Aportes de Juan Peón Ancona lo harán inolvidable
Muchas fueron las aportaciones que Juan Francisco Peón Ancona hizo a la historia de Mérida como cronista de la ciudad: sabía cuentos y “chismes de gran sabrosura” que plasmó en dos libros, así como por sus conocimientos de heráldica y genealogía, y como integrante de la Asociación Internacional de Belenistas.
Así lo consideran sus homólogos cronistas Jorge H. Álvarez Rendón y Gonzalo Navarrete Muñoz, quienes hablaron acerca de las aportaciones de Peón Ancona a la crónica de Mérida.
Como dimos a conocer, Juan Francisco Peón falleció el sábado 14 pasado, luego de prolongada dolencia, a la edad de 87 años.
Navarrete Muñoz y Álvarez Rendón recordaron que el cronista recibió este cargo honorario en 1995. En ese momento tenía más de 35 años colaborando en el Diario con la crónica de la ciudad, lo que era una característica indispensable para ser nombrado cronista, pues debe serlo quien tiene aportaciones escritas sobre la historia y el acontecer cotidiano de la capital yucateca.
Señalan que el hoy fallecido provenía de una familia de clase alta de Mérida, en las que existía la costumbre de la tradición oral, lo que hizo posible que conociera “muchos chismes y cuentos de gran sabrosura sobre la sociedad meridana”.
Muchas de esas historias las plasmó en artículos en las páginas de Diario de Yucatán, y luego las recopiló y añadió algunas más en dos libros: “Chucherías de la historia de Yucatán” y “Chucherías meridanas”, el primero tuvo tal éxito que publicó el segundo, el cual también tuvo una buena recepción.
Los cronistas destacaron asimismo las aportaciones que realizó en materia de heráldica, como el escudo de Yucatán que fue aprobado por el Congreso, ante el cual compareció para explicar el significado del mismo en la gubernatura de Víctor Manzanilla Schaffer, que comenzó en 1988.
Creó escudos para otros municipios de Yucatán.
De igual manera Peón Ancona escribió un libro en el que explica cada una de las partes que integran el escudo de Mérida, pues, aunque no él lo creó, quiso exponer sus elementos y las razones por las cuales estaba diseñado de esa manera.
En el campo de la genealogía, la cual consideran es auxiliar de la Historia, realizó interesante labor.
Gonzalo Navarrete revela que le “reprochó” (en un buen sentido) a Peón Ancona no haber actualizado el libro “A través de las centurias” (de tres tomos), de la autoría de José María Valdés Acosta, sobre las raíces de las familias de Yucatán.
Jorge Álvarez resalta el conocimiento que Juan Francisco Peón tenía respecto a los villancicos, razón por la que no faltaba a los certámenes que efectuaba el Seminario Conciliar cada año y en los que participaba como jurado para vigilar que se cumpliera la métrica de esa forma musical.
Como integrante de la Asociación Internacional de Belenistas, el cronista fallecido compartió sus conocimientos sobre los pesebres y cómo debían integrarse, y los clasificaba en dos estilos: el palestino y el encarnado.
Las conferencias que dio del tema siempre contaron con amplia audiencia.
Pasión por la ciudad
Álvarez Rendón y Navarrete Muñoz subrayan que para ser cronista de una ciudad hay que tener pasión por ésta, explicar el presente a partir de los acontecimientos del pasado y con el objetivo de mostrar el porvenir.
Otro requisito es tener obra publicada en estos temas, porque la crónica puede proyectarse en el habla, pero no a la inversa: el habla no genera la crónica.
“Sí podemos hablar de lo que hemos escrito, visto e investigado, pero solo hablar no genera la crónica”, enfatiza Álvarez Rendón.
Ante este panorama, coinciden que no se debe designar cronista a alguien solo por el deseo de ensalzarlo, sino que el nombramiento debe ocurrir cuando en la práctica ya lo sea. Con ello dejan de manifiesto que no se debe buscar un sustituto para cubrir la ausencia de Juan Francisco Peón Ancona, sino hacerlo cuando haya alguien efectuando de hecho la labor.— Iris Ceballos Alvarado
