UMÁN.- Un ambiente dominado por el temor y la incertidumbre se respira en el fraccionamiento Gran Calzada, en Umán, ante la posibilidad de que el gasoducto en construcción en sus patios pueda explotar y causar una tragedia.
Lo que debería ser un lugar lleno de tranquilidad, como lo es un hogar, se ha transformado en una pesadilla para los vecinos del fraccionamiento.
Día y noche viven con un sentimiento de intranquilidad al estar a escasos metros de una “bomba de tiempo”, como ellos mismos la han descrito.

Desde la cercanía al fraccionamiento se leen diversos señalamientos que indican “Peligro”, anunciando que bajo tierra se encuentran las tuberías del gasoducto.
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Protestan contra gasoducto en Umán: es una “bomba de tiempo”
Como informó el Diario, anteayer domingo tuvo lugar una protesta frente al Palacio de Gobierno en la cual se exigía a las autoridades pertinentes que revisen la obra en construcción del gasoducto Energía Mayakan.
La manifestación acabó en una cita agendada con una comitiva de tres vecinos y dos asesores legales con la Agencia de Energía de Yucatán para ayer lunes, donde se tomaría una decisión para darle seguimiento al caso.
Así es la obra de un gasoducto en fraccionamiento Gran Calzada en Umán (FOTOS)
En un recorrido por la zona, los vecinos afectados contaron al Diario cómo viven la situación y qué soluciones esperan de las autoridades.
Diana y Edwin, dueños de una tienda ubicada a escasos metros de la obra y que residen en el fraccionamiento desde hace dos años, describieron los problemas a los que se enfrentan.
Entre estos destacaron el olor de los químicos que emite la planta y que incluso les han causado repercusiones en su salud como mareos y dolores de cabeza.

Esta misma situación los obliga a encerrarse, lo que no permite la ventilación en sus hogares.
Además, añadieron, el ruido es constante y la iluminación de los reflectores no les deja dormir.

Algo que aqueja a los vecinos es que en el rumbo hay niños, adultos mayores y personas enfermas que deben quedarse mucho tiempo en sus casas.
Quienes se hacen cargo de ellos se quedan con la idea de que cuando salgan a trabajar algo pudiera ocurrir.
A pesar de que se les está ofreciendo una indemnización, los vecinos han declarado con firmeza que su intención no es recibir ese dinero, sino que se frene y reubique el proyecto.
“Queremos que se cancele la obra para que podamos vivir tranquilos”.
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Lo que más indigna a todos los entrevistados es que les hayan vendido sus viviendas “a base de mentiras”.
A algunos no se les enseñó la casa y el proceso de compra fue “sospechosamente rápido”, a otros tantos los asesores de la constructora les dijeron que el terreno serviría como parqueadero de tráilers, asentamiento de bodegas o para áreas verdes recreativas.

Jonathan Solís, otro de los afectados, agregó que vive en una incertidumbre constante ante el temor de una explosión que ponga en peligro la vida de su familia.
“Si llega a explotar eso se van a morir muchas personas… ¿a quién le reclamamos?”, dijo el afectado, haciendo énfasis en que nadie ha tomado la responsabilidad de lo que está sucediendo, ya que también manifiestan no estar municipalizados.

Al igual que los demás vecinos, él considera que una indemnización no es la solución al problema porque encontrar una casa con el mismo valor no es una tarea fácil.
“Es mejor que lo quiten. Cuando me vendieron la casa no me dijeron nada”.
Exigen intervención del gobierno del Estado: “no compramos para vivir con miedo”
A las autoridades les hace un llamado a la acción inmediata, con revisiones que promuevan una solución para la tranquilidad de los habitantes del fraccionamiento.
Además, invitó a toda la sociedad a unirse difundiendo la información y organizándose para que el caso llegue a las manos correspondientes. “No estamos jugando con eso”.

Otra de las vecinas afectadas es Karina Matuz, quien vive justo en la esquina donde se ubica el escape de gas. Contó que por el olor constante se ha visto obligada a mantener todo el tiempo su casa cerrada, que ahora es “un horno para cocinar”.
“Siempre tenemos que estar encerrados por el olor a gas… tengo que tener mi casa como un horno por miedo de que prenda mi estufa y salga volando con mis hijos”.
También señaló la falta de empatía de las autoridades y de los ingenieros encargados de la obra, quienes —aseguró— en una ocasión les dijeron en tono de burla que “si escuchan la alarma, corran y que se salve el que pueda”.
“No compramos una casa para vivir con miedo. Queremos justicia, que reubiquen o cancelen el proyecto, pero no podemos seguir viviendo junto a una bomba de tiempo”.
A pesar de los problemas que se han presentado, los afectados dijeron que no están en contra de que se construya un proyecto de este tipo, ya que consideran que esta es una fuente de empleos para muchas personas.
La inconformidad va dirigida hacia el lugar donde se eligió hacer un proyecto de esta magnitud y la forma en la que fueron concedidos los permisos.
Temor ante una posible tragedia en Umán
Noé Couoh, vecino de Gran Calzada, señaló problemas en la obra de un gasoducto.
En entrevista con el Diario relató que el miedo a una explosión se ha presentado incluso durante las pruebas, pues el pasado viernes el ducto de gas —un respiradero que forma parte del sistema— emitió un ruido mucho más fuerte de lo normal.
“Hace tres semanas ya había hecho un ruido raro, pero el viernes fue más fuerte, se escuchó hasta la etapa tres, que está como a dos kilómetros de aquí. Salimos corriendo con los vecinos porque pensamos que iba a explotar”.
El sonido coincidió con pruebas que la empresa de energía realizó durante toda la semana, lo que —según él— generó una acumulación de aire.
“Y eso que solo está trabajando en una máquina. Van a ser cuatro. Imagínate cuando estén todas”.















