(Primera Columna publicada el 6 de agosto de 2011)

Don Vittorio Zerbbera y don César Pompeyo dedicaron su plática de ayer, en el parque de San Juan, a un suceso que no tiene precedente en nuestra historia: la concentración de 1,500 personas que formaron con sus cuerpos la palabra “Justicia”, en demanda de un proceso judicial que haga caer todo el peso de la ley sobre los autores materiales e intelectuales de la agresión salvaje a hombres, mujeres y niños que protestaban por la construcción de un túnel en la glorieta de la prolongación de Montejo.
—En mis investigaciones sobre la delincuencia organizada, que me ha llevado a tantos lugares del mundo sacudidos por turbulencias —comentó el mafiólogo italiano— nunca había visto una tabla de gimnasia cívica como ésta que presenciamos usted y yo en los terrenos de La Plancha.
—Yo le pondría a esa demanda de justicia el título de “La paz del pueblo contra la violencia del gobierno”. Una paz representada por el orden y la espontánea solidaridad en torno a un propósito patriótico. No se puede hablar de patria cuando dejan de existir las garantías que son su columna vertebral, como las libertades de asociación y expresión, maltratadas y perseguidas hasta el punto de extinción en la glorieta de la infamia.
—Me ha llamado la atención, César, ese paisaje humano de fe y entusiasmo en la proclamación y defensa de los derechos. Yo aplaudo sin reservas a esa gente valerosa, convencida, que con disciplina espiritual, sin presiones ni acarreos de ningún género, ha representado a las capas diversas de la sociedad en la exposición decidida de un objetivo, de un anhelo común.
—La violencia también estuvo allí, bien representada por los vagones de ferrocarril —continuó el señor Zerbbera—. Porque es un acto artero de violencia haber recurrido a los carros, en un movimiento inesperado e injustificable, para ocupar y tapar los sitios que se habían marcado la noche anterior para que los manifestantes se pararan a formar la palabra justicia.
—Me ha sorprendido, César, el recurso a los vagones para violentar la determinación popular, para frustrarla o impedirla. No sabía que el gobierno del estado o el ayuntamiento de Mérida, representantes de la violencia, tuvieran el permiso, los conocimientos y el personal que se necesitan para esa maniobra. Yo veo en eso una mano negra.
—Pues a mí no me sorprende, Vittorio. Hace tiempo que yo veo una mano negra federal en situaciones y medidas que favorecen al gobierno del estado. Ya sea porque la federación le facilita sus caprichos, como la cesión de terrenos para conciertos corruptos, o porque la alienta y protege en sus tuchadas con la complicidad de sus delegados o con un silencio que desampara a los yucatecos y los deja solos en sus denuncias contra el saqueo, el fraude y las arbitrariedades que caracterizan la administración de Ivonne Ortega Pacheco.
—Un ejemplo claro, para mí, de esa aparente complicidad federal es el caso de los vagones. ¿Puede moverlos la gente de Ivonne o la alcaldesa Angélica Araujo sin el consentimiento de la Secretaría de Comunicaciones o la anuencia de la empresa ferrocarrilera, que funciona también bajo la jurisdicción federal? Yo creo que no. Me gustaría saber, porque no lo conozco, de un acto del presidente Felipe Calderón que apoye los esfuerzos de los yucatecos para que la ley se imponga a las violaciones con que la infringen la señora Ortega Pacheco y sus secuaces.
—¿Cree usted, César, que manifestaciones como las de anoche en La Plancha y en el Monumento a la Patria, en el Paseo de Montejo, puedan conducir a madame Ivonne y madame Angélica a una sana recapacitación que modifique sus respectivos gobiernos para acercarlos a las aspiraciones del pueblo?
—Yo tengo la impresión, Vittorio, de que ambas, la gobernadora y la alcaldesa, no son capaces de una rectificación que enderece sus torcidas maneras de gobernar. Son presas de la ambición personal o víctimas irredimibles de una cultura que identifica el poder público con la imposición, a rajatabla si es preciso, de los puntos de vista y los apetitos de las autoridades. Una cultura manejada y dirigida por el PRI desde hace ocho años.
—En La Plancha, en el Monumento a la Patria, se busca atenuar los abusos de Ivonne y Angélica. Que lo piensen dos veces antes de volver a agredir a la gente. Se busca también convencer a los ciudadanos apáticos, indiferentes, a los espíritus adormecidos por las satisfacciones materiales, convencerlos, te repito, de la importancia de que se unan a la vigilancia y la defensa de Yucatán frente al descaro y la voracidad con que lo están explotando y llevando a la ruina.
—Se busca sobre todo, Vittorio, una vuelta en redondo, un giro de 360 grados que nos lleve en las elecciones de 2012 a la enmienda política, económica y social que necesitamos con urgencia, mediante el voto por candidatos que se comprometan de palabra y de hecho a formar, cuando lleguen al poder, gobiernos responsables que dejen de hacer lo malo que hoy hacen Ivonne Ortega y Angélica Araujo y hagan lo bueno que la gobernadora y la alcaldesa meridana han dejado y están dejando de hacer.— Mérida, 5 de agosto de 2011.

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