Fidelia Ek Góngora

Una bordadora de Tipical, con un don en las manos

La pequeña de cinco años acarició la serpiente de cascabel nueve veces, de la cola a la cabeza, para así “recibir de los dioses mayas” el don del aprendizaje y la enseñanza…, y fue así como pronto dominó seis puntadas de bordado, incluida la técnica de xmanicté, en peligro de extinción, que aprendió de su abuela.

A los siete años Fidelia Ek Góngora ya dominaba el bordado en punto de cruz, el xmanicté, las conchitas, la morisca, el árabes chuy y el molbis.

De esas seis, el punto de cruz es la más popular y el tipo de bordado predominante en Yucatán, pues los otros seis casi no se hacen, y en particular el xanicté está considerado en peligro de extinción por el número reducido de personas que aún lo practican.

Heredera de esta gran tradición, Fidelia es quizá la quinta o sexta generación de su familia que se dedica al bordado, en realidad no lo sabe a ciencia cierta, sólo tiene plena conciencia de que a su abuela la enseñó su bisabuela y a ésta su tatarabuela, y así hasta donde la familia le ha contado.

Celestina Yha es la abuela que a ella le enseñó a bordar y le concedió aprender el xmanicté que no había enseñado a ninguno de sus ocho hijos, cuatro mujeres y cuatro hombres, que también se dedican al bordado.

Cuenta que era muy traviesa, y por ello decidieron hacerle un ritual maya del que sus abuelos tenían conocimiento, pero no aplicaron en ninguno de sus hijos. La abuela Celestina sí fue sometida a ese ritual de niña, y de ahí consideran que tuvo la habilidad para aprender a realizar diferentes tipos de bordados.

Fidelia comparte que el ritual era para pedir a los dioses mayas, específicamente a Kukulcán, sus dones, y concederle el aprendizaje y la enseñanza, y al mismo tiempo, el bienestar en su vida.

Fue su abuela Celestina y su abuelo Floro Góngora Bacab quienes realizaron el ritual a Fidelia cuando ésta tenía cinco años.

No recuerda con precisión todos los detalles, pero sí que tuvo que acariciar a una serpiente de cascabel nueve veces, de la cola a la cabeza.

—Ellos sabían cómo sostener a la culebra para que no me mordiera, cuenta.

El ritual se supone que se aplica como una especie de castigo porque se portaba mal, pero en realidad es una bendición, considera la mujer, quien hoy en día vive del bordado hecho a mano. Se dice que gracias a ese ritual aprendió a hacer los seis tipos de puntadas que sabe.

Sin embargo, cuenta que el xmanicté no lo hacía, sino que sólo su abuela lo realizaba, y no fue sino hasta verla en una edad avanzada que decidió retomar la puntada y pedirle a su abuela que le continuara enseñando.

Confiesa que no trabajaba la puntada por la dificultad que representa, pero ahora sí lo hace y en su familia esa puntada la conocen como xmanicben.

Su abuela Celestina falleció hace cuatro años y ella se quedó con la herencia de este conocimiento que ya compartió con los 12 integrantes de su familia que se dedican al bordado.

Pese a ello, señala que sólo siete aprendieron el xmanicté, y los demás simplemente no pueden.

Originaria de Tipical, Maní, Fidelia dice: cuando yo muera tengo que regresar el don a los dioses, porque la puntada del bordado es la piel de la serpiente, y al morir y estar frente a los dioses ellos preguntarán si sé la puntada, y solo respondiendo sí me dejarán pasar al cielo de las divinidades mayas.— IRIS CEBALLOS ALVARADO

Bordado Punto

Fidelia Ek Góngora habla de las dificultadas y enseñanza del bordado de punto.

Enseñanza

Cuenta que el xmanicté no lo hacía, sino que solo su abuela lo realizaba, y no fue sino hasta verla en una edad avanzada que decidió retomar la puntada y pedirle a su abuela que le continuara enseñando.

Dificultad

Confiesa que no trabajaba la puntada por la dificultad que representa, pero ahora sí lo hace y en su familia esa puntada la conocen como xmanicben.

Legado

Su abuela Celestina falleció hace cuatro años y ella se quedó con este conocimiento que ya compartió con los 12 integrantes de su familia que se dedican a bordar.

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