Tzucán, la serpiente gigante de la mitología maya, se ha quedado atorada en la ciudad llamada Paraíso, porque “cosas raras están pasando”, y hay que comenzar una búsqueda para encontrar la manera de liberar a la serpiente y así restaurar el ciclo del agua que tiene como misión realizar.
En la mitología maya existe la historia de Chaac y Tzucán, una serpiente gigante, alada y con crines de caballo, a la que Chaac convierte en su bestia de transporte para llevar agua de los cenotes al mar, que luego se convierte en lluvia y regresa a los cenotes, en un ciclo interminable.
Esta historia es sólo una pequeña parte de lo que se cuenta en “Paraíso”, una obra teatral en la que se habla del medio ambiente, la defensa de los derechos y el adultocentrismo. Es apta para público en general, y para niños a partir de seis años.
La puesta en escena se estrenó en el pasado mes abril, en el Festival Fantástica, con una única función, por eso ahora el grupo El Sótano Colectivo Escénico decidió traerla de nuevo a escena con una breve temporada de cuatro funciones, que serán los sábados 21 y 28 de septiembre a las 19 horas, y los domingos 22 y 29 de septiembre a las 12 horas.
Bryant Caballero, quien dirige la obra, cuenta que “Paraíso” se creó en un proceso de residencia con Micaela Gramajo, creadora del Sistema Nacional de Creadores de Ciudad de México, con quien estuvieron trabajando varios meses en línea, y luego a principios de este año estuvo en Mérida semana y media, tiempo en el que estuvieron trabajando en la creación y construcción de la idea de la obra, que toca el tema del adultocentrismo y de los procesos que niños y niñas han tenido como protagonistas en temas de impacto social.
Explica que además del mito de Tzucán, se cuentan tres historias basadas en los niños y niñas del municipio de Homún, que metieron un amparo por la construcción de una mega granja de cerdos en la comunidad, en lo que fue un acto legislativo innovador, en términos de la invocación de leyes para defender a los niños y que no se vea perjudicado su medio ambiente.
Antes de ello, no se había visto que las infancias defendieran sus derechos.
Más casos
En la investigación que realizaron encontraron dos casos más sucedidos después, muy similares, uno en Santa María Chi, en el que la comunidad, y los niños en particular, están lidiando con una granja de cerdos y su derecho a tener una vida saludable y libre de contaminación; y otro en Progreso, en el que los niños y niñas protestan por un basurero a cielo abierto en el área del Corchito.
Fue a partir de esos casos, de entrevistas con personas de esos sitios, que crearon una ficción y una ciudad también ficticia llamada “Paraíso”, en la que viven tres niños, cada uno de los cuales enfrenta uno de los casos ya citados basados en la realidad.
La obra privilegia la mirada de los infantes para entender el mundo y su accionar en el mismo, levantar la voz para ser escuchados y permitir que los acompañen en la construcción de sus propias ideas, y no la imposición de ideas de las personas adultas.
En la puesta en escena, tras la historia de Tzucán, se dan cuenta que algo extraño está sucediendo, entonces los asistentes comienzan un recorrido, dividido en tres grupos, en el que podrán ver tres escenas diferentes que transcurren en tres distintas salas del espacio, el Centro Cultural Tapanco, en las que los niños van contando su historia.
Cada uno de los pequeños tiene un tótem que lo acompaña y vigila. El niño de Progreso tiene como compañero un pájaro Tóh, la niña de Homún un bagre y el niño de Santa María una larva de hormiga.
Los actores que participan en la obra son: Sofía León, Eli Navarrete y John Hristro.
La cuota de entrada es $150 general y $50 niños, estudiantes e Inapam.
“Paraíso” se presentará en el Centro Cultural Tapanco, en calle 47 por 68 Centro.— IRIS CEBALLOS ALVARADO
De un vistazo
Titulito
Señala que hay muchos libros en los que se puede encontrar información como los de Piedad Peniche Rivero, Georgina Rosado Rosado y Dulce María Sauri.
Adelanta que están trabajando para continuar el proyecto, pero ahora lo quieren hacer en los municipios. Seguir honrando a las mujeres que con su labor han aportado a la lucha feminista.
Puntualiza que en Maxcanú, por ejemplo, se tiene a Aracely Cab Cumí, poeta indígena, quien fue la primera candidata indígena.
Al colocar una placa en la comunidad donde viven se hace un reconocimiento en el espacio público, con la intención de que de generación en generación se sepa que algo importante ocurrió ahí y que debe ser recordado.
En cuanto a la Ruta Feminista, manifiesta que el mapa del recorrido se puede encontrar en las redes sociales de la colectiva Ya no somos invisibles.