En la Reserva Ecológica “El corchito”, en Progreso, los adultos y los niños pueden nadar en tres ojos de agua y descansar en los palapas
En la Reserva Ecológica “El corchito”, en Progreso, los adultos y los niños pueden nadar en tres ojos de agua y descansar en los palapas
  • En la Reserva Ecológica “El corchito”, en Progreso, los adultos y los niños pueden nadar en tres ojos de agua y descansar en los palapas
  • Uno de los mapaches que residen en el parador turístico de la reserva “El corchito”. A la izquierda, uno de los ojos de agua

Apenas queda atrás el ruido propio de la carretera Mérida-Progreso, el paisaje comienza a transformarse. El asfalto corre paralelo a la pista de canotaje y, poco a poco, el horizonte se llena de un verde esmeralda y huele a mar.

El viaje conduce hasta un atracadero. Desde ahí, una lancha cruza un canal de 200 metros que marca la frontera simbólica entre lo cotidiano y un santuario natural: la Reserva Ecológica “El Corchito”.

El aire huele a humedad salobre y manglar; el agua verde o cristalina refleja el cielo con un brillo tranquilo. “El Corchito” es una zona de cenotes tipo aguada, rodeada de vegetación exuberante que funciona como refugio natural para decenas de especies.

“Estamos hablando de una reserva de aproximadamente una hectárea, pero con una riqueza enorme”, explica el biólogo William Misael Uc Loeza, encargado de la parte operativa del lugar.

La misión es clara: proteger la fauna y la vegetación, y al mismo tiempo permitir que el visitante se acerque a la naturaleza con respeto.

Tres ojos de agua invitan a sumergirse en esa calma líquida. “Pájaros”, con una profundidad máxima de 2.40 metros; “El Corchito”, de dos metros; y “Helechos”, de 60 centímetros, ideal para niños o para quien solo quiere refrescarse.

Cada uno está rodeado de palapas y bancas de madera donde se dejan las mochilas y se descansa antes de sumergirse en el agua.

Bajo la superficie, el cuerpo siente el abrazo fresco del manantial. Afuera el manglar domina el paisaje: manglar rojo, negro, blanco y botoncillo se entrelazan, formando una barrera viva que no solo da vida al ecosistema, sino que protege la costa.

“Los manglares son defensas naturales contra los huracanes. Si no los cuidamos, el impacto en la costa sería devastador”, advierte Uc Loeza.

Fauna que puedes encontrar en “El Corchito”

La fauna no tarda en aparecer. Mapaches curiosos caminan con naturalidad entre las palapas; coatíes cruzan en grupo y luego desaparecen durante días; iguanas toman el sol inmóviles; tortugas y peces se mueven en las aguas claras.

A veces un cocodrilo se deja ver a la entrada, recordando que éste es un espacio silvestre.

En el cielo, garzas blancas y grises patrullan la zona, atraídas por la abundancia de peces. En temporada, pelícanos americanos y flamencos pasan como visitantes fugaces rumbo a otras áreas de la costa yucateca. Los mapaches, uno de los mayores atractivos para el visitante, son también un ejemplo del delicado equilibrio que se busca mantener.

“Son de aquí, pero antes la gente los alimentaba y eso les causó problemas: enfermedades, agresividad, incluso muertes”, cuenta el encargado.

Hoy está prohibido darles comida. En la reserva habitan alrededor de nueve mapaches en forma constante y 25 coatíes que entran y salen del área.

Horarios y precios de “El Corchito”

Además de nadar, los visitantes pueden recorrer el canal en catamarán, kayac o paddleboard, siempre dentro de horarios y reglas estrictas. El acceso al lugar es de 9 de la mañana a 4 de la tarde, y la estancia promedio ronda las dos horas.

El precio de entrada es de $131 para adultos en general, $66 adultos mexicanos y $49 adultos mayores con credencial del Inapam y niños de 5 a 10 años. Las personas con discapacidad entran gratis.

Además, se ofrecen servicios de paseo en catamarán a $261 (general), $153 (adultos mexicanos) y $87 (adultos locales, niños y adultos mayores), así como de kayac a $87 y de paddleboard a $100 (y $100 más si requiere instructor).

Jorge Iván Canul Ek es licenciado en Periodismo y Ciencias de la Comunicación y actualmente reportero de la Agencia Informativa Megamedia. Tiene 22 años de trayectoria en los medios, y es colaborador de Grupo Megamedia desde 2004. Los temas de arte y cultura, comunidades, ciudadanos y espectáculos son su especialidad. Con especial gusto por la crónica para el desarrollo de sus historias.