Recuerdos del abuelo

Fernando Ojeda Llanes (*)

Recuerdo en mi infancia que mi abuelo materno tenía una tienda de la esquina y desde esos años de mi infancia se inició mi vocación como contador en virtud de que me gustaba estar en la tienda viendo la entrada de las mercancías que mi abuelo almacenaba en su bodega, pero también ver cómo llegaban los clientes a comprar por gramos y por kilos el azúcar y maíz, así como otro tipo de productos. Al cierre de la tienda me quedaba con mi abuelo a realizar junto con él lo que ahora le denominamos “corte de caja”, en aquel entonces le decíamos “contar la caja”.

En primer lugar, debo mencionar que cuando se recibía la mercancía se pagaba de inmediato con dinero en efectivo; y cuando se vendía, también en efectivo. De vez en cuando algún cliente muy conocido o pariente le decía al abuelo “anótalo en mi cuenta”, llevaba un pequeño cuaderno donde decía “Fiado”, esto quería decir que se fiaba en la persona a quien le entregaba la mercancía sin entregar en el momento el dinero respectivo, lo que ahora llamamos cuentas por cobrar.

La característica de este fiado es que cada sábado llegaba el fiador y pagaba el total de su cuenta. En la actualidad, si establecemos que daremos crédito a 30 días, aun pasan hasta 60 y no se logra cobrar la cuenta respectiva, pero seguimos fiando o teniendo confianza en nuestro cliente. Cuando en aquella época veíamos una tienda de la competencia que tenía un letrero que decía “No damos fiado”, el abuelo me decía que tiene la experiencia de que no le habían pagado sus amigos y para no negárselos de palabra, lo escribía.

Volvamos a la caja. Mi abuelo utilizaba dos cajones en el mostrador. En el primero colocaba el dinero de la venta y al mediodía tomaba de su primer cajón una determinada cantidad y la pasaba al segundo cajón. Veía que del segundo cajón tomaba el dinero para pagar las compras, eso me llamaba la atención y le preguntaba; me respondía que era el dinero de reserva para compras.

Posteriormente comprendí que lo que hacía era una contabilidad mental, veía en su libreta el dinero recibido en el día, estimaba su ganancia y el costo de lo vendido lo guardaba como reserva. Es como si en estos momentos en nuestra contabilidad al registrar la venta registremos de inmediato el costo de ventas, pero en un cuenta bancaria especial separemos el dinero de las compras como una reserva.

Al fin de semana contaba la mercancía que le quedaba en su bodega, que prácticamente era muy poca, y entonces iba al almacén por sus compras. Lo que hacía era un inventario físico que tomaba en cuenta para realizar sus compras sabiendo cuánto tenía en existencia. En los momentos actuales, para hacer un inventario necesitas muchas horas y tienes mercancías para cerca de un mes o más de tiempo.

Analicemos lo siguiente: mi abuelo llevaba una libreta en donde anotaba en su lado izquierdo las entradas del día y en el lado derecho las salidas, de tal manera que era un libro de ingresos y egresos. Cuando hacía sus cortes de caja recuerdo que tomaba la libreta de fiado y la sumaba, entonces decía: la venta del día fue de tanto y me deben tanto. De alguna forma en su mente llevaba su propia contabilidad porque sabemos que las cuentas por cobrar o fiado forman parte de la venta.

Toda esta anécdota me lleva a hacer una serie de meditaciones en torno a la contabilidad de cargos y abonos en relación con entradas y salidas de dinero denominadas ingresos y egresos.

Ahora, como contador público y financiero con experiencia de conocer muchas empresas, a veces se me vienen a la mente las operaciones contables y financieras de mi abuelo y me pregunto si eran más eficientes. Además, contaba en su mente con indicadores cuantitativos y cualitativos.

Hay empresas que sin tener la mentalidad contable que tenía mi abuelo, siguen utilizando la contabilidad como si fuera un libro de ingresos y egresos, es decir, aunque llevan su contabilidad por partida doble de cargo y abono, solamente registran las operaciones que se realizan en efectivo. Se han actualizado llamándole contabilidad en vez de registro de ingresos y egresos, aun cuando tengan ventas a crédito, no las registras sino que esperan hasta que le paguen para anotar la venta en sus registros.

Igual con los proveedores, aun cuando les adeudan, solamente registran la compra cuando hacen el pago. Como la empresa ya es muy grande, quizás cincuenta o más veces de la del tamaño de mi abuelo, pues los dueños no pueden tener en la mente lo que han dado de fiado ni mucho menos lo que han recibido de fiado, por lo tanto no conocen sus ventas y compras reales.

A esas operaciones en donde aún no interviene el efectivo, los contadores le llamamos “lo devengado”. Para poder saber el importe correcto de ventas debemos registras hasta las que hicimos a crédito; lo mismo en las compras, debemos registrar en inventarios hasta lo que adeudamos a proveedores, lo anterior aun cuando no haya sido pagado en efectivo.

En conclusión mis queridos lectores, la contabilidad financiera de la actualidad para que nos sea útil no solamente es de ingresos (entradas) y egresos (salidas) de dinero. Si aún la hacen así, espero tengan la memoria y habilidad financiera y contable de mi abuelo.— Mérida, Yucatán

ferojeda@prodigy.net.mx

Doctor en investigación científica. Consultor de empresas

 

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