CARLOS R. MENÉNDEZ LOSA (*)
Claudia Sheinbaum le dio la bendición, lo puso como ejemplo de honestidad y llamó a votar por él en las elecciones de 2024. Su pasado de oscuros episodios de corrupción y tráfico de influencias no era relevante. Tampoco representaban un obstáculo las irregularidades por $200 millones que la Auditoría Superior de la Federación detectó durante su paso por el Fonden.
Acusado de dispendio, viajes ostentosos y manejo irregular de recursos destinados a emergencias, su empresa particular de gestión de riesgos obtuvo, varios años después, convenios directos por más de $1,300 millones. En 2020, en plena pandemia de Covid-19, la Sedena le adjudicó un contrato para surtir ventiladores médicos a precios superiores a los del mercado.
Renunció al PRI en julio de 2023 y fue candidato del obradorato a la alcaldía de Querétaro al año siguiente. De gustos “exquisitos”, hoy es propietario —entre otros bienes— de varias casas en Querétaro y Houston, una residencia en la exclusiva comunidad de potentados mexicanos “The Woodlands”, en Texas, y un departamento de $100 millones en Miami.
Ingresó al grupo privilegiado de los “transformados”. Para el régimen, “todos son bienvenidos si apoyan la transformación”; “todos pueden transformarse si se suman al pueblo”. Todo era miel sobre hojuelas, hasta que el desastre por las lluvias en Veracruz comenzó a desnudar las ineptitudes del obradorismo. Había que justificar, como fuera, la desaparición del Fonden.
La falta de previsión dejó en evidencia, una vez más, la incapacidad del morenismo para enfrentar las emergencias. El desbordamiento de ríos, los deslaves de cerros, los cortes de carreteras, la destrucción de viviendas, las obras de detención suspendidas y la cancelación de seguros de contingencia revivieron en millones de mexicanos la tragedia de Otis en Acapulco.
La presión pública, principalmente en redes sociales, aumentó peligrosamente en los primeros tres días de la desgracia. Cada hora que pasaba ponía en mayor evidencia la falta de coordinación entre gobiernos. La presidenta Sheinbaum seguía acuartelada en Palacio Nacional. Siguiendo el ejemplo de su mentor, no se atrevía a salir y enfrentarse al caos.
El domingo 12 por la mañana, la presión llegaba al máximo. Las críticas y exigencias subían de tono; el caos se salía de control: ¿Dónde está la gobernadora? ¿Qué espera la presidenta? ¿Por qué no llegan los apoyos? ¿Por qué desaparecieron el Fondo de Desastres Naturales (Fonden)? Al obradorato no le quedó más remedio: Claudia Sheinbaum tuvo que viajar a Veracruz.
Inmediatamente se activa el coro de jilgueros para justificar en redes sociales las ineficiencias del régimen y adular la figura presidencial. En el lugar de los hechos, la señora Sheinbaum se da baños de pueblo como los que nunca quiso darse su antecesor. Vestida de guinda, enfrenta las crudas exigencias de Poza Rica tras tres días de ausencia de las autoridades.
NERVIOSISMO
El nerviosismo en Palacio Nacional no se oculta. El impacto en la opinión pública es grave. La evidente ineptitud los ahoga; la desesperación los empuja a manipular. En las “mañaneras” siguientes, la presidenta estalla, pierde la compostura: “es ruin el ‘zopiloteo’ de los adversarios y sus bots”. “No se va a ocultar nada”, asegura, pero su gobierno hace todo lo contrario.
La tragedia aumenta, las críticas también. Vivimos en tiempos de redes sociales: imágenes y videos del desastre recorren todos los rincones del país. Es difícil esconder el desastre. La presidenta viaja de nuevo a Veracruz. Intenta ocultar la realidad. Un micrófono que creía apagado la deja en evidencia: “No digas municipios afectados”, le ordena al secretario de Salud (bit.ly/3J2jeol).
“Las críticas provienen de ‘bots’ de ‘quienes no nos quieren’; es la desesperación y el ‘carroñerismo’ de los adversarios”, explota doña Claudia. Se victimiza y atribuye a sus enemigos lo que su ejército de jilgueros realiza sin pausa. “Quieren volver al pasado de corrupción del PRIAN”. Y remata: “Desaparecimos el Fonden para eliminar la corrupción que le caracterizaba”.
El escándalo del Fonden llega al Senado. Los morenistas se rasgan las vestiduras: “El fondo era un monumento a la corrupción”. La oposición responde: “Son unos farsantes; el exdirector José María Tapia es hoy un distinguido morenista” (bit.ly/3IVDJDc). Las redes se inundan de imágenes de Tapia y Claudia Sheinbaum muy cercanos, vestidos de guinda. Les recuerdan la elección de 2024.
En un intento desesperado por salvar su imagen de “impolutos”, y en el colmo del cinismo, los líderes del obradorato intentan deslindarse, el viernes 17, del extitular del Fonden. Aseguran que no es morenista, pero las imágenes de 2024 los contradicen (bit.ly/49b5an0). “Así funciona Morena”, resaltan en redes sociales. “Cuando les sirves, te aplauden; cuando estorbas, te desconocen”.
El aguacero de críticas a la ineficiencia gubernamental continúa a lo largo de la semana. A los golpes por el evidente manejo político de la tragedia se suman nuevos escándalos: el de la “mafia negra” de “Andy” López Beltrán, que ha ordeñado más de 55,000 millones de dólares de Pemex (bit.ly/3Li686V), y la inexplicable riqueza de José Ramiro López Obrador, hermano del “líder moral” (bit.ly/4naXep2).
APRENDIZAJES
Como en pocas ocasiones en los últimos años, la semana que termina ilustra con claridad la farsa, la perversidad y la ineficiencia que caracterizan al obradorato. Una semana en la que se asesta un nuevo golpe al ya débil Estado de Derecho con la peligrosa reforma a la Ley de Amparo. Siete días que exhiben, con calidad fotográfica, la ineptitud y la corrupción reinantes.
Los mexicanos en general, y los yucatecos en particular, tendríamos que tomar nota. La tragedia en Poza Rica desnuda al régimen. ¿Para qué prevenir? “Es poco rentable políticamente”. ¿Por qué ser previsores? “Nuestros líderes saben lo que el pueblo necesita”. ¿Para qué planear? “La planeación es un método neoliberal que solo pone obstáculos a la voluntad popular”.
El desastre provocado por las inundaciones debe alertarnos sobre las consecuencias de la supuesta austeridad que defiende el régimen, de los falsos ahorros que encubren inversiones ineficientes como el Tren Maya y ocultan millonarios desvíos para alimentar el asistencialismo clientelista. Ha quedado claro el impacto devastador de la destrucción institucional.
Se suman a la alerta las cifras dadas a conocer esta semana sobre el impacto de la informalidad en la lucha contra la pobreza y la urgente necesidad de invertir más en productividad que en paliar, de manera temporal, las desigualdades mediante la dádiva del clientelismo. De lo contrario, el combate a la pobreza seguirá siendo asistencial, no estructural, como se requiere.
El gobernador Huacho Díaz y los yucatecos en general deberíamos poner nuestras barbas a remojar. La tragedia veracruzana puede ser una oportuna llamada de atención. En un gobierno como el nuestro, que promueve una supuesta austeridad “por el bien del pueblo”, pero realmente persigue el control político, las consecuencias ante una emergencia pueden ser letales.
La recomendación del analista Othón Baños es oportuna: “Si no hay inversión ni proyectos rentables, no van a prosperar las obras del gobierno y todo se quedará en unos programas de ayuda más” (bit.ly/42M62dZ). No basta con “administrar los problemas”: urge una visión de desarrollo real. Se confirma que la farsa del morenismo no nos llevará a mejor puerto.— Mérida, Yucatán
direcciongeneral@grupomegamedia.mx / Apartado especial en el sitio web del Diario: yucatan.com.mx (https://bit.ly/4diiiFP)
(*) Director general de Grupo Megamedia
¿Cuál es el mensaje del escrito?
Mensaje central
El texto es una denuncia política y moral sobre la hipocresía, la corrupción y la ineficiencia del obradorismo, reveladas con crudeza a raíz del desastre por las lluvias en Veracruz.
A través del caso del Fonden y del manejo de la emergencia, se sostiene que el régimen de la llamada “transformación” ha destruido las instituciones que garantizaban la respuesta del Estado, reemplazándolas por una estructura clientelar, improvisada y politizada.
En otras palabras:
La supuesta austeridad moral de Morena es una farsa que ha debilitado al Estado, y sus consecuencias —como se ve en Veracruz— son mortales, políticas y sociales.
Mensajes secundarios (ejes del texto)
1) Destrucción institucional: La desaparición del Fonden simboliza la demolición de los mecanismos técnicos del Estado mexicano para enfrentar emergencias. El texto advierte que destruir instituciones en nombre de la “corrupción” termina generando más corrupción y caos.
2) Falsa austeridad: El discurso de “austeridad por el bien del pueblo” encubre ineficiencia, manipulación política y control del gasto con fines electorales. No se ahorra: se debilita la capacidad de respuesta del gobierno.
3) La farsa del cambio moral: El “obradorato” no representa una ruptura ética con el pasado, sino una continuidad con otros regímenes corruptos, disfrazada de pureza ideológica. La transformación prometida se revela como simulación.
4) Manipulación del relato: Frente a la tragedia, el poder responde no con soluciones, sino con propaganda: descalificación de adversarios, control de la narrativa y victimización de la figura presidencial.
5) Advertencia ciudadana: En la parte final, la columna se convierte en una llamada de atención para Yucatán y para la sociedad en general: si se repiten las mismas prácticas —austeridad sin planeación, populismo, improvisación—, el resultado puede ser igualmente desastroso.
6) Necesidad de desarrollo real: Se cierra con una visión alternativa: México no necesita discursos ni programas asistenciales, sino inversión, productividad y planeación estratégica, condiciones indispensables para combatir la pobreza de forma estructural.
Síntesis del mensaje
El texto muestra cómo una tragedia natural se convierte en espejo de una tragedia política. El agua no solo inundó Veracruz: desnudó al régimen. El país enfrenta las consecuencias de haber destruido sus instituciones bajo el pretexto de moralizar la vida pública.




