Editorial

Artículos recibidos tras el fallecimiento, acaecido el pasado martes 7 de julio, de don Carlos Menéndez Navarrete, tercer director de Diario de Yucatán:


Don Carlos R. Menéndez Navarrete, el maestro

Gonzalo Navarrete Muñoz (*)

Nadie está listo para morir. La vida es temporal, la muerte es para siempre.

Cierto, la muerte propicia  una forma de vida diferente. Pero hoy la familia y los amigos de Carlos R. Menéndez Navarrete estamos entristecidos.

  El tiempo es propicio para hablar de su vida y su obra, no porque él lo necesite sino porque a la juventud le urge. Mucho se puede decir de Carlos R. Menéndez Navarrete pero nos centraremos en un punto: su contribución a elevar el nivel cultural de su pueblo.

Don Carlos era un hombre culto, lector entusiasta, poeta : revisando archivos aquí y allá encontré dos poemas juveniles de don Carlos: uno a la Virgen de Belén, del colegio cubano en que estudió; y el otro a las manos de su madre.

  El idioma es una forma de ver la vida y por tal de elevarla, refinarala o envilecerla.

Don Carlos, siguiendo  los pasos de su abuelo y de su padre, educó a su pueblo con el uso de un lenguaje pulcrísimo que brilla en las páginas del Diario. Las palabras pertenecen al reino de la imaginación y es en éste donde vive la inteligencia.

Leer el Diario es hacer calistenia intelectual. No es oir sermones, sino pensar. Hay una anécdota reveladora: dos hombres sencillos conversaban, uno le dijo al otro: “dice el Diario que el consejero del rey fue a San Sebastián” y el otro contesta: “¿Y qué habría de haber ahora en San Sebastián si faltan meses para la fiesta?”.

Lo destacable es la penetración que tenía el Diario y el efecto formador que lograba entre el pueblo. En este proceso don Carlos R. Menéndez Navarrete fue un paladín. Quizás esa obra es tan valiosa como puede  la crítica valerosa y generosa que practicó a lo largo de su vida profesional.

Estos dos elementos: formación  y crítica lo convirtieron en el hombre que más conoció el carácter de los yucatecos en la segunda mitad del siglo XX.

  Quizás logró entender lo que escondían las aguas mansas en apariencia de nuestros cenotes. Misterio que tanto cautivó a Octavio Paz.

Sereno, de hablar pausado, era un hombre valiente donde los hay. En una cena le pregunté: “¿Usted no le tiene miedo a nada?” Y con su paz imperturbable me respondió: “solo tengo el Santo Temor de Dios”.

Unicamente se puede vivir con valor, con desafío y desprecio a los hechizos del placer, el protagonismo y la comodidad. Una y mil veces nos lo dijo Carlos R. Menéndez Navarrete.

He aquí, entre otras aportaciones de su vida, la gran herencia  al pueblo que tanto amó y del que fue defensor, testigo y maestro.

En el universo se apagó la estrella de Carlos R. Menéndez Navarrete;  vivirá en la Eternidad, pero su luz seguirá atravesando el firmamento por todo lo que hizo por Yucatán.

(*) Cronista de la ciudad   


Adiós Don Carlitos

Ligia Manzano Novelo (*)

Una pluma valiente ha entrado al recinto del silencio… Gran esposo y padre. Miembro de una sociedad que lo despide con ese aplauso bien merecido.

Su personalidad amable y sencilla será recordada por quienes tuvimos el privilegio de tratarlo. Un gran hombre de fe y poseedor de las cualidades de un excelente periodista que denunciaba la verdad sin lastimar; y ser un católico comprometido.

Buen viaje don Carlitos, el periodismo está de luto ante su ausencia.

Merida, Yucatán, julio de 2020

(*) Escritora


Don Carlos R. Menéndez Navarrete.

Legado histórico de congruencia y valores cívicos y morales

Por Herminio José Piña Valladares (*)

Dedicó más de 60 años de su vida al periodismo Don Carlos R. Menéndez Navarrete, fue un gran hombre, defensor de la libertad de expresión, de la verdad, la justicia y la democracia.

Fue siempre congruente con sus ideales, de los valores cívicos y morales, procuro siempre no apartarse de la línea periodística del Diario de Yucatán y de su fundador Don Carlos R. Menéndez González: “Por la verdad, la justicia y la patria”.

Nuestro Estado de Yucatán, no se concibe sin la labor social de Don Carlos Menéndez, así como su trabajo periodístico y valores humanos. Durante los 23 años como director del Periódico de la vida Peninsular, nunca cedió a las presiones políticas y amenazas. Fue un gran luchador social, pensador, escritor, ilustre periodista; sus acciones y congruencia dejan huella en la memoria histórica del Diario de Yucatán.

En el mes de mayo del año de 2009, se le otorgó el Premio Nacional de Periodismo 2008, en el Teatro Esperanza Iris de  Ciudad de México y en su discurso de aceptación dejó claras muestras de amor, cariño, respeto y gratitud por sus antecesores, la familia, el trabajo y con vehemencia mencionó: “De mi abuelo percibí, que se consagro al periodismo y a la defensa de la verdad, la justicia, y las libertades públicas. De mi padre recibí una lección inolvidable: La libertad, el respeto y la admiración, con las que sigo paso a paso sus huellas, en el seno del trabajo, de los valores cívicos y morales que México necesita hoy”.

Ingreso al Periódico de la Vida Peninsular, en el año de 1952, dedicó más de sesenta años al periodismo, desde linotipista, corrector de pruebas, reportero, cronista deportivo, cultural y de la vida social, redactor, editorialista, subdirector y durante 23 años fue Director General del 3 de febrero de 1986 al 31 de mayo de 2009.

En sus editoriales, artículos periodísticos y comentarios publicados bajo su firma y en algunas veces bajo algunos seudónimos, nos recuerdan que en la lucha por la democracia y la defensa de los valores cristianos, son indispensables la congruencia, la dignidad, la activa participación cívica y el compromiso social. También escribía con ímpetu que la libertad,  la rectitud y el bien común son componentes claves de todo buen gobierno y del buen ciudadano.

Don Carlos tenía firmes convicciones cristianas, así como la de difundir y defender día a día la doctrina social de la Iglesia y los valores de la religión católica.

Descanse en paz, en la gloria de nuestro Dios misericordioso, un gran hombre que dejo un legado histórico, Don Carlos R. Menéndez Navarrete, ejemplo de entrega, amor y pasión al trabajo, que  vivió con congruencia, los valores cívicos y morales.

(*) Abogado y asesor jurídico.

Correo electrónico: hjpvdirector@hotmail.com.

Facebook: Herminio José Piña Valladares 


El Monseñor y los Arellano Félix

Por Manuel Triay Peniche

Querido don Carlos no pensaba escribirte de nuevo pero estoy sorprendido, no sabes cuántas cosas he escuchado de tí en las últimas horas, a raíz de tu fallecimiento. Para comenzar, todos, todos quienes laboramos contigo estamos abatidos y cada quien ha recordado alguna anécdota diferente pero que dibuja tu trato amable, cordial y hasta cariñoso en el trabajo. No dirán lo mismo del Bonch Muñoz y de mi tampoco, que aplicábamos métodos diferentes a los tuyos, en busca del mismo fin.

Pero ¿sabes de qué estoy sorprendido? que todos quienes te trataron coinciden en tu rectitud y tu profesionalismo. Sí, y aquí incluyo a políticos en activo y en la banca, y de diferentes colores. Están tan consternados que hasta a mí me han dado el pésame, claro que yo seguí la táctica que me enseñaste: si algo reclamaban yo te echaba la culpa, y si algo les gustaba pues me paraba el cuello. Siempre platicamos esto ¿Lo recuerdas? Tu decías que así no me cerraban la puerta porque yo era el reportero. Y funcionó. Lástima que no te dijeron en vida lo que hoy me comentan.

Pero hay algo que no puedo quitarme de la cabeza. Para muchos tu periódico era un órgano de promoción del catolicismo, pero además panista. Lo primero te hacía sentir bien, pero lo segundo no lo admitías.

Cuando yo ingresé al Diario -me aceptaste por necesidad, tenías que suplir a tus primos que se retiraron de la empresa- publicabas el Evangelio, comentarios del Evangelio, De la imitación de Cristo por Tomás de Kempis, pretensiones matrimoniales. Bueno, el jefe de prensa de la Arquidiócesis tenía un escritorio en Redacción y hasta auto le dabas.

Pero aún así, los curas tenían mucha reticencia y no sé por qué. Aquella tarde que me mandaste a platicar con el Arzobispo, anterior del anterior, para que diera el visto bueno a la capilla que se construyó en Chicxulub Puerto, y que pagaste de tu bolsa, recuerdo que se puso medio ma… (diosito no pongo el calificativo para que no me castigues), mal… humorado, porque antes de hacer el proyecto le debiste consultar. Yo me disgusté mucho de su intolerancia y tú te reíste.

Y cuánto hicimos por lograr buenas migas con el anterior, que nos mandaron del Norte. Si, el hidrocálido nunca te perdonó que hayamos publicado su relación con los hermanos Arellano Félix puesto que intervino para que éstos fueran recibidos por el nuncio apostólico Mons. Priglioni. Allá terminó tu trabajo de promotor de la Santa Iglesia, a pesar de los buenos oficios interpuestos para limar asperezas.

Allá en la Curia Episcopal trabajaba mi amigo el padre Carlos Heredia Cervera, no lo voy a olvidar. Aquella mañana me llamó y dijo: necesito hablar contigo, es urgente. Minutos después, en su oficina del segundo piso, allá en Catedral, me urgió: tenemos que sentar a esos dos señores, yo me encargo del Arzobispo y tu de don Carlos. Tu aceptaste de inmediato la junta aunque pusiste una condición: “que sepa que yo voy a defender al Diario”.

Nunca se reunieron, él no quiso. Acabamos dando en primera plana fotos del padre Patrón Wong y de monseñor hidrocálido en interiores. Si te conté, verdad, de un domingo que al finalizar la misa, antes de dar la bendición, el padre Heredia dijo delante todos: Manuel Triay no te vayas a ir, necesito hablar contigo. Y que me reclama lo de las fotos. Si viera hasta donde ha llegado el chino Patrón y que el emérito no ha cambiado en nada: ni con su suplente la lleva bien- Te contaría lo que sé pero puedo ser excomulgado.

Y de los panistas, don Carlos, sólo te diré que hoy me hablaron tres que están muy agradecidos contigo, como debieran de estarlo todos, a fin de cuentas tu lucha por educar cívicamente a los yucatecos, tu lucha en pro de la democracia, tu lucha por estar presente como auditor social de todos los gobernantes, benefició directamente al PAN. Eso nunca entendieron los políticos, que Acción Nacional y tu periódico buscaban un objetivo común, nada más. O que lo diga el primer y único gobernador panista que pensó tendría en el Didy un órgano de promoción, y se quedó chato.

Bueno, este es mi reporte tras tu partida, dejaste huella. Creo, por lo que hoy vivo, que te has vuelto un parteaguas en el periodismo, y no es para menos. A ver si más adelante te informo de cómo van las cosas por acá. Por cierto, también recibí muchos elogios de algunos priistas hacia tu persona, mejor ni te digo porque no me vas a creer, algunos de ellos eran presa fácil de tus Primeras Columnas, las que nacieron tras tu recuperación de la cirugía del corazón.


Don Carlos R. Menéndez Navarrete

Tres Quijotes y el Diario

Marcelo Pérez Rodríguez (*)


“Antes, durante y después de las piedras y patadas, las amenazas y las bombas, hay y habrá en esta casa, que es del pueblo, periodistas que recojan la antorcha de los caídos, sin doblarse, en el cumplimiento del deber”- Carlos R. Menéndez Navarrete.


La muerte del periodista y tercer director de Diario de Yucatán, Don Carlos R. Menéndez Navarrete, es dolorosa para sus amigos, familiares y quienes lo conocimos, además, sacude al periodismo local y nacional y a la misma sociedad yucateca por la trayectoria y su compromiso al servicio de la verdad, la democracia, la justicia y el bien común y su lucha contra el poder como director de la casa editorial.


Deja un legado de entrega y compromiso para los periodistas de hoy y mañana, pues desde sus inicios como corrector de pruebas, pasando luego por los diversos oficios dentro del Diario, mostró vocación y espíritu de lucha para defender la verdad, la justicia y la libertad.


Ni qué decir al llegar a la dirección del Diario en febrero de 1986, pues con la experiencia adquirida de más de treinta años en el oficio, Don Carlos R Menéndez fue un incansable líder que con el ejemplo de trabajo, entrega, esfuerzo y don de gente inspiraba a los demás a seguir en el oficio con pasión.


Era un hombre muy informado y lector voraz, quizá el mejor informado que buscaba luego informar a los lectores y hacerlo de una manera agradable, pero contundente que obligaba a pensar, a reflexionar
En las diversas posiciones en las que trabajó en el Diario puso ese empeño y espíritu de libertad y justicia para avanzar siempre adelante en el camino de la información. No se arredró nunca ante los reveses y obstáculos que en su momento el poder ponía para desestabilizar al periodista y a la casa editorial. Enfrentaba los retos y las tentaciones y así lo demostró como reportero, jefe de redacción y tercer director de su casa editorial.
Hombre afable y caballeroso, culto y gran lector, siempre tenía una historia, una anécdota, un ejemplo o un consejo para orientar y dar consejos para el aprendiz.


Lo conocí en una reunión de colaboradores editorialistas que se realizó poco después de llegar él a la dirección del Diario. Siempre afable, pulcro en el hablar y con mucha información.


Me invitó a conocer las instalaciones del Diario y varias veces acudí. Cuando surgió el problema de mi despido injustificado del Colegio de Bachilleres en noviembre de1986, al conocerse la noticia se comunicó conmigo para dialogar y conocer de viva voz la situación que prevalecía. Le narré lo que sucedía y vivía y el despido verbal por “órdenes superiores”.


Escribió sobre este tema en la tan leída Primera Columna y abrió las páginas del Diario para publicar las decenas de artículos de editorialistas y de colaboradores espontáneos que durante varias semanas escribieron sobre mi caso y la agresión que se hacía en contra de la libertad de expresión.

Un año después de la lucha legal y llegar el caso a las autoridades federales, éstas otorgaron un fallo a mi favor, pues el despido representaba un atentado a la libertad de expresión, debido a que las acusaciones de la otra parte eran unos artículos publicados en el Diario. Y el fallo fue publicado en la primera página de la Sección Local.

Fue un paladín en la lucha por la justicia y a pesar de las amenazas y anónimos nunca se intimidó ante el poder y siempre utilizó la fuerza de la palabra para esgrimirla como arma poderosa.

Tuvo dos grande ejemplos en su vida de honradez y verticalidad en la lucha contra el poder y justicia, que siempre reconoció y agradeció: su abuelo Don Carlos R. Menéndez González y su padre, Don Abel Menéndez Romero. Así lo demostró en su discurso al recibir en 2009 el Premio Nacional de Periodismo.

Si la obra periodística monumental del abuelo, Don Carlos R. Menéndez González, con “La Revista de Mérida”, “La Revista de Yucatán” y “Diario de Yucatán” , es conocida como la Trinidad del Periodismo, se puede considerar otra Trinidad en la lucha permanente que permea en el Diario : Libertad, Justicia y Verdad.

Y ahora surge la tercera Trinidad en la historia del periodismo local y nacional: Don Carlos R. Menéndez González, Don Abel Menéndez Romero y Don Carlos R. Menéndez Navarrete. Ejemplos de periodismo.

Tres Quijotes y el Diario. Ellos dejaron sabias enseñanzas y ejemplos que recoge el nuevo caballero andante, Don Carlos R. Menéndez Losa, aunque de hecho es desde 2009 director, para continuar sus andanzas a favor de la libertad, la justicia y la verdad en contra de los oscuros molinos de viento.
El tercer Quijote se va, Don Carlos R. Menéndez Navarrete. Comienza una nueva historia sin el consejero y accionista, padre comprensivo, amoroso esposo y afable persona. Descanse en paz. Mis sinceras condolencias a sus familiares. Mérida, Yucatán.


* Profesor


Es de bien nacidos ser agradecidos

Por Silvia González Romero (*)

Don Carlos R. Menéndez Navarrete fue sin duda un hombre con gran visión que hizo de Yucatán un pueblo lector.

Solo con eso bastaría para reconocer y agradecer su legado, pero sin duda hizo mucho más.

El Diario de Yucatán, su obra maestra, ha formado e informado a los yucatecos durante décadas. Ha sido la voz y el pensamiento de un pueblo singular.

Don Carlos tuvo la capacidad de imprimirle su rigor y encontrar el equilibrio entre información veraz, cultura, entretenimiento, deporte e incluir a colaboradores del estado que han aportado el sabor y el sentir de nuestra tierra.

Mi padre decía que el Diario de Yucatán era leído desde el más lejano rincón de nuestro estado hasta su capital, Mérida, y eso nos hacía distinguirnos de otros pueblos, al saber pensar.

En casa de mis abuelos, en la de mis padres y en la mía el Diario fue lectura obligada, ya que no podían irse a dormir sin leerlo y es que estar al día a través del periódico  daba certeza a tal punto que se convirtió en una necesidad.

Es de bien nacidos ser agradecidos, y quiero expresar mi enorme admiración  y gratitud a Don Carlos, quien me brindó la oportunidad de escribir en el Diario, abriéndome a un público inmenso donde pude y puedo expresar mis puntos de vista y retroalimentarme.

De los momentos más emocionantes de mi vida fue cuando vi mi primer artículo publicado entre sus páginas, algo que le agradeceré siempre.

Tuve la suerte de hablar con él en varias ocasiones y sentir su respaldo e interés por los temas abordados. Cuando realizamos el Primer Congreso Estatal sobre Adicciones, Co-dependencia y Recuperación, el 6 y 7 de marzo de 2002, fue el primero en apoyarnos y brindarnos cobertura desde el inicio hasta su realización.

En la muchas campañas de prevención realizadas por Voces de Prevención que me honro en presidir siempre nos dió total apoyo.

No tengo palabras para expresar lo mucho que valoro el interés que siempre tuvo por nuestra causa: la prevención de adicciones.

  Seguiremos adelante en esta lucha por la salud y la educación en prevención.

Gratitud eterna para usted Don Carlos. Descanse en paz y en Gloria esté.-

Mérida, Yucatán,  10 de julio de 2020.

*) Psicóloga, presidente de Voces de Prevención


A Don Carlos

Por Martha Lazcano Arredondo

… y por eso inventó la muerte:

para que la vida -no tú ni yo- la vida sea para siempre…

Jaime Sabines.

Caballeroso y amable, con aquella bonhomía que hace especiales a los seres humanos, así recordaré a Don Carlos R. Menéndez Navarrete.

Con decisión, responsabilidad y entusiasmo aceptó lo que la vida le demandaba y se entregó, en cuerpo y alma, a conocer a fondo primero y a desarrollar después, al “Periódico de la vida peninsular”, ¡y vaya que lo logró! Hace seis o siete décadas se escuchaba decir a la gente, “Tres cosas tienes que respetar en Mérida: su Catedral, el Paseo de Montejo y al Diario de Yucatán”.

Su franca sonrisa, la meticulosidad en su trabajo, la delicadeza en su trato, el cuidado de su familia y el afecto a la compañera de su vida, dejaron una estela fragante en su diario caminar… 

Y con exactitud llegó la inevitable cita… se sentirá su ausencia, se extrañará su presencia… se apreciará su pensar…

Descanse en paz, Don Carlos, su siembra fue buena y fructífera su cosecha.


Don Carlos

Beatriz E. Ávila Gómez

Creo que tan sólo, al escribir al leer su nombre, se abre un amplio horizonte de conocimiento a través de su ejemplar periodismo, como una estrella supo alumbrar, brillar, dirigir al Diario

de Yucatán. Su inteligencia y humanismo proyectó al Diario, a décadas respetuosas, exitosas, llenando con su veraz información y contenido,  una transcendental  época, a nivel local, nacional, internacional.

Como Director su nombre quedará grabado en la memoria de quienes valoramos la integridad en la verdad escrita, como director ha cumplido su valiosa misión.

“Don Carlos, gracias por habernos recibido en un espacio tan especial, gracias al abrir su corazón y el recibirnos tal como éramos. Gracias por habernos escuchado y alentando a seguir expresando nuestras ideas y apreciaciones en tantos temas que día a día, fueron  el sentir y el  vivir cotidiano. Gracias Don Carlos por abrir la puerta del Diario y permitir al correr de los años y en diferentes épocas, comentar la palabra escrita.  Gracias Don Carlos, por su respetuosa actitud hacia la pluralidad del pensamiento. Gracias Don Carlos, porque a través de su sencillez, nos hizo sentir el abrazo de la aceptación, el reconocimiento a una laboriosa participación en el espacio editorial. 

Gracias a todas las amigas de la pluma: Martha, Margarita, Magaly, Lolbé, Ligia, Isabel,   recordando muy especialmente a quienes se nos adelantaron, Estelita y Mary, al iluminar, compartir y acompañar tan digna, necesaria y responsable tarea, llamada libre expresión.  Gracias Don Carlos por habernos movido a quienes creíamos y creemos  en una patria ordenada y generosa, sustentada en la educación, en verdades y valores universales; en la congruencia y el compromiso personal y comunitario, a favor siempre de la dignidad de la persona y del bien común.

Don Carlos, Dios le bendice y le espera en el jardín del pensamiento, donde las flores serán sus letras. 

Nuestro respeto, admiración, gratitud, por siempre lo llevaremos en el alma, en el corazón.

Julio 7/2020



In memóriam: Al periodista y amigo Carlos R. Menéndez Navarrete

Despedida

Gaspar M. Zapata León

Al saber que te fuiste para siempre

Pensé en la antorcha que heredaste

Y en lo triste de aquella palestra,

Salón de clases de lo recto y lo cabal

Heredero de ideales de tu padre,

Sangre de la sangre de tu abuelo,

Lanza en ristre y adarga al brazo

No dudaste en dejar el delicado

Timón de éste, tu centenario barco,

En manos de joven y experto capitán.

Hoy  navega la nao a su nuevo destino

Con bandera que no anuncia tempestad

Hoy  también me resigno y me consuelo:

Dejaste aquella pluma de tu abuelo,

Que siempre tenías en la diestra,

Para que sirva de guía y como muestra

Duerme tu sueño en paz y que se diga:

Fue sin duda hombre honesto, cabal;

Jamás cayó en lo abyecto o la traición

Y sus actos avalan tan magnánimo corazón

Julio de 2020


El legado democrático y libertario de don Carlos

Enrique Mendoza Bolio*

            Como es de todos sabido, hace apenas unos días nuestro estado sufrió el sensible fallecimiento de don Carlos R. Menéndez Navarrete, otrora director del Diario. Aun cuando no tuve la fortuna de conocerlo personalmente, me siento obligado –dada la admiración que sobre su obra experimento– a rendirle un merecido tributo, cuyo prolijo contenido no sería posible desarrollar, en su integridad, a través de estas breves líneas.

            Menciono lo anterior ya que, tal y como han atestiguado infinidad de personas, don Carlos no sólo fue un impulsor de la cultura y de la información ciudadana; sino, sobre todas las cosas, un paladín de la democracia y de las libertades de expresión y de prensa.

            Libertad esta última que ha sufrido, con mengua de la civilización y de las leyes mismas, inicuas restricciones y desaguisadas persecuciones. Baste, para tal propósito, recordar la ominosa época en la que los hermanos Flores Magón –valiéndose del inmensurable poder que detentaban– hacían callar a todo periodista que expresase ideas con las cuales ellos no congeniaban.

Probablemente, la causa por la cual se han desatado tan aciagas persecuciones estriba en que –tal y como certeramente lo expresara la pluma de don Emilio Rabasa en su obra intitulada ‘El Cuarto Poder’– “el poder único que puede, y debe, añadirse a los tres poderes estatales existentes y conocidos es la prensa. El Congreso es representante, posiblemente, de la voluntad de la nación; pero la prensa lo es de la opinión pública”.

Por ello, el periodista debe poseer un carácter de absoluta independencia; es decir, tal y como decía el autor en comento, una ‘naturaleza de oposición’. Ello es así ya que, bajo ninguna circunstancia, es posible ser independiente sin ser adversario de los malos y arbitrarios gobiernos.

Cualidades y naturalezas estas que se encontraban reunidas, en su máximo esplendor, en la personalidad de don Carlos.

El Diario, a través de la dirección y guía de don Carlos, ha sido –desde hace numerosas décadas– el más activo y valiente representante en la defensa del periodismo yucateco. Ninguno como él llevó a la mayor altura el tono de la dignidad de prensa, tan ultrajada en sus miembros por la política mexicana. El pueblo yucateco recuerda con orgullo las campañas que, con acendrado valor civil, ha emprendido el Diario –por conducto de las directrices de don Carlos– para denunciar los abusos y vejaciones de los que ha sido objeto la ciudadanía por parte de administraciones anteriores.

En la actualidad, y –lamentablemente– ya sin la guía de don Carlos, Yucatán requiere de un medio de comunicación valiente, que no ceda ante las presiones ejercidas desde el ostracismo que el ciudadano común no alcanza a percibir. Las libertades públicas lo exigen, la verdad oscurecida lo necesita, la honra del estado lo reclama.

Por todo lo anterior, debemos no sólo admirar y reconocer la quijotesca e insuperable obra de don Carlos, sino –dado el momento tan zozobroso en el que vivimos– debemos aprender de él, y procurar –en la medida de lo posible– mantener vivo su legado.

*Abogado postulante y Secretario del Consejo Directivo de la Asociación Civil ‘En defensa de la seguridad jurídica yucateca, A.C.’.

Lluvia Daniela Magaña Peralta, licenciada en Comunicación Social por la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), es periodista y editora web. Ingresó a Grupo Megamedia en 2018. Se especializa en información local, nacional e internacional, así como temas de género, certámenes de belleza y actualidad.