatán vendidos a Cuba, publicado en 1923 por don Carlos R. Menéndez González, fundador de este periódico.
“Historia antigua, don César. ¿Va a sustentar una conferencia sobre el infame?””Pienso añadirle un capítulo sobre las nuevas ventas: “De Cuba a Komchén”.
“Si se refiere usted a los ejidatarios de Komchén ya sus terrenos, tenga en cuenta que no los vendieron: los regalaron. Las causas son más antiguas que las ventas del siglo XIX a que se refiere don Carlos. Yucatán sigue siendo tierra de conquista”.
“¿Quiénes nos quieren conquistar ahora? ¿Cómo?””Si lees a Bernal Díaz del Castillo, en sus reseñas de la conquista, verás que los extranjeros les cambiaban sus joyas, sus tierras y otros valores a los aborígenes por cuentas de vidrio. Hoy, 500 años después, se diría que les siguen tomando el pelo. Komchén es la prueba”.
“Nadie engaña a los ejidales, don César. Sabe muy bien que el precio moderado de sus tierras, esas que colindan con la carretera a Progreso, es entre 110 y 125 pesos por metro cuadrado. Si se empeñan en venderlas a nueve pesos, ¿qué va a hacer usted?””Averiguar por qué se empeñan, no sea que mañana publiques que remataron la Catedral o el castillo de Chichén. A ver, apunta: 392 ejidatarios de Komchén vendieron 2 millones 60 mil metros cuadrados y les tocó a 15,000 pesos cada uno. Eso quiere decir que los comerciantes compraron los terrenos en poco menos de seis millones de pesos”.
El reportero saca una calculadora solar y verifica la exactitud de las operaciones.
“Exacto, don César, los ejidatarios vendieron en seis millones unos terrenos que valen 250 millones. Una ganancia del 4,000 por ciento para los compradores.
“Cuando los vendan, reportero, con la plusvalía que dan las malas costumbres y las buenas influencias, van a ganar el 8,000 por ciento. Ni Donald Trump”.
“¡Jesús! Con ese dinero, don César…””Con ese dinero le construye una casa amueblada a todas las víctimas de Isidoro, con la llave en la puerta y un coche frente a la llave, y te da todavía para comprar alcaldes, magistrados, gobernadores y, si cuidas la plata, y te buscas socios bien infiltrados, puedes incluso comprar a…
Una motocicleta pasó junto a la banca y se tragó con el ruido de su silenciador descompuesto las palabras de Pompeyo. Después del silenciador…
“…y los ejidatarios de Komchén cambiaron la vaca por la chiva -comenta el reportero-. Si hubieran vendido los terrenos en lo que valen, les habría tocado a cada uno más de 600,000 en vez de los 15,000 que les dieron.
Una pérdida de 4,000 por ciento”.
“Los ejidatarios no pierden, periodista. Los terrenos no les costaron nada: se los regaló la Reforma Agraria. ¿Los trabajaron? ¡Quién sabe! Acuérdate que el Banco te pagaba sin que chapearas, ni sembraras. Así los acostumbró el PRI. Si te dan 50 pesos por lo que no te ha costado nada, ya ganaste para la cerveza y la botana. El taco te lo da el comisario.
“Así lo hacen en las elecciones -prosigue Pompeyo-. La misma táctica.
Torta, jugo y 50 pesos por tu voto. Por tu terreno te dan también para el trago, para arrendar una mesa en la cantina y ver si consigues un boleto para el palenque de Xmatkuil. Es la explotación de la ignorancia, el lucro con el hambre, el gran negocio con la pobreza como denuncian el PRD, el PAN y…””Si viviera tu fundador, reportero, te diría que vayas a Komchén a recabar datos para la segunda edición del infame, vergonzoso comercio de indios…
“¿Quién es el infame, don César?””Tú eres el que va a Komchén, no yo. Pregúntalo allá”.
“¿Y los vergonzosos?”
“Tú, yo, nosotros. Reporteros, abogados, maestros, médicos, sacerdotes… Vemos todo y no hacemos nada. Cada quien su vida y Dios en la de ninguno, aunque nos persignemos. Con tierra de Komchén fraccionamos la miseria de Yucatán y la vendemos con plusvalía. La nueva reforma agraria”.
