(Primera Columna publicada el 30 de noviembre de 2007)
Por gestiones de un cardenal del PRI, César Pompeyo quedó ayer en el desarraigo. Un agente judicial encubierto dio pública lectura al documento correspondiente, que incluye de una buena vez el beneficio de la libertad condicional y el amparo de la justicia federal por si el ministerio público, saltándose todas las trancas, como es su manía, pretende detenerlo de nuevo.
Una vez recuperada la posesión irrestricta de la banca de costumbre, sin más testigos que cuatro orejas de la procuraduría, el señor Pompeyo, don Vittorio Zerbbera y el reportero reanudaron el análisis de las causas de la guerra que el gobierno local le ha declarado unilateralmente a Inmobiliaria Chablekal y su feudo adyacente, el Country Club.
En el análisis le dieron particular atención al robo caligrafiado de un documento a la “Power Point” sustraído, según el expediente, por el único prisionero de guerra capturado hasta hoy, José Carlos Guzmán Alcocer, comandante de la Cousey DI (después de Ivonne).
Las versiones oficiales indican que el señor Guzmán se llevó el documento en dos carpetas manila, en presencia de dos secretarías que no saben qué contenían las carpetas pero suponen que era el “Power Point”. Como se sabe, el ministerio público es adicto a las suposiciones.
—Tutti e claro. Molto cristalino —diagnosticó don Vittorio—. En el “Power Point” está la explicación de todo el circo. En la superficie es un pleito por 500 millones de pesos. En el fondo, el punto clave es la lucha por el poder.
Con la clarividencia acumulada en sus contactos de primera mano con la mafia, el señor Zerbbera identifica los siguientes aspectos que pueden ser las causas escondidas y los finos inconfesables de la guerra de Chablekal:
1. El “gabinete en la sombra”. Es costumbre en Europa que los partidos de la oposición formen su gobierno virtual con presidente, primer ministro, secretario de hacienda, canciller, etcétera. Se le llama el “gabinete de sombras”. De esta manera sus especialistas en cada ramo de la administración pública pueden seguir mejor la pista de los acontecimientos y estar listos en cualquier momento para asumir el poder.
El ministerio público está convencido de que Patricio ha establecido un gobierno paralelo que le está haciendo mucho ruido y tiene muy sombreada a Ivonne. La guerra de Chablekal es el nuevo aviso a Felipe de que la procuraduría no va a tolerar que el señor Patrón ejerza el poder detrás del trono y le coma el mandado a la señora Ortega.
El quinto aviso sería el arraigo “in situ” y “en masa” del escuadrón de delegados federales que no proceden de la parroquia de la gobernadora y no la dejan respirar en paz.
2. El “golpe de Estado”. La guerra de Chablekal es un cuatro. Una conjura creciente de purpurados, arzobispos, obispas, diáconos y otros jubilados del PRI, en alianza con varias cremas de la “jai laif”, le han puesto un cuatro al gobierno constituido con el propósito de desacreditarlo, desconstituirlo y descarrilarlo con un golpe de estado (se pronuncia en francés “cudetá”). Una sublevación que conduce sin rodeos al interinato. El fino olfato del signore Zerbbera (con zeta y doble be) registra los brotes de interinismo al primer olor.
Afinada en los últimos tiempos por la defenestración de Marentes, el eclipse de Graciliano y la operación Manzanilla, la experiencia suficiente que tenemos en estas sustituciones repentinas nos invita a temer que la guerra de Chablekal, su “Power Point” y otras señales vaciladas del conflicto termina con arraigo masivo domiciliario en Palacio y en Dzemul.
Un trono vacío, cardenal en puerta. Una comisión de conspiradores viajaría de incógnito a la altiplanicie para ofrecerle la corona a Emilio con el encargo de pacificar a Yucatán y detener el pisa y corre de los inversionistas escamados por los cambios en las reglas y los costos del juego.
3. Como lo insinuaron a su hora la evaluación referenciada del ciclón, la batalla de Sotuta y el envenenamiento de la leche, la conflagración de Chablekal es un anticipo de lo que pueden y deben esperar los yucatecos en los tiempos que se avecinan. Es también una advertencia formal a Felipe de que la hermana república, en defensa de sus particularidades, está dispuesta a llegar al desacato y otras últimas consecuencias. Guerra avisada no mata soldados, sólo delegados. Entre las particularidades figuran desde luego las manías, las adicciones, los arraigos y otros pasatiempos de la autoridad.
Lejos es de don César y el reportero la intención de menospreciar los conocimientos y la experiencia adquiridas por el signore Zerbbera en sus doctorados sobre la mafia, la cosa nostra, la camorra y otras instituciones del bajo mundo. Muy lejos, pero tanto Pompeyo como el periodista creen que don Vittorio se ha pasado de la raya en sus interpretaciones de las causas y los fines de la guerra de Chablekal. Interpretaciones que por sensaciones que parezcan pueden estar muy distantes de la realidad.
Parece que la realidad, según las lenguas sueltas, es que en el ministerio público no pueden ver ni en pintura a los inmobiliarios y compañeros de viaje. De ser cierto, esta fobia, expresión de sentimientos ancestrales y hábitos arraigados, podría significar —podría— que nos está silbando la bala.
